5 de marzo de 2009

Richard Santana, adrenalina de montaña

Jueves, 05 de marzo.

La Provincia
La bicicleta es su mejor compañía desde hace más de 15 años y no hay pendiente que se le resista. Richard Santana, Campeón de Canarias de descenso de mountain bike y de la modalidad four cross, entrena cada día para dejar en buen lugar a nuestro Archipiélago en la próxima Copa de Europa y ser el único grancanario en participar en la Copa del Mundo, el próximo mes de junio.
A sus 28 años, Richard Santana, natural de la Playa de Arinaga, competirá en la Maxxis Cup en Vigo y Portugal, dos carreras que le ayudarán a sumar puntos en la cita continental. Si a esto le añadimos que apenas ha tenido apoyo de las administraciones públicas y que han sido su tesón y el amor por el deporte lo que le ha empujado a obterner estos títulos, Santana tiene doble reconocimiento.
"Pertenezco al Club Agüibike, de Agüimes, y su presidente, Félix Ramos, es quien más me ha apoyado siempre", asegura Santana. Aunque comenzó practicando el atletismo, fue la adrenalina de la bicicleta de montaña lo que le enganchó a este deporte para siempre. "Recuerdo que fue con 14 años cuando empecé a coger en serio la bici y ganar campeonatos. Entonces fui a la Península y me di cuenta de lo bueno que éramos los canarios; de hecho, hoy en día, en descenso, tenemos una calidad deportiva reconocida a nivel nacional. A partir de ahí es cuando comencé a practicar cada día".
Asímismo, asegura que son muchos los que consideran este deporte un riesgo y no terminan de entenderlo: "Creo que a veces no se entiende. Los que lo practicamos le echamos narices, no sabría explicar la sensación que produce el descenso con la bicicleta: es estar al límite, disfruto mucho". Las zonas más rocosas y montañosas de Playa del Aguila y de Arinaga, son testigos de los arriesgados descensos de Richard, que entrena cerca de tres horas diarias. "Debes tener una buena forma física para la práctica de este deporte, cuido mucho mi alimentación y procuro llevar una vida sana, además de rodearme de un buen fisioterapeuta y cuidarme en los saltos", añade Santana. No en vano, está en la actualidad en el puesto 16 del ranking nacional de entre 700 corredores en la modalidad de descenso en las pruebas de montaña.
Quizá la parte más triste de este deporte es la poca ayuda que reciben aquellos que lo practican y, encima, se les da bien. Es éste el caso de nuestro protagonista, que ha conseguido llegar donde está, gracias la apoyo de su familia, su novia, María José, y Félix Ramos, pero, según sus palabras, "me ha costado lo mío".
Así, trabaja, desde los 18 años, en la ferretería familiar ubicada en Arinaga y considera que se apoya bastante poco a los deportistas canarios. En la actualidad disfruta de un sponsor principal, Morewood Bikes, que le proporciona material para la práctica de este deporte; también cuenta con la empresa de pintura Tarracol, pero Richard recuerda que este es el primer año que el Cabildo de Gran Canaria le da una ayuda de 400 euros. "Da la sensación que estás rogando que te ayuden. Hay muchos deportistas como yo que llevamos el nombre de Gran Canaria por todo el mundo y, sin embargo, parece que sólo existen ciertos deportes a la hora de ofrecer ayudas. Después de tantos años y tanto papeleo, me dan 400 euros.... Para otras cosas hay mucha ayuda; no lo entiendo", dice con resignación el deportista de nuestro municipio.
Y todo lo anteriormente expuesto, teniendo en cuenta que la bicicleta con la que entrena cada jornada, tiene un precio que supera los 3.000 euros.. "Recuerdo que mi primera bici me la proporcionó el Club Agüibike cuando yo tenía 17 años. A partir de ahí, en unos años la vendí para poder obtener otra un poco mejor y si faltaba dinero, lo ponía de mi bolsillo, y así, hasta ahora. Además, tengo la pega de ser muy alto (1,94 metros), así que las bicicletas deben estar adaptadas a mi tamaño con amortiguadores especiales...", añade con cierto aire de resignación.
A pesar de las dificultades, Richard Santana es feliz con lo que hace, y se le nota. Verle bajar a gran velocidad y dar un salto de impresión, demuestra que, a pesar de los baches, la llegada siempre compensa.