22 de enero de 2023

Discurso de Faneque Hernández en el acto de Honores y Distinciones del Ayuntamiento de Agüimes

 Domingo, 22 de enero.                                                                                                                         

Faneque Hernández

El término Agüimes en la lengua antigua de nuestros ancestros viene a significar algo así como “el poblado del oriente”. El prefijo A es un locativo que indica “lugar poblado” mientras que la raíz Güime tiene el significado de “Oriente”, es decir, el este, el lugar por donde nace el sol cada mañana, emergiendo del océano.
Este poblado milenario dio nombre al cantón homónimo, uno de los doce que estaba dividida la isla en época prehispánica, seis por cada reino. Al frente del cantón de Agüimes había un guayre, noble nativo de la familia real, que debía fidelidad al rey de Telde. Las crónicas nos citan a algunos de los más renombrados guayres que tuvo Agüimes a finales del siglo XV como fueron Egenénacar, Autindana o, escúchenlo bien, el mismísimo Guayedra quien en 1482, tras ser bautizado en Córdoba, pasará a ser conocido como don Fernando Guadarteme.
Esta breve introducción viene a remarcar que la Historia de Agüimes no empieza, como algunos se empeñan en decir, a fines del siglo XV con la creación del Señorío otorgado a los obispos de Canarias por los Reyes Católicos. La historia de la Villa comienza mucho antes. Sin poder precisar la fecha exacta de su creación, que habría tenido lugar en los primeros siglos de nuestra era, podemos asegurar que su antigüedad es, con creces, muy superior al milenio.
Entre las instituciones galardonadas hoy por el Ayuntamiento de Agüimes, hay dos, a las que se distingue con la Espiga de Oro, que atestiguan esa historia milenaria. Los clubes de lucha, Unión Agüimes y Roque Nublo, aunque fundados en el siglo XX, representan al deporte vernáculo. Esta práctica tan viva y popular en nuestros días es una de las muchas pruebas de continuidad de nuestro honroso pasado indígena. Hoy el Ayuntamiento procede a reconocerlas por el mantenimiento de esta tradición vernácula y por la exitosa carrera deportiva de ambos clubes de lucha, hoy aquí dignísimamente representados por los apreciados vecinos Fernando Méndez y Antonio Guedes, el pastor, ambos con sonoros apellidos que atestiguan en nuestro mestizaje la importancia de la ascendencia lusa.
De la Historia de la Villa reivindicamos igualmente nuestro pasado hispánico, con la impronta que nos dejó durante tres siglos el Señorío o Cámara Episcopal de Agüimes. De dicha época son muy destacables en la conformación de la identidad de este pueblo los motines de 1708 y 1718, hechos memorables de lucha colectiva contra los abusos de poder, que he tenido el honor de recrear literariamente. El de 1718, a través de un texto escénico titulado “La rebelión de los sureños” que fue presentado hace ahora cuatro años en este mismo magnífico escenario. Y el de 1708, con un texto que tengo en preparación que se titulará “La reata de los doce camellos”. Este será mi particular presente al municipio en respuesta al altísimo honor que hoy se me concede con mi nombramiento como hijo adoptivo de la Villa. Con ambas manifestaciones de unidad de principios del siglo XVIII se forjó un sentimiento de rebeldía ante la injusticia que hasta el día de hoy se mantiene vivo en el corazón de todos los agüimenses, quienes pueden sentirse muy orgullosos de que su heroica ascendencia le haya dado nombre en nuestros días a la populosa ciudad de Vecindario.
Los últimos dos siglos de la historia local son los que se corresponden con la historia propiamente dicha del municipio, una vez segregado Ingenio. De los elementos identitarios de esta etapa queremos remarcar por encima de todo la relevancia de su nivel cultural, lo que dio lugar a que la Villa fuera conocida como la Atenas del Sur. A la creación de este emporio  contribuyó sin duda en origen la memoria de las enseñanzas impartidas en el viejo convento dominico con las que se inicia una historia de la educación en la villa, jalonada de hitos muy importantes, historia que llega a su culmen con la creación del I.E.S Joaquín Artiles, institución a la que se distingue hoy con la Espiga de Oro del municipio por su larga y prestigiosa trayectoria en este campo, institución de la que me precio de haber sido unos de su viejos directores como lo fue también, hasta hace bien poco, mi querido amigo José Arcadio Suárez que hoy recoge el galardón en nombre de toda su comunidad educativa.
El hecho de que Agüimes tenga una personalidad histórica tan remarcada con elementos identitarios nacidos al amparo de su noble pasado indígena, de su carácter rebelde e igualitario y de su envidiable nivel cultural quizás pueda explicar que el municipio haya sido un foco de atracción como lugar para vivir y trabajar para numerosas personas venidas de afuera. De las arribadas de los últimos siglos destacaremos a los inmigrantes procedentes de Lanzarote y Fuerteventura  y a los que vinieron desde las medianías y cumbres de Gran Canaria, todos ellos en su momento bien acogidos como nuevos vecinos y hoy, ellos y sus descendientes, agüimenses de pro. Más recientemente, al amparo de la reconocida calidad de vida y también urbanística del municipio, son muchas las familias que han venido a avecindarse por estos sures. Un buen ejemplo de ellas es la del músico, hoy distinguido a título individual con La Espiga de Oro, Germán López, de cuya amistad me precio. Sus dotes artísticas, su creatividad y su compromiso cultural merecen sin duda alguna el reconocimiento que hoy le hace el municipio a este vecino ejemplar.
En nombre de todos los galardonados, tanto instituciones como personas, le doy las gracias más sinceras y emotivas a Óscar Hernández, alcalde o guayre de Agüimes, por  estos honores y distinciones que hoy se nos otorgan por el acuerdo unánime de la corporación que él preside. Por mi parte, reiterando dicho agradecimiento, deseo terminar mis palabras recitando un poema con el que traté de ensalzar la acogida recibida cuando hasta aquí llegué, por azar, hace más de cuarenta años; y también traté de explicar la clave de los amores que desde entonces le tengo a esta hermosa villa en la que, junto a mi querida compañera, Carmen María Santana, deseo terminar mis días. El poema se titula “Oda a Agüimes”: No reniego de mi origen / en los blancos arenales / de Las Palmas, / pero es aquí, viejo Agüimes, / que he encontrado los anclajes / que anhelaba, / arrojando por la borda / mis pasadas aventuras / como lastre. / Acaba aquí la zozobra / de la eterna singladura / de un errante. / Mareaban las agujas / y mil veces perdí el rumbo / de la marcha / hasta dar con la fortuna / de encontrar puerto seguro / en Arinaga. / Y llegados al destino / que los astros me deparan / en la vida / agradezco que los míos / encuentren al fin morada… / y familia. / A María Tarajano / y al ranchero Pepe Hernández, / que a mis hijos / cual abuelos los cuidaron / con su sello de honorables / campesinos, / los señalo como ejemplo / de la generosidad / sin límite, / y a su casa, como templo / de la hospitalidad / de Agüimes. / Por todo esto declaro / que he encontrado mi hogar / en La Tierra, / que, buscando sin descanso, / hallé por fin el lugar / sin fronteras / donde conviven gentiles / y creyentes sin desaire / ni conflicto. / Salvados los arrecifes / fondeo, pues, al socaire / mi navío. / He de admitir, Viejo Agüimes, / que me guían como faro / tus poetas. / Fue luz don Joaquín Artiles / que me llevó de su mano / por las sendas / literarias del Medievo / como un monje / del Mester  de Clerecía. / ¡Tan primorosos sonetos / nadie cantó como él  a esta Villa! / Cautivó nuestra atención / el que tiene plaza y calle / a su nombre: / el bohemio escribidor, / don Orlando Hernández, / cuyos sones / se declaman cada enero / con su auto sacramental / de los Reyes. / ¡De su legado poético / nos cegó su “Claridad / doliente”! / Me mantiene encandilado / mi maestro venerable: / el juglar / don Francisco Tarajano / que recita su romance / popular / con la paz y la palabra / de los nobles y sufridos / aparceros / y la fuerza de un Doramas / que se opone al exterminio / de su pueblo. / Aguimes, punto de encuentro / de marinos errabundos / y poetas / recalados a buen puerto / con mirada hacia el mundo / siempre abierta. / ¡Oh, Agüimes, guanche otrora, / hoy Oriente de colores / libertarios, / eres nave, viento en popa, / esculpida sobre el Roque del Aguayro.