6 de febrero de 2025

Edificio del Hotel Rural Casa de los Camellos y la familia Westerling

 Jueves, 6 de febrero.

Fernando T. Romero*

En Canarias, la presencia flamenca fue numerosa desde los comienzos de la colonización, alcanzando su apogeo entre la segunda mitad del siglo XVI y el primer tercio del siglo XVII. Las ciudades de Brujas y Amberes (Países Bajos) eran puertos internacionales de gran poder económico con una adinerada burguesía local. En este contexto histórico, notables familias de aquellas latitudes se trasladaron y se integraron en la nueva sociedad canaria, aportando a las islas su dinamismo comercial y su patrimonio cultural (arte flamenco).
La familia Westerling fue una de las primeras que se instalaron en Canarias. Procedía de una localidad cerca de Brujas. La presencia de esta familia en el archipiélago se inició con Pieter Westerling, a mediados de la década de 1570, asentándose principalmente en las islas de realengo (Gran Canaria, Tenerife y La Palma).
Pero centrándonos en Agüimes, como ha publicado el profesor Faneque Hernández, ya desde principios del siglo XVII, la casona conocida como “Casa de los Camellos”, era propiedad de la influyente y rica familia agüimense Espino Peloz, cuya heredera Juana Sánchez Espino Peloz, se casó en Agüimes (1700) con el galdense Antonio de Rojas y Guzmán. Este matrimonio residía en la mencionada casona y sólo tuvo una hija, Úrsula Leonor de Rojas.
El mencionado Antonio de Rojas era alcalde ordinario cuando se produjo el motín de los cereales de 1708. Y en el más conocido motín de Agüimes de 1718, como capitán de milicias, estuvo muy activo apoyando a los vecinos amotinados.
Pero sigamos con la huella familiar. La mencionada hija única, Úrsula Leonor de Rojas, se casó en Agüimes (1717) con Juan Westerling Sarmiento, vecino de Las Palmas. Así fue como se introdujo la familia Westerling en Agüimes y accedió a la propiedad de esta singular casona. Ésta, además de vivienda, se usaba también como granero, gañanía, cuarto de aperos, caballeriza y establo de animales.
No obstante, esta familia, como algunas otras, fue también receptora de datas y de consideraciones por parte de los obispos del Señorío. Los Westerling, además, construyeron en la Villa de Agüimes el edificio denominado “Casas Nuevas”, hoy propiedad de la parroquia y conocido como Complejo Parroquial.
Y, como apunta Francisco Tarajano, cuando el obispo Joaquín Herrera (1779-1783) visita su Señorío de Agüimes, el coronel Pedro Westerling ya poseía tierras en Pajonales. Los Westerling también redimieron muchos censos y tributos pertenecientes a la parroquia y a la cofradía de Agüimes.
En Ingenio, los Westerling y los Massieu tenían otras posesiones. Juan Westerling del Castillo autorizó el uso de los camellos para el traslado de la cantería para la construcción de la ermita de la Candelaria. Su hermano Domingo Westerling, sacerdote, influyó en la creación de la parroquia de la Candelaria. Él mismo predicó el día de la inauguración de dicha parroquia (30-noviembre-1815). Isabel Westerling del Castillo se casará con Miguel Massieu. Y en 1833, consta que los dueños de Pajonales eran las hijas de dicho matrimonio a las que sucede Juan Massieu Westerling.
Sin embargo, la ley de Desamortización de Mendizábal (1836) y, luego, la ley de Madoz (1855), provocarán que buena parte de los bienes eclesiásticos y comunales fueran adquiridos por particulares. Pero la mayoría de los vecinos de Agüimes no pudieron acceder a estas propiedades. Sólo algunas familias locales hicieron fortuna, junto con otras de origen foráneo que acrecentaron las suyas (los Massieu, del Castillo, Westerling, Manrique, etc.).
En 1850, Juan Westerling aparece como el mayor contribuyente del municipio. Y según el amillaramiento de 1856, el mencionado matrimonio formado por Miguel Massieu e Isabel Westerling declaraba poseer más de 170 fanegadas de tierras labrantías, de secano y de costa por muchos y diversos lugares del municipio. En 1864, su hijo Juan Massieu y Westerling informaba al Ayuntamiento que los censos de testamentos anteriores ya habían sido redimidos.
Pero, en otro orden de cosas, recordamos que el camello ha sido siempre para los canarios lo que la zoología define como un dromedario, es decir, el rumiante artiodáctilo de una sola joroba procedente del norte de África. Es un animal frugal y sobrio en el comer y muestra una gran resistencia a la sed.
De esta manera, no parece descabellado concluir que el origen popular del nombre “Casa de los Camellos” se deba a la presencia cotidiana del camello en esta casona y a su utilización en la actividad agrícola. El uso del camello en la agricultura marcaba la diferencia de clase y de poder económico frente al humilde agricultor. Por ejemplo, este animal fue utilizado en el motín de los cereales de 1708. Y, como hemos descrito, también se utilizó para el acarreo de materiales de construcción (piedras, cal, arena, cantería, etc.). De la misma manera, mucho más tarde (finales del S. XIX y en pleno S. XX), las empresas exportadoras de tomates en el sureste de Gran Canaria utilizaban con cierta frecuencia a este animal en las labores del campo (época de la zafra).
Por tanto, la familia Westerling y la “Casa de los Camellos” unieron su destino a partir de principios del siglo XVIII (1717), pero con anterioridad esta casona ya existía y tenía otros propietarios.
Por último, añadir que, en febrero de 1993, la Corporación Municipal de Agüimes, a propuesta del concejal Antonio Lozano González, aprobaba la creación de una empresa de turismo, denominada “Turismo Rural de Agüimes, S.L.”, para gestionar el plan de turismo que el Ayuntamiento había puesto en marcha. En estos mismos años noventa, siendo alcalde Antonio Morales Méndez, el Ayuntamiento de Agüimes compraba la “Casa de los Camellos” a los herederos de la familia Massieu Westerling.
Esta casona, tras una profunda reforma, mantuvo oficialmente su tradicional denominación popular y, pronto, se convirtió en el actual Hotel Rural “Casa de los Camellos”. Este hotel, junto con las primeras Casas Rurales, constituyen el núcleo inicial, pionero y emblema esencial de la actividad turística en el casco histórico de la Villa de Agüimes.
*Fernando T. Romero es Cronista Oficial de Agüimes.