Antonio Morales*
Con motivo de la celebración del referéndum venezolano, celebrado hace unos días, que permite a Hugo Chávez la reelección ilimitada a la presidencia de su país, los medios de comunicación españoles han entrado al trapo de una manera, a mi parecer desproporcionada, haciendo valer un defecto que nos es muy dado: la incapacidad de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio.
Desde los mass media y, por tanto, desde el seno de una parte de la sociedad española, nos empeñamos una y otra vez en mirar por encima del hombro y valorar, de manera peyorativa, a todo lo que no responda al ombliguismo ibérico y más, cuando se trata de "nuestras colonias" latinoamericanas.
Desde los sectores más reaccionarios se nos insiste una y otra vez en que Venezuela no es una democracia, quizás porque sólo entienden como tal la que han ejercido a golpe de ejército y caudillismo tantos y tantos sátrapas que sucedían a los dictadores de turno que, a su vez, habían aniquilado a golpe de fusil a gobiernos progresistas a lo largo de todo el continente.
Un día sí y otro también, desde todos los ángulos, nos han hecho llegar el mensaje de que el "dictador" Hugo Chávez conseguirá con este referéndum perpetuarse en el poder, como si aquí esa posibilidad de reelección no figurara en nuestra Constitución y en las de diecisiete países de la Unión Europea.
Durante las últimas semanas, se ha alzado un coro de voces formado por articulistas, editorialistas y tertulianos tocando a degüello, sin que nadie hiciera una llamada a limpiar primero nuestra casa antes de atrevernos a cuestionar la limpieza de las demás.
Desde los mass media y, por tanto, desde el seno de una parte de la sociedad española, nos empeñamos una y otra vez en mirar por encima del hombro y valorar, de manera peyorativa, a todo lo que no responda al ombliguismo ibérico y más, cuando se trata de "nuestras colonias" latinoamericanas.
Desde los sectores más reaccionarios se nos insiste una y otra vez en que Venezuela no es una democracia, quizás porque sólo entienden como tal la que han ejercido a golpe de ejército y caudillismo tantos y tantos sátrapas que sucedían a los dictadores de turno que, a su vez, habían aniquilado a golpe de fusil a gobiernos progresistas a lo largo de todo el continente.
Un día sí y otro también, desde todos los ángulos, nos han hecho llegar el mensaje de que el "dictador" Hugo Chávez conseguirá con este referéndum perpetuarse en el poder, como si aquí esa posibilidad de reelección no figurara en nuestra Constitución y en las de diecisiete países de la Unión Europea.
Durante las últimas semanas, se ha alzado un coro de voces formado por articulistas, editorialistas y tertulianos tocando a degüello, sin que nadie hiciera una llamada a limpiar primero nuestra casa antes de atrevernos a cuestionar la limpieza de las demás.
El Eurodiputado Luis Herrero, en el colmo de la chulería, fue capaz de llamarle dictador con el apoyo (y "escándalo" por su expulsión de Venezuela) de una gran parte de los medios españoles. Él, precisamente, un personaje de la extrema derecha y de lo más ultra de la COPE, que se atreve a cruzar el charco para dar lecciones de libertad.
¿Cómo nos atrevemos a cuestionar una democracia legítima, que en los últimos diez años ha propiciado 13 procesos electorales, como reconoce el propio portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Gordon Duguid, que ha dejado absolutamente claro que "el referéndum ha tenido lugar dentro de un proceso plenamente consistente con las prácticas democráticas", sin preguntarnos qué es lo que esta pasando en este país nuestro?
Un país el nuestro, que es capaz de dejar uno de los más importantes sectores estratégicos, la energía, en manos de un Estado extranjero, presidido por un "modelo" de político democrático como Berlusconi, después de un proceso de privatización escandaloso que permitió el enriquecimiento de unos pocos que han especulado hasta el límite.
¿Acaso es democrático lo que está haciendo el sistema bancario español, ahogando hasta el infinito a las familias, los autónomos y la pequeña y mediana empresa, después de participar en operaciones de ingeniería financiera de diseño perverso y de excursiones a paraísos fiscales?
¿Es más democrático el sistema de financiación de los partidos políticos españoles que está sembrando de escándalos este país, con Vicepresidentes de comunidades autónomas y, previsiblemente, algún que otro Presidente, Alcaldes y otros cargos políticos entrando y saliendo continuamente de los Tribunales por casos de corrupción?
¿Es más democrática acaso la situación en la que se encuentra la Justicia en España: lenta, sin medios, mediatizada hasta el límite? ¿Es más democrático un Estado en el que sus sistemas de control, llámese Audiencia de Cuentas, Tribunal de la Competencia, Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, etc, responden a los intereses y criterios de los partidos y de los gobiernos de turno?
¿Es más democrático el sistema electoral canario que anula la decisión de un importante sector de nuestra sociedad? ¿Y una clase política que cuestiona de manera interesada y partidista a la policía, los jueces y los fiscales propiciando en la ciudadanía el desánimo, el desencanto y el desprecio por lo público?
¿Es más democrático un sistema socioeconómico que está agotando los recursos naturales y ampliando las diferencias y abriendo abismos entre los pueblos de la tierra, empobreciendo continentes enteros a los que se esquilma y se explota? Desde luego, ni se le critica ni se le dedican ataques sistemáticos como se hace con el referéndum de Chávez.
Con muchas de sus prácticas políticas estoy en total desacuerdo, me parece, en muchos casos un demagogo, con tintes de caudillismo e iluminado pero, desde luego, no me parece menos democrático que algunos Presidentes de la incuestionable Europa democrática como Sarkozy, Berlusconi o el ultraderechista Václav Klaus, Presidente de la Republica Checa, que no levantan tantas ronchas en nuestras mentes bienpensantes.
¿Eran más demócratas los anteriores Presidentes venezolanos de la derecha o de la socialdemocracia que hundieron un país de enormes riquezas hasta dejarlo en la mayor de las penurias?
Está bien que nos preocupemos por el pedigrí de las democracias del mundo, pero a lo mejor deberíamos cuestionar un poquito los déficit de la nuestra, que tiene en estos momentos a más de un 20% de la población en paro, a miles y miles de ciudadanos en las listas de espera sanitaria, a miles y miles de niños con las peores ratios educativas…
Desde luego, hoy nadie, más allá de las formas, de los modos de Chávez, puede cuestionar que es un Presidente elegido por los ciudadanos de manera absolutamente democrática y que siembra ilusiones en un continente devastado por las tiranías de turno y por las zarpas de un sistema económico y geoestratégico que ha sembrado de dolor, muerte y pobreza ese continente tan cercano a nosotros los canarios. Aún, discrepando profundamente de algunos de sus métodos y de sus actos.
¿Cómo nos atrevemos a cuestionar una democracia legítima, que en los últimos diez años ha propiciado 13 procesos electorales, como reconoce el propio portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Gordon Duguid, que ha dejado absolutamente claro que "el referéndum ha tenido lugar dentro de un proceso plenamente consistente con las prácticas democráticas", sin preguntarnos qué es lo que esta pasando en este país nuestro?
Un país el nuestro, que es capaz de dejar uno de los más importantes sectores estratégicos, la energía, en manos de un Estado extranjero, presidido por un "modelo" de político democrático como Berlusconi, después de un proceso de privatización escandaloso que permitió el enriquecimiento de unos pocos que han especulado hasta el límite.
¿Acaso es democrático lo que está haciendo el sistema bancario español, ahogando hasta el infinito a las familias, los autónomos y la pequeña y mediana empresa, después de participar en operaciones de ingeniería financiera de diseño perverso y de excursiones a paraísos fiscales?
¿Es más democrático el sistema de financiación de los partidos políticos españoles que está sembrando de escándalos este país, con Vicepresidentes de comunidades autónomas y, previsiblemente, algún que otro Presidente, Alcaldes y otros cargos políticos entrando y saliendo continuamente de los Tribunales por casos de corrupción?
¿Es más democrática acaso la situación en la que se encuentra la Justicia en España: lenta, sin medios, mediatizada hasta el límite? ¿Es más democrático un Estado en el que sus sistemas de control, llámese Audiencia de Cuentas, Tribunal de la Competencia, Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial, etc, responden a los intereses y criterios de los partidos y de los gobiernos de turno?
¿Es más democrático el sistema electoral canario que anula la decisión de un importante sector de nuestra sociedad? ¿Y una clase política que cuestiona de manera interesada y partidista a la policía, los jueces y los fiscales propiciando en la ciudadanía el desánimo, el desencanto y el desprecio por lo público?
¿Es más democrático un sistema socioeconómico que está agotando los recursos naturales y ampliando las diferencias y abriendo abismos entre los pueblos de la tierra, empobreciendo continentes enteros a los que se esquilma y se explota? Desde luego, ni se le critica ni se le dedican ataques sistemáticos como se hace con el referéndum de Chávez.
Con muchas de sus prácticas políticas estoy en total desacuerdo, me parece, en muchos casos un demagogo, con tintes de caudillismo e iluminado pero, desde luego, no me parece menos democrático que algunos Presidentes de la incuestionable Europa democrática como Sarkozy, Berlusconi o el ultraderechista Václav Klaus, Presidente de la Republica Checa, que no levantan tantas ronchas en nuestras mentes bienpensantes.
¿Eran más demócratas los anteriores Presidentes venezolanos de la derecha o de la socialdemocracia que hundieron un país de enormes riquezas hasta dejarlo en la mayor de las penurias?
Está bien que nos preocupemos por el pedigrí de las democracias del mundo, pero a lo mejor deberíamos cuestionar un poquito los déficit de la nuestra, que tiene en estos momentos a más de un 20% de la población en paro, a miles y miles de ciudadanos en las listas de espera sanitaria, a miles y miles de niños con las peores ratios educativas…
Desde luego, hoy nadie, más allá de las formas, de los modos de Chávez, puede cuestionar que es un Presidente elegido por los ciudadanos de manera absolutamente democrática y que siembra ilusiones en un continente devastado por las tiranías de turno y por las zarpas de un sistema económico y geoestratégico que ha sembrado de dolor, muerte y pobreza ese continente tan cercano a nosotros los canarios. Aún, discrepando profundamente de algunos de sus métodos y de sus actos.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes.