Antonio Morales*
Se consumó. Tras una operación de diseño especulativo de primer orden, se acaba de fraguar un enorme pelotazo, uno más, ante nuestras narices y a cuenta de la candidez y el dinero de todos los españoles. Y parece que no nos ha sentado mal el trago. Lo hemos digerido sin trastorno alguno. Estamos habituados, nos hemos acostumbrado y hemos ido apesebrándonos a un ritmo endiablado. Hemos terminado por asumir un rol de títeres sin solución de continuidad.
Estoy hablando, claro, de la venta de Endesa, por parte de Acciona, a la eléctrica estatal italiana ENEL, que asume a partir de ahora el 92% de la empresa y por tanto su control total.
Este pelotazo de última hora y de singular trascendencia para el interés general de nuestro país, se ha diluido en la rutina del día a día. Para los medios de comunicación el "notición", una vez consumado el hecho, ha sido fuente de información apenas durante un par de días. Y a partir de ahí, a otra cosa, que vienen dadas y permitidas por un Estado débil, incapaz de tomar las riendas de la defensa del interés general y de lo público.
La historia viene de lejos y muy bien larvada. La Empresa Nacional de Electricidad Sociedad Anónima, creada en 1944 y plenamente pública, se empezó a privatizar en un 25%, en 1988, por Felipe González. En 1994 se le da una segunda tajada, reduciendo la participación estatal hasta quedarse en un 66,89%. Se abrió así la puerta a su privatización y a propiciar que una empresa pública rentable, que ganaba cada año miles de millones de pesetas para el erario público, se convirtiera en un instrumento de la codicia y el pago de favores.
Con José María Aznar en el Gobierno, entre 1996 y 1998, cuando más ganaba, cuando era más rentable, fruto de su intención de ser más neoliberal que nadie, se consumó la barbarie, frente a las posiciones de Francia, Italia o Alemania, que siguieron apostando por conservar el control público de sus eléctricas.
Así, en junio de 1998, se precipitó una privatización que le permitió al Gobierno llenar sus arcas momentáneamente, a la vez que hipotecaba un bien nacional de indudable valor y, al tiempo, la seguridad del país. Se la dejó de repente en manos de amigotes como Pizarro, que seis años después la vendió a Entrecanales (Acciona) y se quitó del mapa, llevándose una indemnización personal de 15 millones de euros (2.500 millones de pesetas), sin posibilitar la liberación de los mercados eléctricos y por tanto la libre competencia que favoreciera a los consumidores, que no han visto de todas estas operaciones, sino el aumento constante de sus recibos.
Tras todo esto y fruto de la voracidad de un mercado dispuesto a hacer negocio fácil, desde las redes que se tejían desde los vínculos político-empresariales, comienzan a moverse un sinfín de operaciones encaminadas a hacerse con este bien tan preciado, antes público y ahora al albur de la codicia.
No fue una casualidad, por tanto, el que Gas Natural, pusiera en marcha una OPA a Endesa en 2005, ante el enorme cabreo del PP y de Pizarro, hoy flamante diputado popular, que no podían aceptar, así lo manifestaron, que Endesa se convirtiera en una empresa bajo control catalán. Se torpedeó hasta el límite la operación y aparece entonces la alemana E.On con las mismas ansias desaforadas, lo que también se combate duramente desde el Gobierno socialista, que no venía con buenos ojos que nuestra principal empresa energética pasara a manos germanas.
Es de esta manera como aparece Acciona y ENEL, que rompen la operación de E.On, tras ponérsele en bandeja la operación, y se hacen con Endesa. Eso sí, para mayor escándalo, toda la operación se fraguó con un préstamo sindicado del Instituto de Crédito Oficial (ICO) de 500 millones de euros, para que Entrecanales pudiera comprar el 20% de Endesa, una empresa absolutamente rentable que ganó 7.169 millones de euros en 2008.
Sólo dos años más tarde se produce el gran pelotazo que se veía venir, con la reventa de la compañía. Así, José Manuel Entrecanales, por su participación en Endesa, recibirá unos 11.107 millones de euros, 8.218 a tocateja y 2.889 en activos de energías renovables (2.105 Mw. valorados en 1,48 millones el Mw.). Más de 1.850 millones de euros de plusvalías, limpios de polvo y paja, a los que se suma los alrededor de cinco millones de euros que ganó como presidente en 2007 y los 6,3 millones de euros que se embolsó como salario en 2008.
Como si de un milagro celestial se tratara, los señores de Acciona entraron comprando a 32 euros cada acción y se van vendiéndola, sólo dos años más tarde, insisto, a 42 euros.
Estoy hablando, claro, de la venta de Endesa, por parte de Acciona, a la eléctrica estatal italiana ENEL, que asume a partir de ahora el 92% de la empresa y por tanto su control total.
Este pelotazo de última hora y de singular trascendencia para el interés general de nuestro país, se ha diluido en la rutina del día a día. Para los medios de comunicación el "notición", una vez consumado el hecho, ha sido fuente de información apenas durante un par de días. Y a partir de ahí, a otra cosa, que vienen dadas y permitidas por un Estado débil, incapaz de tomar las riendas de la defensa del interés general y de lo público.
La historia viene de lejos y muy bien larvada. La Empresa Nacional de Electricidad Sociedad Anónima, creada en 1944 y plenamente pública, se empezó a privatizar en un 25%, en 1988, por Felipe González. En 1994 se le da una segunda tajada, reduciendo la participación estatal hasta quedarse en un 66,89%. Se abrió así la puerta a su privatización y a propiciar que una empresa pública rentable, que ganaba cada año miles de millones de pesetas para el erario público, se convirtiera en un instrumento de la codicia y el pago de favores.
Con José María Aznar en el Gobierno, entre 1996 y 1998, cuando más ganaba, cuando era más rentable, fruto de su intención de ser más neoliberal que nadie, se consumó la barbarie, frente a las posiciones de Francia, Italia o Alemania, que siguieron apostando por conservar el control público de sus eléctricas.
Así, en junio de 1998, se precipitó una privatización que le permitió al Gobierno llenar sus arcas momentáneamente, a la vez que hipotecaba un bien nacional de indudable valor y, al tiempo, la seguridad del país. Se la dejó de repente en manos de amigotes como Pizarro, que seis años después la vendió a Entrecanales (Acciona) y se quitó del mapa, llevándose una indemnización personal de 15 millones de euros (2.500 millones de pesetas), sin posibilitar la liberación de los mercados eléctricos y por tanto la libre competencia que favoreciera a los consumidores, que no han visto de todas estas operaciones, sino el aumento constante de sus recibos.
Tras todo esto y fruto de la voracidad de un mercado dispuesto a hacer negocio fácil, desde las redes que se tejían desde los vínculos político-empresariales, comienzan a moverse un sinfín de operaciones encaminadas a hacerse con este bien tan preciado, antes público y ahora al albur de la codicia.
No fue una casualidad, por tanto, el que Gas Natural, pusiera en marcha una OPA a Endesa en 2005, ante el enorme cabreo del PP y de Pizarro, hoy flamante diputado popular, que no podían aceptar, así lo manifestaron, que Endesa se convirtiera en una empresa bajo control catalán. Se torpedeó hasta el límite la operación y aparece entonces la alemana E.On con las mismas ansias desaforadas, lo que también se combate duramente desde el Gobierno socialista, que no venía con buenos ojos que nuestra principal empresa energética pasara a manos germanas.
Es de esta manera como aparece Acciona y ENEL, que rompen la operación de E.On, tras ponérsele en bandeja la operación, y se hacen con Endesa. Eso sí, para mayor escándalo, toda la operación se fraguó con un préstamo sindicado del Instituto de Crédito Oficial (ICO) de 500 millones de euros, para que Entrecanales pudiera comprar el 20% de Endesa, una empresa absolutamente rentable que ganó 7.169 millones de euros en 2008.
Sólo dos años más tarde se produce el gran pelotazo que se veía venir, con la reventa de la compañía. Así, José Manuel Entrecanales, por su participación en Endesa, recibirá unos 11.107 millones de euros, 8.218 a tocateja y 2.889 en activos de energías renovables (2.105 Mw. valorados en 1,48 millones el Mw.). Más de 1.850 millones de euros de plusvalías, limpios de polvo y paja, a los que se suma los alrededor de cinco millones de euros que ganó como presidente en 2007 y los 6,3 millones de euros que se embolsó como salario en 2008.
Como si de un milagro celestial se tratara, los señores de Acciona entraron comprando a 32 euros cada acción y se van vendiéndola, sólo dos años más tarde, insisto, a 42 euros.
Después de visto lo visto, hemos vuelto al principio de todo. ¡Endesa vuelve a ser una empresa pública! Si, efectivamente, pero del Estado italiano. En apenas 10 años, tras varios "negocios" que sólo han servido para enriquecer a unos pocos, Endesa deja de ser una empresa pública española y pasa a ser un valuarte fundamental de primer orden del Gobierno Italiano dentro de nuestras fronteras, controlando un sector estratégico de singular importancia. La propia Comisión Nacional de la Energía ha advertido recientemente sobre la posibilidad de que se fuerce un reparto de dividendos para llenar las arcas del Estado italiano.
El Berlusconi que tanto gusta a algunos de nuestros políticos, parece que a José Manuel Soria el primero, va a controlar, a partir de ahora, nuestra energía y las plantas de gas a construir en Gran Canaria y Tenerife. Ya no les importaban a los actuales rectores de Endesa y Gascan nuestra gente y nuestro medio ambiente y menos les va a importar ahora a la Unelco italiana.
Quizás es por eso que ya, viéndolas venir, algún socio de Gascan se ha negado a participar en una ampliación de capital y tal vez sea por eso por lo que los empresarios de Gascan negocian precipitadamente la venta de sus acciones, y bastante al alza por cierto, aunque de esto hablaremos en otro momento.
Para mayor vergüenza y peligro, parece que ahora también la pública francesa EDF ha puesto sus miras en Iberdrola, lo que haría que aumentara considerablemente el porcentaje extranjero presente en el control de la energía española (en estos momentos más de un 50%) que se agravaría notablemente si también cuajase una operación diseñada por Sacyr para vender su participación en Repsol a la rusa Lukoil, a lo que se suma la compra de Hidroeléctrica del Cantábrico, en manos de la portuguesa EDP y de Viesgo, propiedad de E.On.
Mientras, el Presidente de Repsol, Antonio Brufau, se sube el sueldo un 63% en 2008, ganando un total de 4,2 millones de euros, frente a los 2,6 que ganó en 2007, para después anunciar que se congela su salario para 2009. Lo mismo que Ignacio Sánchez Galán, el Presidente de Iberdrola, que cobró en 2008, la friolera de 16,5 millones de euros, un 40% más que el salario de 2007, además de un plus por consecución de planes estratégicos.
Como ven, la viva imagen de la austeridad y de la defensa del bien común de unos señores que pretenden que nos suban los recibos hasta un 31%, durante éste y el próximo año.
Como ven, una simbiosis de pelotazos y desgobiernos de lo público que se mezclan en una vergonzosa componenda para, como está sucediendo en Canarias con el gas, sortear el interés general y seguir beneficiando a un poderoso oligopolio que tiene cogido por los mismísimos al Estado, a sus instituciones y sus representantes. Sin ningún pudor. Sin ninguna duda.
El Berlusconi que tanto gusta a algunos de nuestros políticos, parece que a José Manuel Soria el primero, va a controlar, a partir de ahora, nuestra energía y las plantas de gas a construir en Gran Canaria y Tenerife. Ya no les importaban a los actuales rectores de Endesa y Gascan nuestra gente y nuestro medio ambiente y menos les va a importar ahora a la Unelco italiana.
Quizás es por eso que ya, viéndolas venir, algún socio de Gascan se ha negado a participar en una ampliación de capital y tal vez sea por eso por lo que los empresarios de Gascan negocian precipitadamente la venta de sus acciones, y bastante al alza por cierto, aunque de esto hablaremos en otro momento.
Para mayor vergüenza y peligro, parece que ahora también la pública francesa EDF ha puesto sus miras en Iberdrola, lo que haría que aumentara considerablemente el porcentaje extranjero presente en el control de la energía española (en estos momentos más de un 50%) que se agravaría notablemente si también cuajase una operación diseñada por Sacyr para vender su participación en Repsol a la rusa Lukoil, a lo que se suma la compra de Hidroeléctrica del Cantábrico, en manos de la portuguesa EDP y de Viesgo, propiedad de E.On.
Mientras, el Presidente de Repsol, Antonio Brufau, se sube el sueldo un 63% en 2008, ganando un total de 4,2 millones de euros, frente a los 2,6 que ganó en 2007, para después anunciar que se congela su salario para 2009. Lo mismo que Ignacio Sánchez Galán, el Presidente de Iberdrola, que cobró en 2008, la friolera de 16,5 millones de euros, un 40% más que el salario de 2007, además de un plus por consecución de planes estratégicos.
Como ven, la viva imagen de la austeridad y de la defensa del bien común de unos señores que pretenden que nos suban los recibos hasta un 31%, durante éste y el próximo año.
Como ven, una simbiosis de pelotazos y desgobiernos de lo público que se mezclan en una vergonzosa componenda para, como está sucediendo en Canarias con el gas, sortear el interés general y seguir beneficiando a un poderoso oligopolio que tiene cogido por los mismísimos al Estado, a sus instituciones y sus representantes. Sin ningún pudor. Sin ninguna duda.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes.