19 de noviembre de 2015

Opinión: Cataluña y el 20D: no al miedo

Jueves, 19 de noviembre.

Fernando T. Romero*
A pocas semanas del comienzo oficial de la campaña electoral del 20D, ha explotado el proceso catalán hacia la independencia. Después de la prolongada pasividad de Rajoy durante años, pudiera ocurrir, esperemos que no, que este problema haya pasado ya la línea de no retorno.
No obstante, este grave asunto podría convertirse en tema importante de la campaña electoral, pues según todos los indicios, beneficiaría sobre todo al PP y a Ciudadanos por su discurso de la unidad de España, mientras el PSOE, siguiendo el mismo discurso y a pesar de sus denodados esfuerzos, parece que solo obtendría un beneficio más residual.
De ser así, resultaría lamentable que de una legislatura entera solo tuviéramos presente lo que ocurre ahora en Cataluña, quedando en el olvido todo el daño infringido a la ciudadanía, como el alto nivel de desempleo y los actuales contratos precarios, el castigo a la sanidad pública, a los servicios sociales, los múltiples desahucios, la pobreza o la creciente desigualdad social.
in embargo, para resolver el problema catalán uno coincide con lo publicado recientemente por el abogado y periodista, Ricard Fernández Deu, cuando dice: “No se resolverá el problema de Cataluña con bravatas y salidas de tono. Si algo cabe esperar de las próximas elecciones generales es, precisamente, que el Gobierno salido de las urnas opte por el diálogo y el pacto, atribuyendo a la política la alta misión que le corresponde y que los tribunales no están llamados a reemplazar. Ambas partes están abocadas a algún tipo de renuncia, sin la cual esta situación no tendrá una salida plausible. Es la hora del diálogo y de la cesión.”
Y uno se pregunta, si hubo acuerdo bipartidista exprés para cambiar el artículo 135 de la Constitución para satisfacer a la Banca, ¿no puede plantearse ahora un acuerdo parlamentario de amplio espectro para cambiar o actualizar algún otro u otros artículos que ayuden a encauzar la cuestión catalana? Y todo ello, a pesar de que “los independentistas son muy independentistas y mucho independentistas”, Sr. Rajoy.
Por otra parte, es evidente que no podemos desaprovechar la oportunidad de cambio que nos ofrece el 20D. Se lo debemos a los muchos damnificados que se han quedado por el camino, víctimas de las políticas neoliberales; y también se lo debemos a los muchos ciudadanos que sin apenas recursos, pero con mucha voluntad, han encauzado políticamente la explosión de protesta surgida del 15M, organizando movimientos sociales, vecinales y mareas ciudadanas diversas.
En los últimos años hemos visto a mucha gente, jóvenes y mayores, transmitiendo una ilusión por la política, impensable hasta hace pocos años. A pesar de las dificultades, errores o negligencias humanas en este proceso, todo lo trabajado para acabar con la hegemonía del bipartidismo debe cristalizar ahora, llevando a los escaños del Congreso de los Diputados la esperanza y la voluntad de cambio presente en este país.
Solo ha transcurrido un año y medio desde las últimas elecciones europeas en las que irrumpieron con fuerza nuevas organizaciones políticas. Sin embargo, nos puede parecer que haya pasado mucho más tiempo, tal es la velocidad de vértigo con la que se suceden los acontecimientos en nuestra sociedad. Por eso, es bueno reflexionar y hacer memoria para recuperar lo importante y dejar de lado lo accesorio.
A estas alturas, el mensaje del PSOE sigue desvaído, flojo, pues mezcla cosas fundamentales con cuestiones secundarias. Hace propuestas y luego se desdice de ellas o las debilita y recorta. Los socialistas presentan una oferta light, ni muy de izquierdas ni muy de derechas, ni todo lo contrario. Además, su trayectoria histórica de gobierno genera bastante desconfianza, por lo que es normal que se le fuguen votos hacia Podemos y hacia Ciudadanos, que por lo menos son algo nuevo.
Por su parte en esta última etapa, Podemos ha evitado identificarse con la izquierda más o menos tradicional y se ha dirigido a un electorado más amplio y menos marcado ideológicamente, básicamente cabreado con la situación y ansioso de un cambio al menos en las formas de gobernar. Esta apuesta de Podemos conlleva un riesgo: no hacerse con suficientes votos del centro-izquierda y perder una parte de los iniciales apoyos de la izquierda más radical. Es lo que parece que está sucediendo. Ese giro a la moderación puede no dar los resultados esperados.
En lo que respecta a Izquierda Unida (I.U.), la formación política tradicional que más ha luchado contra la derecha y por el cambio, se ha quedado prácticamente en fuera de juego. En I.U. no han sabido o no han querido entender la estrategia de Podemos o viceversa e intentan recuperar al Podemos radical de los comienzos. Han vuelto al antisocialismo primario y, además, su propia fragmentación interna entre los seguidores de Alberto Garzón, de Pascual Llamazares y de Ángel López, han hecho el resto.
A pesar de todo, estamos convencidos de que si dejamos pasar el tren del 20D, no vamos a tener otra oportunidad como ésta en muchos años. Por ello, es bueno también que no nos dejemos arrastrar por las encuestas, pues éstas se destruyen unas a otras y se utilizan como herramienta electoral para condicionar nuestros estados de ánimo y quitarnos la ilusión.
Mantengámonos firmes, pues como alguien ha escrito, lo peor es el miedo que algunos nos intentan inculcar. No podemos perder esta oportunidad por miedo, porque en la vida las cosas más importantes se pierden sólo por el miedo. El motor del miedo sólo nos puede llevar para atrás, y sólo nos damos cuenta cuando ya es demasiado tarde para rectificar.
Así las cosas, coincidimos con el abogado laboralista, Héctor Maravall: “Sólo una afluencia masiva a las urnas de los jóvenes progresistas y de quienes han salido a la calle en los últimos años, más una inteligente política de alianzas después del 20D, podría evitar la continuidad de la derecha con un pacto PP-Ciudadanos” (derecha dura y derecha torrefactada, en palabras del periodista Arturo González).
Sin embargo, es probable que el 21 de diciembre escuchemos lamentos y agrias increpaciones de algunos, mientras el repuesto de la derecha, la formación de Ciudadanos, puede quedar suficientemente colocada para garantizar la continuidad de las políticas neoliberales.
En todo caso, cualquiera que fuere el resultado, tras las elecciones, la izquierda tendría que pensar muy seriamente su futuro, pues ya está bien de continuar con su vieja tradición de fragmentación política. Y mucho más, si tenemos en cuenta la que ha caído en los últimos años en perjuicio de la ciudadanía.
P.S.: Para evitar posibles interpretaciones impropias, el autor aclara que estos escritos puntuales constituyen su opinión estrictamente personal. Si en algún momento escribiera como portavoz de algún colectivo o grupo político, lo dejaría expresamente indicado. Gracias.
*Fernando T. Romero es miembro de la Mesa de Roque Aguayro.