Jueves, 5 de septiembre.
Rosa Santa Daría
Emprendes tu viaje definitivo. Esta vez, aun más ligero de equipaje, no llevas la guía en papel que te acompañó en todos los lugares que visitaste. Pero si te llevas el alma llena de todo el cariño que recibiste.
Septiembre tenía un valor añadido porque estábamos deseando verte para que nos contaras tus aventuras en aquellos viajes que emprendías cada verano. Ironías de la vida, te vas cuando volvías. Con nosotros se quedan todas las aventuras que viviste que, en ocasiones por ser casi temerarias, nos costaba escuchar en silencio. ¿Cómo pudiste llegar hasta allí? ¿Eso lo comiste? ¿Te metiste en ese transporte? ¿Pudiste dormir en esas condiciones? Te acribillábamos a preguntas que nos respondías con tal naturalidad que hacía que admiráramos tu valentía una vez más.
Viajabas con el billete de avión y la primera noche de hotel, el resto lo decidías en cada lugar que transitabas. Sin móvil ni redes sociales, respetando la naturaleza que te acogía, utilizando transportes lugareños, pendiente de que no te engañaran por desconocer las lenguas que se hablaban. Dudando de tu inglés, demostraste ser el turista perfecto. Huías del viaje masificado y así lo pudimos ver en las muchas fotografías que lo testimonian. Contigo la turismofobia no tendría sentido.
Ahora que viajas solo con billete de ida, tu familia, tus amigos, tus compañeros, te echaremos mucho de menos. Tu generosidad, tu sentido del humor, tu apetito, tu discreción, tu sentido de la justicia, tu defensa del sacrificio, el valor que le dabas a las pequeñas cosas, forman parte ya de nuestras vidas.
Doy gracias por haberte conocido, compañero del alma tan temprano.
Septiembre tenía un valor añadido porque estábamos deseando verte para que nos contaras tus aventuras en aquellos viajes que emprendías cada verano. Ironías de la vida, te vas cuando volvías. Con nosotros se quedan todas las aventuras que viviste que, en ocasiones por ser casi temerarias, nos costaba escuchar en silencio. ¿Cómo pudiste llegar hasta allí? ¿Eso lo comiste? ¿Te metiste en ese transporte? ¿Pudiste dormir en esas condiciones? Te acribillábamos a preguntas que nos respondías con tal naturalidad que hacía que admiráramos tu valentía una vez más.
Viajabas con el billete de avión y la primera noche de hotel, el resto lo decidías en cada lugar que transitabas. Sin móvil ni redes sociales, respetando la naturaleza que te acogía, utilizando transportes lugareños, pendiente de que no te engañaran por desconocer las lenguas que se hablaban. Dudando de tu inglés, demostraste ser el turista perfecto. Huías del viaje masificado y así lo pudimos ver en las muchas fotografías que lo testimonian. Contigo la turismofobia no tendría sentido.
Ahora que viajas solo con billete de ida, tu familia, tus amigos, tus compañeros, te echaremos mucho de menos. Tu generosidad, tu sentido del humor, tu apetito, tu discreción, tu sentido de la justicia, tu defensa del sacrificio, el valor que le dabas a las pequeñas cosas, forman parte ya de nuestras vidas.
Doy gracias por haberte conocido, compañero del alma tan temprano.