Miércoles, 14 de Noviembre.Tras la clausura de la IV Feria del Sureste, celebrada el pasado fin de semana en Carrizal con una afluencia de más de 90.000 personas, muchos expositores solicitaron que la muestra sea de carácter semestral.
La satisfacción era la nota predominante en la jornada de clausura entre los agricultores, artesanos y restauradores que llevaron sus productos a ella.
Aunque siempre se hace difícil precisar el volumen de ventas de una feria como ésta, la opinión generalizada era que había sido buena en ventas, pudiéndose establecer una media de mil euros por caseta, aunque siempre con las diferencias que marcan el tipo de producto, pero la mayoría coincidía en afirmar que habían hecho más dinero que en un año comercializando por su cuenta.
Tal era el optimismo, que muchos apuntaban la posibilidad de que feria se pudiera celebrar cada seis meses, lo que les permitiría echar fuera toda la producción del año de forma más espaciada. De esta opinión eran sobre todo los agricultores, que apuntan que con esta periodicidad podrían ellos organizar mejor la época de plantación de según que cultivos, en la seguridad de poder comercializarlos, como han hecho este año en la feria, ya que todos ellos tuvieron que dar varios viajes, al igual que hicieron los panaderos, para poder reponer unas existencias que desaparecían en minutos.
Los que también mostraban su satisfacción eran los restauradores de la Comarca, que trabajaron duro en los improvisados restaurantes donde atendieron a los visitantes.
Tal era el optimismo, que muchos apuntaban la posibilidad de que feria se pudiera celebrar cada seis meses, lo que les permitiría echar fuera toda la producción del año de forma más espaciada. De esta opinión eran sobre todo los agricultores, que apuntan que con esta periodicidad podrían ellos organizar mejor la época de plantación de según que cultivos, en la seguridad de poder comercializarlos, como han hecho este año en la feria, ya que todos ellos tuvieron que dar varios viajes, al igual que hicieron los panaderos, para poder reponer unas existencias que desaparecían en minutos.
Los que también mostraban su satisfacción eran los restauradores de la Comarca, que trabajaron duro en los improvisados restaurantes donde atendieron a los visitantes.