Antonio Morales*
El sistema capitalista, que ha mostrado su cara más depredadora en los últimos años bajo el paraguas del neoliberalismo, ha impuesto a nivel planetario un modelo desmedido de desequilibrios, desigualdades y sobreexplotación de los recursos. Las crisis (social, climática, económica, alimentaria…) provocadas por su ambición y actuaciones sin escrúpulos, han puesto al mundo, en lo económico y en lo social, al borde del abismo. Indicadores como la Encuesta Mundial de Valores son tajantes a la hora de afirmar que el ritmo de consumo desenfrenado no solo pone en riesgo la salud de la Tierra sino que separa al 28% de la población pudiente mundial de las otras tres cuartas partes cuyo máximo objetivo es sobrevivir.
En noviembre del pasado año, la ONU lanzaba una dura advertencia a la humanidad sobre el deterioro del planeta a causa del cambio climático. Casi un millar de científicos han elaborado un extenso informe preparatorio de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático en el que concluyen que si no se toman las medidas adecuadas "no hay un plan B, porque no existe un planeta B". Como señala el responsable de la Organización Meteorológica Mundial, "con este informe en las manos, la ignorancia ya no puede ser un argumento para justificar la inacción".
El Informe de Sostenibilidad en España de 2009 certificaba que, de 165 indicadores utilizados como referencia para medir su sostenibilidad ambiental, este país mostraba resultados negativos en 95 de ellos y en otros 29 se encontraba en "situación no definida o difícil de evaluar". Según los datos de este estudio, Canarias se situaba muy por debajo de la media de las comunidades autónomas a la hora de cumplir con estos indicadores.
El último Informe de Sostenibilidad en España, publicado en 2014, realizado con otros marcadores, alcanza, en cuanto al modelo general de desarrollo y cambio climático, la conclusión de que España no reduce su desigualdad con políticas estratégicas, lo que implica un riesgo inaceptable para el desarrollo y para la creación de empleo, así como una amenaza para la equidad social. Ese modelo de desarrollo seguido (basado en la edificación, el consumo de combustibles fósiles para la producción de energía y el transporte por carretera) supone un gran riesgo para el cambio climático.
Otra de las conclusiones del estudio destaca que tampoco se ha impulsado un cambio estructural en el modelo productivo con políticas activas, alineadas con las europeas, promotoras de los sectores económicos emergentes, de alta tecnología, verdes y con futuro. Es pues un reto inaplazable para la creación significativa de empleo y la transición hacia una plena soberanía energética.
Desgraciadamente en este archipiélago atlántico, y desde luego en Gran Canaria, los indicadores sociales y económicos nos sitúan a la cabeza del Estado en paro, pobreza, exclusión social, desigualdad, fracaso escolar… y a la cola en atención sanitaria, prestaciones sociales, dependencia, educación… Y en I+D+i, en soberanía energética, en soberanía alimentaria, en la lucha contra las emisiones de CO2 a la atmósfera…
No hace mucho, el catedrático de Oceanografía Física de la ULPGC, Alonso Hernández, publicaba el último estudio realizado por el Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria en el que se afirma que el incremento del nivel del mar en las costas españolas se agudiza. Canarias sería una de las comunidades más afectadas. Estos datos vienen a confirmar otro estudio realizado hace cinco años por el departamento de Oceanografía Física de nuestra universidad "sin que se hayan tomado medidas para contener las emisiones de los gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento del planeta". Canarias y Galicia serían las comunidades más afectadas y ya el ministerio de Medio Ambiente apuntó en 2007 que muchas playas canarias podrían desaparecer en 2050 debido al aumento del nivel del mar en el mundo provocado por el cambio climático. Confirma lo que apunta el ITC en su proyecto de investigación Climatique: los alisios se están desplazando hacia el este y los efectos son preocupantes para nuestra climatología.
Pero en Canarias seguimos en las mismas, defendiendo los intereses de los lobbies petroleros y gasistas y poniendo en riesgo un territorio frágil en el que empiezan a aumentar las temperaturas, el nivel del mar y la desertización; a aparecer peces tropicales y legiones de aguavivas y a sucederse fenómenos meteorológicos adversos. Estamos a la cola de la lucha contra el cambio climático y en la producción de energías renovables. Permítanme que insista, producir energía con fósiles cuesta cada año 1.500 millones más que en la península. Tenemos las mejores condiciones del mundo para garantizar nuestra soberanía energética y las desperdiciamos irresponsablemente. Y los científicos encargados de velar por el clima y la supervivencia afirman que la lucha por impedir el aumento de la temperatura global, mejorando la eficiencia energética, puede ser la gran revolución económica del siglo XXI.
Hace venticinco años, después de que desde los municipios de Ingenio, Santa Lucía y Agüimes se iniciara un proceso de búsqueda de alternativas administrativas y políticas a la situación que se padecía en esta zona, se creó la Mancomunidad Intermunicipal del Sureste de Gran Canaria. Pronto se pusieron en marcha mecanismos pioneros para mejorar el problema del agua, la recogida selectiva de residuos, la dinamización de los sectores productivos, la creación de diversos servicios comunitarios y tantas otras propuestas de desarrollo.
Muy pronto el trabajo compartido empezó a dar sus frutos. El agua, el gran problema para la subsistencia, se convirtió en el primero y principal de los objetivos. Así nació la desaladora, luego la depuradora y, paralelamente, los depósitos y las redes necesarias para el abasto público, los jardines, la agricultura.... Más tarde vendrían la instalación de aerogeneradores, la energía fotovoltaica, las unidades de controles medioambientales agrícolas e industriales, los proyectos europeos innovadores para la investigación en los campos hidráulicos, solar y del hidrógeno, los Fondos de Cohesión, la Agenda 21, políticas sociales comunes, diseños estratégicos compartidos y una férrea voluntad de una apuesta de futuro ligada al desarrollo sostenible.
Y es que creemos firmemente en la importancia de lo local en la búsqueda de la sostenibilidad. Y es, desde aquí, desde donde debemos hacer todos los esfuerzos posibles para propiciar la pervivencia de los recursos primarios: energía, agua, territorio, alimentación; para favorecer la sostenibilidad buscando un incremento y mejor distribución de los niveles de renta y de empleo; para garantizar el bienestar de los ciudadanos a través de los servicios universales públicos que garantizan la equidad y la igualdad; para propiciar políticas transformadoras…
El Sureste ha avanzado con el conjunto de la ciudadanía, buscando el mayor equilibrio entre el hombre y su medio... innovando, investigando, trabajando contra modelos caducos y peleando desde la unidad contra los que quieren perpetuar en este triángulo de esperanza unas prácticas políticas que atentan contra el futuro compartido de desarrollo responsable que pretendemos construir cada día.
Estamos convencidos de que existen muchas alternativas al modelo neoliberal que nos imponen. Tenemos que apostar por lo cercano en sus acepciones humanas y económicas; porque los medios de producción no pueden estar en manos de unos pocos que condicionan nuestra existencia; porque lo público debe ser garante de una redistribución justa y ambientalmente sostenible de los recursos; porque la eficiencia, el ahorro y el cambio de modelo energético son imprescindibles; porque no podemos renunciar a la justicia social. Y esto no se debe quedar en una propuesta de trabajo de una comarca. Debe tener vocación insular y archipielágica. Esta experiencia de trabajo en el sureste grancanario nos reafirma en la convicción de que otra Gran Canaria es posible.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes y candidato de Nueva Canarias a la Presidencia del Cabildo de Gran Canaria. (www.antoniomorales-blog.com)