24 de diciembre de 2012

Carta al Viento: "Mensajes tiernos en una dura Navidad"

Lunes, 24 de diciembre.

Jesús Vega*
Me van a permitir que hoy, a sólo unas horas de la Nochebuena, dé la palabra a los niños para que sean ellos los que transmitan todo lo ingenuo, bello, alegre y emotivo que trae la Navidad. Pablo, que ahora tiene ocho años, le escribió una carta a Dios en la que le daba gracias “por salvar de la operación que tuvo mi tío Juan Antonio”. Igual que la de Pablo, he podido leer otros muchos mensajes que niños de 7 y 8 años de Gran Canaria han dirigido a su “querido Dios” o “amigo Jesús”. Por ejemplo Raúl, con su, al parecer larga experiencia amorosa de nueve años a punto de cumplir, se expresa así: “Hola Dios: Te escribo para decirte gracias por hacer que tenga esta familia porque las quiero como nunca he querido a nadie”. Otros, como Jonay, hacen una larga relación de primos y amigos con los que se pelean habitualmente para pedir a Jesús que le ayude a llevarse bien. Y María utiliza la lógica para contarle a Dios que, aunque está bien, “te agradezco por si me quieres dar algo, pero si no, déjame como estoy”.
Son bastantes los niños, como Nerea o Aythami, que lo único que piden en sus cartas es que ayuden a sus padres a buscar un trabajo. O se preocupan de la salud de los demás. Como Carla que está “sufriendo algo” por la salud de su abuela y pide a Dios que le eche una manita. Yamila le cuenta a Jesús que va a tener una hermana y desea “que nazca bien y que mis abuelos se mueran tarde”. Y Andreas, preocupado también por sus abuelos, pide a Dios que cuide de ellos, “pero acuérdate que viven en Málaga”.
Llama la atención en estas cartas que la mayoría de los niños muestran una gran preocupación por los problemas sociales. Y que están inquietos por la crisis, por el hambre, por la pobreza o por “los niños que se han quedado huérfanos”, como cuenta Marta. Ainhoa quiere que la gente sea feliz y deje de preocuparse tanto. Y July afirma con rotundidad que está segura de que, si compartimos lo que tenemos, seremos más felices “porque lo dijo el otro día el cura en la misa”.
Otros niños hacen preguntas directas a Dios. Yoel, por ejemplo, quiere que Jesús responda si de verdad había un buey y una mula cuando nació, “aunque ahora me doy cuenta de que, como eras muy pequeño, no te dabas cuenta porque tampoco yo me acuerdo lo que había en el Materno cuando yo nací”. Kiara pregunta si él conoce por el nombre a todos los niños del mundo y a ella en particular. Y le da una pista por si hay otra con el mismo nombre: “Yo soy la que tiene un lunar en la ceja”. Yonay le pide que crezcan las plantas. Y Kati dice que ella tiene un poco de miedo por algunas cosas que ha escuchado, “pero que no cree que Dios le mande ya 'la del fin del mundo' porque sé que tú nos quieres mucho”.
David y otros aprovechan para decirle a Jesús que lo quieren mucho, mandarle “besos volados” o manifestar que, aunque “algunos dicen que no has existido, yo creo que es mentira porque yo me he dado cuenta que estás ahí”.
Hay más cartas igual de bellas y tiernas. Pero creo que la muestra es suficiente para que ustedes comprendan que con ellas deseo que sean tan felices como estos niños. Y que la Navidad nos siga ayudando a ser más alegres y menos egoístas. Y que, aunque los tiempos sean duros, no se pierda la ternura. ¡Feliz Nochebuena! ¡Feliz Navidad!
*Jesús Vega es párroco de Cruce de Arinaga y Playa de Arinaga (www.parroquiasdearinaga.com)