Lunes, 10 de diciembre.
Jesús Vega*
Flora decidió hace unos días no ver los telediarios ni comprar más
periódicos. Total, comentaba en el grupo de amigos, no vale la pena
pues todas son noticias malas y al final quedas deprimida. "¿Te acuerdas,
Flora, cuando comprabas el periódico cada día y empezabas a leerlo por
la última página para mirar primero las esquelas y después los
sucesos?" Y dices que no te gustan las malas noticias…
No sé si sabrás
que hace años existía un diario que sólo publicaba buenas noticias. Pero
la escasez de lectores obligó a cerrar el periódico. Y es que la
mayoría de los lectores, aunque se quejen como tú, prefieren las malas
noticias. Las buenas parece que tienen menos interés.
Estoy seguro, Flora, de que estarás de acuerdo en que, cada día, se
producen en el mundo y en nuestra tierra más acontecimientos positivos
que negativos. Pero, si cualquiera de nuestros medios de comunicación se
propusiera durante una semana contar únicamente lo mucho bueno que se
hace en nuestros pueblos, en algunos ayuntamientos, en los colegios o en
las parroquias, lo siento por esa empresa, pero caería en picado.
De vez en cuando se produce un escándalo en un ayuntamiento o un
obispo hace unas declaraciones desafortunadas y entonces esa noticia se
engrandece, se estira y se repite porque, buena parte de los consumidores
de prensa, lo que buscan es el morbo y eso lo saben mejor que nadie
quienes manejan los medios de comunicación. Pero fíjate, Flora que,
casi siempre, detrás de una noticia mala hay también una buena que pasa
desapercibida. Es bueno aprender a leer entre líneas, a leer lo que no
está escrito. Las noticias del telediario o del periódico pueden tener
una doble o una triple lectura. Depende de nosotros mismos. En este
tiempo cercano a la Navidad, todos nos hacemos más sensibles a la
situación de pobreza y de violencia que se vive en todo el mundo y eso
hace falta contarlo y necesitamos leerlo. Pero al mismo tiempo uno puede
descubrir fácilmente, a la sombra de esa misma noticia, la gran
cantidad de gestos solidarios que se multiplican precisamente por esos
hechos nefastos.
Aunque uno conozca todo lo negativo de la sociedad, siempre hay un
espacio para la esperanza y la alegría. Te lo voy a decir con palabras
de tu admirado Mario Benedetti: “Defender la alegría como un principio…,
defender la alegría como una bandera…, defender la alegría como un
destino…, defender la alegría como una certeza…, defender la alegría como
un derecho”. Leo con frecuencia los blogs de algunos misioneros canarios
que andan por Centroamérica o África y cada día te cuentan la dura
realidad que allí se vive con palabras que nunca transmiten depresión
sino esperanza. Y hasta alegría por los pequeños logros conseguidos.
El derecho a la alegría.
Y te cuento un hecho que viví antes de ayer mismo. Nazaret, una
niña de apenas dos meses, falleció el viernes después de una
interminable serie de circunstancias negativas con operaciones en la
península, traslados al Materno y la lógica preocupación y dolor de la
familia. Cuando me acerqué a dar el pésame a los padres, fueron ellos
los que, con enorme fortaleza y fe, dieron vuelta a la noticia: "Hemos
perdido a nuestra hija", dijeron. "Pero nuestra familia y nuestro pueblo
tienen ahora un ángel en el cielo". Los padres de Nazaret supieron
“leer” la realidad.
Flora, no existen las noticias malas. Sólo hay noticias. Conocerlas
te ayudan a luchar, a reflexionar, a mejorar, a vivir, a denunciar. La
única mala noticia sería cerrar los ojos a la realidad. Un poema azteca
dice que “no es cierto que vengamos a este mundo a vivir; venimos sólo a
soñar.” Hasta a los Evangelios, que narran no sólo el nacimiento de
Jesús, sino su muerte les llamamos “Buena Noticia”. Por algo será.
*Jesús Vega es párroco de Cruce de Arinaga y Playa de Arinaga (www.parroquiasde arinaga.com)