7 de julio de 2022

Opinión: No queremos aprender de la Historia

 Jueves, 7 de julio.                                                                                                         

Fernando T. Romero*

El concepto de “Paz Armada” se refiere a la etapa de la historia de Europa que transcurre entre 1871 y 1914. Se inicia con la unificación alemana y la fundación del Imperio alemán (1871), tras la victoria alemana en la guerra franco-prusiana. A partir de entonces, el poder industrial y económico alemán creció enormemente y, con él, la carrera de armamentos se puso en marcha.
El rápido crecimiento de la economía alemana en el último tercio del siglo XIX amenazaba con superar a la británica. La carrera armamentística entre Alemania y Reino Unido -entonces primera potencia mundial-, acabó extendiéndose al resto de Europa: todas las potencias orientaron su industria a la producción de equipos y armas necesarias para un futuro conflicto. Y, claro, el conflicto llegó. Esta carrera de armamentos sería una de las causas importantes de la Gran Guerra.
Pero es que, además, desde 1882, se había formado ya el primer bloque de países, denominado Triple Alianza: Alemania, Imperio Austro-húngaro e Italia. Y años más tarde, tras diversos acuerdos previos, en 1907, se conformaba definitivamente el otro bloque, denominado Triple Entente: Gran Bretaña. Francia y Rusia. Ya estaba todo preparado para la guerra.
Sin embargo, cínicamente, la política de la época se basaba en el adagio latino: “Si vis pacem, para bellum” (“Si quieres la paz, prepara la guerra”). Y lo que vino no fue precisamente la paz, sino la guerra, que con tanto afán se había estado preparando. Solo faltaba la chispa que iniciara el incendio. Eso ocurrió en 1914: empezaba la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Estos acontecimientos, salvando las condiciones del contexto histórico del espacio y del tiempo, y sin connotaciones de comunismo ni “guerra fría” de por medio, podrían interpretase que tienen cierto paralelismo con lo que ocurre en la actualidad. Y por ello, nos podrían ilustrar de alguna manera.
Repasemos los antecedentes. España entró en la OTAN en 1982, bajo la presidencia de Leopoldo Calvo Sotelo. Esta integración fue ratificada por el pueblo español (52,54%) tras el referéndum de 1986, bajo la presidencia de Felipe González. Y en 1997, España se integra en su estructura militar, bajo la presidencia de José María Aznar. Éstos son los datos históricos, aunque se puede no estar de acuerdo y es muy legítimo manifestarse en contra de esta situación.
Ahora llegamos a la actualidad y, en la reciente Conferencia de Madrid, la OTAN decide rearmarse, exigiendo a sus socios un importante esfuerzo en inversión militar para, según dicen, garantizar la paz. ¿Motivo? La guerra de Ucrania y la actitud del nefasto presidente ruso.
Sin embargo, en esta Conferencia no se ofreció ni una sola oportunidad a la paz. Nadie habló de esforzarse por propiciar una tregua, ni por una llamada a la cordura, a la negociación, ni a ningún tipo de diálogo. Sólo más armamento, más armamento…
Pero es que, además, la Organización Atlántica colocó a China casi al mismo nivel que a Rusia, sin ser protagonista del conflicto. Y ello, solo por el hecho de que este país haya pretendido esforzarse por mantenerse neutral y no haya explicitado su apoyo a la OTAN. Se cumple aquello de “El que no está conmigo, está contra mí” (Mateo, 12,30), que se encuentra también en línea con lo de “Ojo por ojo, diente por diente” (Éxodo, 21,24; Deuteronomio, 19,21).
Con esta actitud, la OTAN podría estar forzando o provocando “de facto” la creación formal del otro bloque China-Rusia, para así, tener, ya, carta blanca para justificar cualquier intervención militar a escala mundial (también en Asia o África). De esta manera, ¿no podríamos concluir que se ha inaugurado una nueva versión de la mencionada e histórica “Paz Armada”?
Por otra parte, las tímidas voces que, en la Unión Europea (U.E), han propuesto la necesidad de un ejército común con una autonomía frente a Estados Unidos, han quedado enterradas definitivamente. Europa, una vez más, cierra filas al servicio de los intereses estratégicos y geopolíticos del Gran Hermano americano.
Con esta reunión de Madrid, algunos ensoberbecidos representantes políticos se han creído protagonistas de un hecho histórico inédito y nunca visto. ¡Pobres e ilustres ignorantes! Los errores vuelven a repetirse. Por ejemplo, está claro que, si adquirimos todos los ingredientes para hacer un potaje, terminamos comiendo potaje.
Asimismo, si adquirimos masivamente armamentos, antes o después, tendremos la guerra. Que no nos engañen. Resulta evidente que la seguridad y la paz no se pueden conseguir preparando la guerra. Y si así fuera, puesto que ya la estamos preparando, ¿por qué nos dicen, entonces, que estamos viviendo actualmente una etapa de gran inseguridad? Se contradicen. O lo que es más triste: nos mienten. Seamos humildes y aprendamos la lección.
Sin embargo, lo que ocurre es que, de manera deliberada, no queremos aprender de la Historia.
*Fernando T. Romero es profesor, historiador e investigador.