1 de febrero de 2011

Opinión: "Atraco a las cajas"

Martes, 01 de febrero.

Antonio Morales*
A mediados del año pasado escribí un artículo en estas mismas páginas ("Adiós a las cajas"), donde hacía una reflexión sobre el futuro de la cajas de ahorro españolas. En aquella ocasión trazaba un recorrido histórico por unas entidades que tienen su origen en los Montes de Piedad, creados en el siglo XV en torno a la orden franciscana para conceder préstamos sin interés a los más desfavorecidos, y que evolucionaron en el siglo XIX, al amparo de órdenes religiosas y organizaciones de protección a los pobres, para defender a los desprotegidos de los embates de los prestamistas y usureros.
Además de hacer hincapié en su carácter de fundaciones privadas sin ánimo de lucro, gestionadas por sus impositores, los propios trabajadores y el conjunto de la sociedad a través de los representantes de las administraciones públicas locales y autonómicas, destacaba su acentuado papel de protector del ahorro familiar y agente de desarrollo de los "territorios" más inmediatos (familias, pymes, municipios), lo que había hecho posible el que se captara el 51% de los ahorros de los españoles, y que los beneficios obtenidos fueran devueltos a la sociedad a través de la Obra Social.
Advertía entonces también que, desde lo más profundo del capitalismo, y dentro de esta guerra que han emprendido contra lo público, el Estado de bienestar y la democracia, se había desatado una virulenta campaña contra ellas y que el presidente Rodríguez Zapatero, alentado por Aznar, el PP, la derecha mediática, socialdemócratas como Fernández Ordóñez, Almunia, etc., había puesto en marcha un proceso que abría todas las puertas a la privatización total de las cajas, en una operación que produciría la pérdida de treinta mil empleos, el cierre de miles de oficinas, la prejubilación de miles de empleados que pagaríamos todos y la desaparición de las obras sociales (el 25% de sus ganancias) que contribuyen como nada y como nadie al bienestar social de la ciudadanía.
Desgraciadamente, todo lo apuntado en aquel artículo de julio se está cumpliendo a rajatabla, aunque tengo que confesar que nunca pensé que se atreverían a tanto en tan poco tiempo. Pero lo tenían todo muy bien programado. Ya a finales de ese mismo mes, el Gobierno y el Banco de España empezaron a anunciar que había que proyectar nuestras cajas hacia un modelo bancario para poder ejercer un mayor control sobre ellas, reforzarlas y apartarlas de los políticos. Intuyo que se trataba de un globo sonda para medir el grado de sometimiento y pasividad de los hombres y mujeres de este país, a lo que se ve, bastante sumisos. Con la complicidad de las bancas oficiales europeas, españolas y los fondos de control internacionales del capital, los grandes grupos inversores comenzaron a dar señales, empezaron a salivar: el bocado que estaba a la vista era muy apetitoso.
Se suceden en cascada, entonces, el despido de trabajadores, se reducen sueldos de las plantillas (de los directivos no) y se recrudecen los movimientos de los Sistemas Institucionales de Protección (SIP), del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), los instrumentos para el mochazo, que empiezan a recibir la órdenes de proceder a vaciar las cajas. Desde todos los frentes de la derecha y la socialdemocracia plegada a los mercados, empiezan a circular los mismos mensajes: "Hay que urgir a las cajas a ser bancos" (subdirector del BE), "Hay que erradicar a los políticos de las cajas de ahorro" (editorial de El Mundo)… Los grandes Fondos extranjeros (no nos olvidemos, los causantes de la crisis), en una nueva oleada de acoso y derribo, empiezan a afilar sus uñas y a contactar con consultoras y bancos de inversión para preparar el asalto, dado que creen que pueden conseguir una elevada rentabilidad en cinco años porque estas entidades tienen ahora unos precios muy inferiores a los que les corresponden en condiciones normales (¡qué casualidad!)…
Y las cosas se precipitan. En la última semana, el Gobierno anuncia que exigirá en un mes la conversión de las cajas en bancos, el FROB se mueve para atraer inversores ofreciendo las últimas medidas del Gobierno (nacionalizaciones parciales, cambios legislativos para facilitar y acomodar las precios de desmantelamientos y una recapitalización fraudulenta y especulativa) y los mercados aplauden hasta con las orejas y más desde que Fernández Ordóñez anuncia que tiene "manos libres" para actuar.
Y menos mal que este trabajo sucio lo están haciendo los socialistas a través de un partido que aún tiene la O de obrero en sus siglas. Sin el menor pudor, por "el interés de España", y desde la indiferencia de la generalidad de los ciudadanos, se anuncia que se van a destinar 30.000 millones de euros, de dinero público, de todos, para nacionalizar y sanear a las cajas de ahorro para después venderlas al mejor postor, a los grandes emporios financieros, como ya se hizo en su día con la banca pública, las telefónicas, las eléctricas, la aviación civil, etc.
Sin la menor transparencia, sin un debate público democrático, estamos asistiendo ante uno de los mayores robos perpetrados con auténtica alevosía a los ciudadanos de este país.
En pocos meses vamos a ver cómo desaparecen totalmente nuestras cajas de ahorros y con ellas una obras sociales (que sí, que desaparecen totalmente, aunque digan que se crearán fundaciones por los bancos compradores, que a la postre serán únicamente figuras decorativas a expensas de las cuentas de resultados y del reparto de dividendos) que según Peridis (El País, 01-08-10) destinaron en el año 2008 más de 3.000 millones de euros a asistencia social y sanitaria, y a cultura y mantenimiento del patrimonio histórico, artístico y natural, lo mismo que la fundación de Bill Gates. Lo malo es que, como él mismo dice, este dinero lo tendrán que poner las administraciones públicas, pero como no lo tiene y como no se puede gastar porque lo dicen los mismos mercados, serán los más débiles quienes lo terminen sufriendo, como siempre.
En pocos meses vamos a ver como el capital privado, el más especulador, se va a quedar con la totalidad de las cajas españolas y desaparecerán unas entidades sin fin de lucro, cercanas, próximas, sensibles con la realidad del territorio, sus familias y sus pequeñas y medianas empresas.
Y si una de las razones que dan para este atraco es que se realizó una mala gestión fruto de la burbuja inmobiliaria y el crédito fácil y frágil, ¿dónde estaba entonces el Banco de España y su gobernador? Y si otro de los argumentos es que se produjeron episodios de corrupción en la gestión, ¿acaso no pasó igual en la banca privada? Lo cierto es que desaparecen nuestras cajas y que se las quedan, ya verán que a precio de saldo, precisamente los que han provocado toda esta situación. Que ocasión perdida para crear una auténtica banca pública ya implantada y aceptada y que ocasión desperdiciada por la ciudadanía para ejercer sus derechos, para evitar este atraco a las cajas, a todos nosotros. Pero ni una ni otra cosa va a ser posible en esta democracia de mínimos. La mayor rebelión que se nos ocurre es votar al PP. Será que es lo que nos merecemos.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes.