4 de octubre de 2025

Colaboración: Legado de cronistas. Fernando, Agüimes, siglo XX

 Sábado, 4 de octubre. 

Victoriano Santana*

Conmemoramos una gesta editorial: seis tomos dedicados a un siglo de vida de un pueblo. Un siglo que se observa desde la casa común de sus vecinos: el ayuntamiento, voz que proviene de 'ajuntamiento'. Término que lleva asociadas palabras como 'juntar', 'unir', 'cohesionar'... Vocablos que producen la impresión de situación colectiva compartida y destino afín.
Un siglo, el dedicado, que comenzó como el final de un largo periodo donde todo parecía estancado desde centurias anteriores y que acabó sembrando las bases de una suerte de prosperidad y progreso que han iluminado la travesía municipal en este primer cuarto de siglo XXI y que, si no surgen reveses graves, seguirán vigentes en este noble sitio hasta, por lo menos, las puertas de esos próximos cien años que no llegaremos a ver quienes tenemos delante este tan simple como sincero escrito que nos reúne.
«Que nadie veremos», he dejado caer. Es cierto, ninguno de los lectores que me acompañan ahora; pero aun así estaremos presentes entonces, incluso cuando el vigésimo tercer siglo llame, y el cuarto, y el que le sigue… Este artículo va de eso, de comunicar que los seis libros que testimonian los latidos de un pueblo del sureste grancanario en un momento concreto del tiempo y desde la principal de sus casas dan cuenta de un pasado que, por una parte, se ha de alimentar en las cotidianas remembranzas diarias y, por otra, que no se puede (no es factible) ni se debe (no es aconsejable) olvidar en el futuro.
En ese pasado recordado y recordable, habitan muchos nombres propios; se halla, pues, lo más importante de una comunidad humana: quienes hacen posible que exista. Nombres de vecinas y vecinos; nombres que estuvieron y, sobre todo, que hicieron. ¿Qué? Losetas del centenario camino. Una, dos, tres… En la mayoría de los casos, losetas buenas, losetas necesarias, losetas que favorecen el avance; losetas que, irremediablemente —sic vita est—, comparten pavimento con otras que no son tan adecuadas y, qué se le va a hacer, con las que no cabe más remedio que calificar de perjudiciales, que pudieron pasar desapercibidas y que, gracias a este proyecto libresco tan exhaustivo, tan focalizado, permiten visualizarse. Baldosas estas que ayudan a saber qué no conviene repetir en la historia de este lugar ameno que, como se reconocen en los vaivenes de la humanidad desde que esta inició su andadura, solo puede evolucionar a través de sus virtudes. Todos los nombres compusieron la ruta y todos ocupan un puesto en estos seis tomos dedicados a un siglo de vida de un pueblo que, como gesta editorial, conmemoramos.
Desde 2016 hasta 2024 vieron la luz estas crónicas agüimenses que, de alguna manera, no dejan de ser también las de cualquier punto de Canarias y, por extensión, las de cualquier sitio de la España peninsular, pues los rincones de una misma nación, en lo esencial para la supervivencia, son más parecidos de lo que muchos de sus habitantes son capaces de imaginar.
Detrás de cada página, de cada referencia, de cada observación, de cada detalle, de las miles de horas de cuidadoso quehacer académico, de revisión de actas, de cotejo de documentos, de estudio y asunción de un profundo amor por Agüimes, está la huella de un riguroso científico que ha entregado una considerable cantidad de días, semanas, meses y años de existencia a dar forma a este proyecto y que, por razonable prudencia, no quiso adentrarse en el siglo XXI porque, como me argumentaba de un modo más que convincente, le falta la necesaria perspectiva temporal.
Estos volúmenes —densos, acreditados, pródigos en la noble voluntad que ha guiado su elaboración— se han compuesto a partir del ADN de las poblaciones: sus archivos, el espacio donde se vela por la preservación de aquello que conforma la más relevante de las valijas populares, merecedora de una atención especial generación tras generación porque en sus cajas, sus expedientes, sus encuadernados, etc., se conservan la historia y la identidad que nos pertenecen. Esta es la materia prima de los tomos y es el fundamento con el que ha edificado nuestro autor sus tareas de investigación y sus publicaciones, que circundan el perímetro de Agüimes, la tierra-madre del Sur, la que nos concede la conciencia de sureños.
Ese es el enfoque desde el que ahora visualizo el maravilloso trabajo realizado por Fernando T. Romero Romero. Hay libros que marcan una vida y que justifican una existencia; otros, además, como ocurre con los de este cronista, condicionan a un colectivo, a una comunidad, pues una vez aparecidos, su sola presencia ya los convierte en imprescindibles, hasta el punto de que si, por la razón que sea, desaparecieran todos los ejemplares que hay, aun aceptando que no se logrará el grado de excelencia de los que nos convocan, alguien debería asumir la ineludible empresa de volver a componerlos, como se hace en las poblaciones tras una catástrofe con la reconstrucción de aceras, tendido eléctrico, limpieza, recogida de escombros, etc. Por eso, entiendo que hay una responsabilidad del pueblo emisor de datos y receptor de la obra hacia lo que representan estos seis títulos; una suerte de compromiso con lo que contienen sus páginas, que no es más que el testimonio de los suyos en un siglo que se va anclando en la memoria de un ayer que, para nuestros jóvenes, nuestros escolares, es remotísimo.
Con acierto, Fernando T. Romero Romero, cronista del municipio grancanario mencionado, magnífico historiador, inmejorable ciudadano, admirable persona y entrañable amigo, dispuso este ejercicio académico en dos bloques bien diferenciados. El primero corresponde a la dictadura franquista y apareció en tres cuerpos que vieron la luz durante tres años seguidos (2016-2018), abarcando el periodo histórico de 1939 a 1977. El segundo consta de otros tres títulos. Comenzó con La Transición española (el cuarto, de 2020), continuó con la alcaldía de José Armas Rodríguez (1983-1987) y llegó hasta el voluminoso tomo publicado en 2024, donde se aborda la etapa de Antonio Morales Méndez al frente del consistorio sureño desde sus inicios hasta el año 2000.
En este viaje de 3 615 páginas, nos acompañaron, en los preliminares, las palabras de presentación del actual regidor, Óscar Hernández Suárez; los prólogos de Francisco Tarajano Pérez (2016), Faneque Hernández Bautista (2017), Antonio Morales Méndez (2018), José Armas Barber y Gregorio González Ruiz (2021 y 2024, respectivamente) y un servidor, que, además de honrado y feliz editor, pudo exponer alguna que otra cosa de su cosecha en algunos volúmenes. Estas voces se complementaron con las imágenes que nos ofrecieron Vicente Hernández Méndez, Manuel Agustín Romero Estupiñán y José Rodríguez Artiles. Y todo en su conjunto fue manejado con mucho cariño y diligencia por la editorial (Beginbook Ediciones), de ahí que, a la suma de gratitudes que corresponde dar en estos apuntes al compañero de lides docentes en el IES José Zerpa y desde siempre ahora admirado amigo por el privilegio de caminar con él durante estos años dando forma a estos tesoros que nos convocan, a los que han aportado sus pasos para que esta travesía libresca llegara a ser tan enriquecedora, y al pueblo que ha protagonizado las páginas de estos seis trocitos de Agüimes —los auténticos redactores de lo que aquí se cuenta—, haya que hacer lo propio con Jorge A. Liria, que hizo cuanto estuvo de su mano para que esta realidad que en este momento tanto nos enorgullece y alegra fuera viable.
Reconozcamos que, con esta inmortalizadora obra, Fernando ya es Agüimes. No es un agüimense que elabora algo sobre su municipio. Es mucho más. No mantiene una posición horizontal con su trabajo, donde se comparte el peso entre creador y creación, y ambos elementos viven de un modo simbiótico. Tampoco tiene una relación de verticalidad inversa, como sucede conmigo, donde el conocimiento del individuo, cuando lo hay, no está alineado con un saber de qué va su producción. Nada de eso ocurre con nuestro autor, pues él, con esta hexalogía, ha trascendido el estatus del firmante de títulos para subsumirse en lo que es la esencia y la naturaleza del objeto de su escritura. Donde va Fernando, va Agüimes. Está en el mismo lugar donde situamos a quienes han contribuido con su talento, con su brillantez, con su calidad humana a que este distinguido pedacito de universo sea lo que es para cuantos lo conocemos y nos preciamos de esta cognición. Por eso, este monumento para bibliófilos, científicos y gentes de sana curiosidad intelectual y cultural merece el agradecimiento de todos, que bien pudiera ser directo (con la lectura de estos seis libros) o indirecto, difundiendo el espíritu de concordia, respeto, solidaridad e ilustración omnipresente en sus páginas y en el ánimo de quien las confeccionó.
*Victoriano Santana es Doctor en Filología Española, profesor de Secundaria, escritor y editor.