1 de mayo de 2014

Un vecino de Arinaga, acusado de abusar de un niño, alega en el juicio que "sólo fue una broma"

Jueves, 1 de mayo.

S.E.S., acusado de abusos a un menor, durante el juicio
celebrado en la Audiencia Provincial de Las Palmas
La fiscal Cristina Coterón confirmó ayer ante la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas su petición de una condena de ocho años de prisión para el vecino de Arinaga S.E.S, de 56 años, acusado de abusar de un menor de 16, el hijo del dueño de la tienda en la que compraba habitualmente, en enero de 2012.
Según el informe del fiscal, ratificado por el menor durante el juicio celebrado el pasado martes, sobre las 13.30 horas del día 11 de enero de 2012, el acusado entró como acostumbraba en el establecimiento propiedad de su padre cuando él estaba solo, se lo llevó a la trastienda, le bajó los pantalones y le puso una pimienta o guindilla entre las nalgas para después chupársela. Cuando intentó zafarse, el acusado le practicó una felación y, después, le dijo que no contara nada, que había sido "una broma".
El imputado, que negó haber sido condenado en 2002 por prostituir a otro menor, aunque así consta, reiteró que lo de la pimienta había sido "una broma pesada", y aseveró que lo único que había hecho fue pasársela al niño "por el culo" y negó que le hubiera practicado una felación.
El menor, hoy ya adulto, confirmó su denuncia y expuso por videoconferencia que el acusado le había agarrado del brazo y se lo había llevado a la trastienda: "Me metió una pimienta entre las nalgas y empezó a lamer. Para mí no fue ninguna broma".
La psicóloga forense Nieves González dijo que el testimonio del niño era "creíble" y argumentó que su relato aportaba "detalles específicos y sensoriales" imposibles de fabular. Por su parte, el padre del joven ofreció un dato estremecedor al señalar que antes de este episodio, su hijo había sido víctima de abusos por parte de un entrenador de fútbol y que, por ello, estaba alertado de que debía contarle a su padre si algo pasaba, y así lo hizo.
El abogado de la familia del niño, Juan Sánchez Limiñana, se adhirió a la petición del fiscal, mientras que el defensor, Pedro Lisner, pidió la absolución o la aplicación de la eximente de enfermedad mental. Al término del juicio, el acusado hizo uso de la última palabra para decir "a mí déjenme tranquilo".