
Canarias7
Luis Ibarra (en la imagen), Presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, acaba de dar un giro de timón al futuro de La Esfinge, el último gran dique del Puerto de La Luz, en Las Palmas de Gran Canaria, cuya construcción costó 60 millones de euros y sobre el que pesa ahora una amenaza de devolución de una parte del préstamo bancario.
Ibarra negocia con el equipo técnico la reordenación de La Esfinge en al menos cuatro direcciones. La prioridad es salvar los reparos que comunicó la pasada semana el Banco Europeo de Inversiones (BEI), que exige al Puerto el reintegro de 25 millones de euros por disconformidad con el plan de usos del espacio que conforma este tinglado de muelles situado en el ala norte, junto a la Zona Franca.
El BEI, con sede en Bruselas, financió casi toda la obra con la premisa de que La Esfinge se dedicaría a carga, descarga y almacenamiento. El anterior equipo rector, presidido por Javier Sánchez Simón, tenía otro criterio que ahora es objeto de polémica por el banco. Fijó el grueso de la asistencia de combustible ante el aumento de la demanda marítica con la intención de ganar suelo. Ibarra, que recibió "con sorpresa" la amenza del BEI, ha preferido aplicar una solución salomónica, evitando el enfrentamiento. "Es mejor llegar a una solución que prime el interés general. Podemos satisfacer a todas las partes".
Solventada las pegas del BEI, el segundo vector de Ibarra pasa por trasladar el negocio de combustible (bunkering) al Puerto de Arinaga, infrautilizado desde su inauguración hace cuatro años a base de barcos chatarra pendientes de subasta o en estado de abandono. "Arinaga cobra fuerza y demostramos a Bruselas que es un puerto comercial competitivo". De hecho, la empresa Petrosigma, dirigida por José Manuel Arnaiz, ex Presidente del Puerto, ha solicitado licencia para instalarse en el Puerto de Arinaga.
El tercer y cuarto objetivo de Ibarra consisten en dar uso comercial a La Esfinge con la instalación de Armas, cuyos barcos de carga y pasaje están esparcidos por todo el puerto, como el Muelle de Sanapú, del que saldría la naviera para repercutirlo en el ayuntamiento capitalino.
Luis Ibarra (en la imagen), Presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, acaba de dar un giro de timón al futuro de La Esfinge, el último gran dique del Puerto de La Luz, en Las Palmas de Gran Canaria, cuya construcción costó 60 millones de euros y sobre el que pesa ahora una amenaza de devolución de una parte del préstamo bancario.
Ibarra negocia con el equipo técnico la reordenación de La Esfinge en al menos cuatro direcciones. La prioridad es salvar los reparos que comunicó la pasada semana el Banco Europeo de Inversiones (BEI), que exige al Puerto el reintegro de 25 millones de euros por disconformidad con el plan de usos del espacio que conforma este tinglado de muelles situado en el ala norte, junto a la Zona Franca.
El BEI, con sede en Bruselas, financió casi toda la obra con la premisa de que La Esfinge se dedicaría a carga, descarga y almacenamiento. El anterior equipo rector, presidido por Javier Sánchez Simón, tenía otro criterio que ahora es objeto de polémica por el banco. Fijó el grueso de la asistencia de combustible ante el aumento de la demanda marítica con la intención de ganar suelo. Ibarra, que recibió "con sorpresa" la amenza del BEI, ha preferido aplicar una solución salomónica, evitando el enfrentamiento. "Es mejor llegar a una solución que prime el interés general. Podemos satisfacer a todas las partes".
Solventada las pegas del BEI, el segundo vector de Ibarra pasa por trasladar el negocio de combustible (bunkering) al Puerto de Arinaga, infrautilizado desde su inauguración hace cuatro años a base de barcos chatarra pendientes de subasta o en estado de abandono. "Arinaga cobra fuerza y demostramos a Bruselas que es un puerto comercial competitivo". De hecho, la empresa Petrosigma, dirigida por José Manuel Arnaiz, ex Presidente del Puerto, ha solicitado licencia para instalarse en el Puerto de Arinaga.
El tercer y cuarto objetivo de Ibarra consisten en dar uso comercial a La Esfinge con la instalación de Armas, cuyos barcos de carga y pasaje están esparcidos por todo el puerto, como el Muelle de Sanapú, del que saldría la naviera para repercutirlo en el ayuntamiento capitalino.