Miércoles, 25 de diciembre.
Redacción
La mariposa monarca, originaria de Canadá, es una especie muy especial que sólo habita en la Macaronesia y en Cádiz y que recorre cinco mil kilómetros en sus migraciones para llegar a Méjico buscando el calor.
Llegaron a Canarias en el siglo XIX, se supone que arrastradas por temporales, y aquí se quedaron gracias al clima favorable de las islas.
En Agüimes, un estudioso de las características y propiedades de especie es Luis González, que alienta a la ciudadanía a cultivar las asclepias, única planta, de flor naranja como las alas de la mariposa monarca, de la que se alimenta.
En la azotea de su vivienda, convertida casi en un laboratorio en el que ver y disfrutar del proceso de formación de la oruga de bajo de la hoja, cómo confecciona el hilo de seda para colgarse, el nacimiento de la oruga y su transformación en mariposa, González ve nacer cada cierto tiempo un buen número de ejemplares y asegura que "sería muy bonito llenar el casco histórico de Agüimes de monarcas".
Asimismo, manifiesta que "es todo un ritual" ver nacer una especie que es especial hasta por su nombre, que "obedece a unos puntitos dorados que rodean a la crisálida formando una corona antes de convertirse en mariposa".
Luis González no esconde que su ilusión sería "pasear por las calles de Agüimes rodeado de mariposas como en Cáidz, ciudad donde existe un pasaje en el que paseas con ellas"
En lo alto de su casa, con unas inmejorables vistas de la Iglesia de San Sebastián, González ha avanzado en el proceso de cuidar de estas mariposas, llegando incluso a curar a algunas que nacieron medio moribundas o con problemas, llegando a pegar las alas con una marca concreta de pegamento que dio buen resultado sin dañarlas.
La mariposa monarca, explica, "cumple tres grandes objetivos: la polinización a especies endémicas, el ser un atractivo turístico más por su gran belleza y, a nivel didáctico, enseñar a los niños-as en los centros educativos sus peculiaridades y beneficios en la naturaleza y conocer también que, aunque no es autóctona, tampoco es invasora".
La asclepia tiene una toxina necesaria para la alimentación de la mariposa monarca, lo que la convierte en una especie venenosa para sus depredadores como reptiles o aves, lo que la convierte en una de las plantas más fuertes.
González, que ha visto nacer a unos 800 ejemplares en dos años, quiere hacer extensivo a todos los sectores de la sociedad que "se plante la asclepia en parques, jardines públicos o terrazas privadas porque son baratas y no precisa de muchos cuidados, además de la belleza que ofrecen sus flores de color naranja".
La monarca vive hasta nueve meses desde su eclosión y no tienen sangre propiamente dicha, sino hemolinfa, un líquido análogo a la sangre de los vertebrados, que transporta nutrientes pero no oxígeno en los glóbulos rojos.
Llegaron a Canarias en el siglo XIX, se supone que arrastradas por temporales, y aquí se quedaron gracias al clima favorable de las islas.
En Agüimes, un estudioso de las características y propiedades de especie es Luis González, que alienta a la ciudadanía a cultivar las asclepias, única planta, de flor naranja como las alas de la mariposa monarca, de la que se alimenta.
En la azotea de su vivienda, convertida casi en un laboratorio en el que ver y disfrutar del proceso de formación de la oruga de bajo de la hoja, cómo confecciona el hilo de seda para colgarse, el nacimiento de la oruga y su transformación en mariposa, González ve nacer cada cierto tiempo un buen número de ejemplares y asegura que "sería muy bonito llenar el casco histórico de Agüimes de monarcas".
Asimismo, manifiesta que "es todo un ritual" ver nacer una especie que es especial hasta por su nombre, que "obedece a unos puntitos dorados que rodean a la crisálida formando una corona antes de convertirse en mariposa".
Luis González no esconde que su ilusión sería "pasear por las calles de Agüimes rodeado de mariposas como en Cáidz, ciudad donde existe un pasaje en el que paseas con ellas"
En lo alto de su casa, con unas inmejorables vistas de la Iglesia de San Sebastián, González ha avanzado en el proceso de cuidar de estas mariposas, llegando incluso a curar a algunas que nacieron medio moribundas o con problemas, llegando a pegar las alas con una marca concreta de pegamento que dio buen resultado sin dañarlas.
La mariposa monarca, explica, "cumple tres grandes objetivos: la polinización a especies endémicas, el ser un atractivo turístico más por su gran belleza y, a nivel didáctico, enseñar a los niños-as en los centros educativos sus peculiaridades y beneficios en la naturaleza y conocer también que, aunque no es autóctona, tampoco es invasora".
La asclepia tiene una toxina necesaria para la alimentación de la mariposa monarca, lo que la convierte en una especie venenosa para sus depredadores como reptiles o aves, lo que la convierte en una de las plantas más fuertes.
González, que ha visto nacer a unos 800 ejemplares en dos años, quiere hacer extensivo a todos los sectores de la sociedad que "se plante la asclepia en parques, jardines públicos o terrazas privadas porque son baratas y no precisa de muchos cuidados, además de la belleza que ofrecen sus flores de color naranja".
La monarca vive hasta nueve meses desde su eclosión y no tienen sangre propiamente dicha, sino hemolinfa, un líquido análogo a la sangre de los vertebrados, que transporta nutrientes pero no oxígeno en los glóbulos rojos.