19 de noviembre de 2017

Diario de un cura: Fracasos y ánimos

Domingo, 19 de noviembre.

Jesús Vega*
En la Iglesia estamos acostumbrados a los fracasos, aunque todos evitamos pronunciar esas palabras. Es una palabra fea, la verdad. Estamos tan acostumbrados, que damos por hecho que, por ejemplo, los chicos que se apuntan a la confirmación se desapuntan de todo desde que el obispo venga y le imponga las manos. De todos modos, tampoco Jesús fue, humanamente hablando, un triunfador, ni mucho menos.
Estoy convencido de que los que hemos optado por el anuncio del Evangelio, aunque nos encontremos con muchos tropiezos, nunca debemos desanimarnos. No estamos aquí para triunfar ni para recibir aplausos. Estamos para sembrar. Aunque los frutos no se vean. Aunque aparentemente se esté fracasando. Pero bueno, tenemos la suerte de que muchas veces la vida nos recuerda que nunca hemos de perder la esperanza. Todo lo contrario. Aunque la realidad sea muy dura, más fuerte deber ser nuestra fe.
El viernes estuve invitado a participar en una reunión en Las Palmas por un tema relacionado con la migración y la pobreza. Me hacía ilusión participar, pero prefería que, al menos otras dos personas, especialmente jóvenes, me acompañaran en mi coche y también pudieran vivir la misma experiencia. Y como, normalmente, la gente es reacia a las reuniones, pensé: Para conseguir que vayan dos, tendré que invitar al menos a seis personas. Y así lo hice. Seis mensajes o llamadas esperando disculpas. "Que estoy preparando un examen", "que tengo algo de gripe", "que si hubiera sido el jueves...", "que ya quedé", "que es el cumpleaños de mi amiga"...
Pero no. Las sorpresas fueron llegando poco a poco. Los seis invitados diciendo que sí, que contara con ellos. Y eso que ni sabían exactamente el tema de la reunión. Por eso hoy estoy escribiendo con tinta roja de entusiasmo.
Carmelo, Gloria, Deisy, Óscar, Verónica y Ana Cristina fueron respondiendo sin excusas. Todos encantados de acompañarme a la reunión. Y los siete, en un coche de cinco plazas. La esperanza es lo último que se pierde y no, no está perdida.
*Jesús Vega es Párroco de San José Obrero del Cruce de Arinaga.