*Juan Dávila García
Cada día que pasa, el Alcalde de Agüimes y su corporación nos sorprenden más dada su esplendida forma de explotar y acrecentar los valores históricos de tan señero municipio. Ahora, se han involucrado en restaurar, con toda brillantez, el antiguo Faro de la Punta de Arinaga, todo un símbolo arquitectónico que data de finales del siglo XIX, y que, de forma estandarizada, fueron muchos los que se ubicaron en la costa grancanaria, donde su construcción era muy similar, con la única diferencia que su edificación difería en lo relacionado con su superficie, lo que guardaba relación con la categoría que al faro se le asignara. Todos eran cuadrangulares. La mayoría estaban formados por una sola planta, mientras que otros alcanzaban hasta tres. Los mismos disponían de varias habitaciones donde se ubicaba la vivienda del farero, los almacenes donde se guardaba los materiales necesarios para el mantenimiento del faro y un pequeño despacho, todo esto, aparte de la torre donde estaban situadas las linternas y las lentes de señalización.
Este privilegio que los gobernantes del municipio de Agüimes le han otorgado a su faro, no se ha llevado a cabo en otros pueblos de la isla, dándose la circunstancia que, en uno al menos, el edificio que albergaba al viejo faro, una vez construido el nuevo, fuese demolido para vergüenza y oprobio de sus habitantes, como ocurrió con el de Sardina del Norte, en el término municipal de Gáldar.
Estimo interesante citar la historia del Faro de la Punta de Arinaga, que junto con el de la Punta de Melenara, en la actualidad, balizan la costa Este de Gran Canaria. El citado faro de Arinaga, que entró en servicio en el año 1897, balizaba la extensa franja costera existente entre el de la Isleta y el de Maspalomas, iluminando el tramo más peligroso para los navegantes de esta zona, que abarcaba desde la Punta de Tenefé a la Baja de Gando. Las obras del primitivo faro de Arinaga se iniciaron en el año 1888 y finalizaron en el 1892, entrando en servicio, como ya he dicho, en 1897. Las mismas fueron dirigidas por el ingeniero guiense Eugenio Suárez Galván, siguiendo los pasos del proyecto realizado por el también ingeniero, Juan de León y Castillo. El mismo estaba formado por una torre cilíndrica de 4,75 metros de alto, que terminaba en una pequeña corniza que bordeaba el culmen de la torre a modo de balconcillo, sobre el mismo a unos 6 metros de altura sobre el suelo y a 47 sobre el mar, donde se colocó la linterna que tenía forma octogonal cerrada con cristales planos. Para darle mayor luminosidad a la linterna, se le acopló una óptica de la casa francesa Barbier Bernrad & Turenne, que contenía una lámpara Maris de doble mecha, que como principal característica emitía una luz fija de color rojo. En 1962 se cambio su apariencia, emitiendo tres destellos blancos con alcance de 16 millas y dos sectores rojos cuyo alcance era de 12 millas, con el fin de señalizar con bastante más intensidad el espacio comprendido entre la Punta de Tenefé y la Baja de Gando…
Ahora, con muy buen criterio, el Ayuntamiento de Agüimes, lleva a cabo la loable actuación de, no solo conservar tan bella edificación, sino que en la misma va a instalar un museo dedicado a los pescadores y un restaurante, conservando así un trozo de la historia de la navegación marítima que se dio por toda aquella zona hasta no hace muchos años, donde el faro de referencia servía de guía y orientaba a cuantos navegantes se adentraban en sus latitudes. Esta medida llevada a la práctica por los gobernantes de Agüimes dignifica, aun más si cabe, la extraordinaria labor que vienen realizando para el engrandecimiento de tan noble Villa que, sin lugar a dudas, es toda una referencia en nuestra isla de Gran Canaria.