Antonio Lozano*
Roque Aguayro gobierna en Agüimes, con mayoría absoluta, desde el año 1979. Lejos de desgastarse con tan largo ejercicio del poder municipal, este grupo obtuvo en las pasadas elecciones locales el mayor porcentaje de apoyos registrado en el archipiélago: casi un 70%. Es, por lo tanto, de lejos, la fuerza más votada del municipio de Agüimes y, como tal, la que cada cuatro años tiene, tal como estipula la ley, una mayor presencia en los espacios públicos durante la campaña electoral. Hasta que, 32 años después de los primeros comicios democráticos, Roque Aguayro recibe una notificación de la Junta electoral de Zona que deja claro que las cosas han cambiado, que hoy, para la España democrática, Roque Aguayro es una novedad electoral, un recién nacido político que ya sólo puede gozar del 1% de dicho espacio público. Y que ha de retirar de inmediato los carteles, que, "ilegalmente", colocó en las farolas del municipio siguiendo los criterios legales que, desde 1979, habían sido válidos. La razón es sorprendente: la lista política candidata se presenta como agrupación de electores y no como partido político, algo que siempre ha hecho, por cierto, y que por lo tanto es como si se presentara por primera vez; y los resultados anteriores no se contabilizan a tales efectos. ¿Ustedes lo entienden? Pues nosotros sí.
No dudo, salvo que el recurso presentado por Roque Aguayro demuestre lo contrario, que la decisión de la Junta Electoral se ajuste a la ley. En absoluto. Quienes han tomado la decisión son, sin duda, funcionarios diligentes que escrupulosamente cumplen con lo que las leyes dicen que han de hacer. Hasta ahí podríamos llegar. Y eso es, precisamente, lo grave: que exista una ley en nuestro país capaz de rizar el rizo del surrealismo electoral con tal de acotar la llegada al poder de los movimientos sociales ajenos a los dos grandes partidos políticos, esos dos mastodontes que si en una cosa están siempre de acuerdo es en mantener un sistema electoral que condene a la nada a quienes obtienen, a menudo, un muy considerable apoyo del electorado, y que les permita a ellos alternarse en el poder, ese poder que necesitan, más que para llevar a cabo supuestos programas políticos que cada vez, lo hemos visto, se parecen más, para acomodar cual fantásticas posaderas sobre la vida de los ciudadanos sus enormes estructuras organizativas, económicas, burocráticas, partidistas, en el mejor de los casos. En el peor de ellos, remítanse a los múltiples casos de corrupción con el que corroen al país y a la democracia.
Por eso sí lo entendemos. Porque sabemos que la democracia está en horas bajas; porque, como decía Antonio Morales en el discurso pronunciado al recoger el Premio Max en Córdoba, el pasado lunes, la democracia se nos está yendo de las manos. Porque quieren que esa democracia se limite a la deposición del voto, y que una vez realizado el acto supremo, nos callemos y los dejemos actuar en paz. Porque cada vez son más evidentes los intentos de amordazar a los movimientos sociales, a la sociedad civil. Que quiten a Roque Aguayro unos carteles no es preocupante. Que le anulen, como han hecho siguiendo la misma, novedosa y democrática norma, uno de los mítines de cierre de campaña, tampoco. Su principal argumento electoral reside en una trayectoria política larga e intachable que ha transformado profundamente, desde el postfranquismo hasta hoy, el municipio de Agüimes, la sociedad agüimense.
Lo que sí es de verdad preocupante es la deriva que va tomando esta democracia que tanto ha costado conquistar; que los grandes partidos no sean, nos lo dejan muy claro, más que la vía interpuesta por la que las grandes empresas ejercen el auténtico poder, el que arruina las esperanza y la economía ciudadana. Y todo aquello que hace preguntarse a Stéphane Hessel, en su libro "¡Indignaos!": "¿Pero de verdad estamos en una democracia? ¿De verdad bajo ese nombre gobiernan los pueblos de muchos países?"
Y también lo es que sea el PSOE el que haya presentado el recurso para tratar de borrar los años de historia de Roque Aguayro. Y, de paso, la voluntad de miles de ciudadanos de Agüimes, a los que a cambio les piden el voto. Esos mismos ciudadanos que, indignados por la decisión de la Junta Electoral, han empezado a colocar los carteles retirados de las farolas en los balcones y ventanas de sus casas, porque el asalto al territorio privado está a salvo de los embates antidemocráticos de la Ley electoral. De momento, todo se andará si éste es el camino.
El democrático y progresista PSOE, para arañar por la diferencia numérica de carteles (porque otra manera de intentarlo no tienen) unos votos a Roque Aguayro.
Ilusos.
*Antonio Lozano es miembro de la Mesa de Roque Aguayro, escritor, profesor y ex Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Agüimes.
No dudo, salvo que el recurso presentado por Roque Aguayro demuestre lo
Por eso sí lo entendemos. Porque sabemos que la democracia está en horas
Lo que sí es de verdad preocupante es la deriva que va tomando esta democracia que
Y también lo es que sea el PSOE el que haya presentado el recurso para
El democrático y progresista PSOE, para arañar por la diferencia numérica de
Ilusos.
*Antonio Lozano es miembro de la Mesa de Roque Aguayro, escritor, profesor y ex Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Agüimes.