Jueves, 6 de mayo.
Rosa Santa-Daría*
Los sectores económicos recomiendan ampliar la edad de jubilación, me parece estupendo porque "la experiencia es la madre de la ciencia", pero cuando las condiciones laborales no son buenas, nadie desea permanecer en su puesto de trabajo.
Soy docente, llevo más de 30 años impartiendo clase de Lengua Castellana y Literatura en todos los niveles y materias afines, se cuentan con los dedos de una mano las bajas y ausencias a mi puesto de trabajo. Soy cargo directivo y eso me permite también conocer el funcionamiento del centro más allá de las cuestiones específicas de mi departamento. Doy estos datos para que mi argumento se sustente en cuestiones objetivas.
La Educación Secundaria va de mal en peor. Esta pandemia de la ignorancia vino para quedarse y la única vacuna es una buena ley educativo (malos tiempos para consensos políticos). Cuando yo comparo lo que exijo ahora con lo que exigía cuando empecé, me doy cuenta de cuánto están perdiendo los alumnos-as de estas generaciones, y no me refiero a contenidos memorísticos, que también, sino a valores y competencias (solo hay que evaluar la competencia lingüística para demostrar lo que digo). Llevamos años oyendo justificar este deterioro evidente con argumentos sociales y económicos. Es obvio que en España hay mucha gente que no llega a fin de mes, pero eso no justifica una mala ley educativa, todo lo contrario, la educación es el único medio para salir de una situación familiar adversa.
La sociedad ha cambiado en los últimos 30 años y esos cambios han traído nuevas materias, metodologías y medios de aprendizaje diferentes. Pero antes y ahora los resultados académicos son y han sido heterogéneos y por un mismo centro han pasado alumnos-as brillantes, pero también malos estudiantes. El problema ahora es que no se puede hablar de fracaso escolar porque en esta sociedad de eufemismos interesa ocultar la realidad.
Por ello, basta ya de mentir a la población con calificaciones y promociones engañosas. Basta ya de justificar el desinterés y la vagancia con argumentos económicos. En los centros públicos sabemos mucho de este tema: alumnos-as sin recursos han sido brillantes y alumnos-as con familias de clase media han sido mediocres.
Pasar de curso con todas las materias suspendidas no debería ser legal, titular con suspensos es un fraude. Si los resultados PISA son malos es porque la exigencia y la calidad no son valores en la educación. Si me piden que mienta en mi trabajo, no lo voy a hacer, como no lo he hecho jamás. Pero el malo de esta historia es el que exige y pone las calificaciones reales del alumno-a; el bueno, según los neopedagogos, es el que aprueba a todo el alumnado y los entretiene en el aula.
Como yo no sé hacerlo así y no me creo que esa formación sirva para algo, como veo que todo se diseña para la eterna infantilización de los estudiantes, debo jubilarme en cuanto pueda y dejar este trabajo para los que son menos críticos con el sistema educativo y sí creen que pasando de curso a los alumnos-as solucionamos el problema del fracaso escolar.
Para terminar, me dirijo finalmente a los padres y madres: si su hijo-a es un mal estudiante y aprueba, pregunten por qué; si no ha aprendido nada, pregunten por qué; si un curso sabe mucho porque sus calificaciones así lo indicaban y otro le dicen que no sabe nada, pregunten por qué. Pregunten por qué pasa de curso si no ha adquirido los objetivos del curso o de la etapa, pregunten por qué titula si no ha aprobado todas las materias, pregunten si su hijo-a no sabe escribir correctamente en su lengua materna y no entiende lo que lee, por qué ha terminado la enseñanza obligatoria.
*Rosa Santa-Daría es profesora del IES Joaquín Artiles de Agüimes.