10 de agosto de 2012

"El Duende Soñador" (Para Diodoro Santana, Coordinador de la Red de Bibliotecas Municipales de Agüimes)

D.E.P. Diodoro Santana Suárez
Viernes, 10 de agosto.

Como dice la canción de Alberto Cortéz: "cuando un amigo se va deja un espacio vacío...". Y este cuento es para vos... y para todas las personas que se quedan con algo especial de ti.
EL DUENDE SOÑADOR
Cuentan que en la Biblioteca de Agüimes, vive un duende  soñador. Por las noches, cuando el lugar está cerrado, comienza hacer sus travesuras sin que nadie pueda verlo.
Se detiene sobre cualquier sección, la sección de  literatura infantil de doce a trece años o la de 3 a 5 años, toca cualquier libro con sus manos, da un  bostezo enorme  y ¡¡¡¡zassssss!!!!, convierte a los libros en libros soñadores. 
Estos, como por arte de magia, comienzan a soñar. Algunos sufren verdaderos ataques de risa, otros luchan con piratas o se internan en el mundo de las  hadas o se sienten perseguidos por monstruos o brujas  y comienzan a deambular desesperados  por toda la biblioteca. Otros libros no paran de gritar o de bailar. Cada librito, sueña su sueño preferido.
Cuando el duende soñador bosteza sobre los libros olvidados, éstos sueñan que alguien  acaricia sus lomos, los coge, los abre,  los lee, los escucha y los hace sentir vivos.
El duende soñador se mata de la risa al oírlos soñar en voz alta y al verlos volando de aquí para allá, como verdaderos sonámbulos por toda la biblioteca, les hace vivir  sueños muy extraños,  que desaparecen de inmediato cuando llega el día.
Esta situación  no podía acabar de otra manera: ¡las queja de los vecinos  al bibliotecario! , porque ellos no pueden dormir por las noches a causa de los ruidos extraños que  escuchan  y están seguros y afirman que tanto bochinche llega desde la biblioteca.
Los vecinos describen lo que escuchan y enumeran: ronquidos, voces, música, gritos, risas y todo tipo de sonidos  que perturban y provocan insomnio en toda la vecindad.
El bibliotecario se extrañó de esta insólita situación y puso cara de preocupado.
La mascota de la biblioteca, un lagarto llamado Agüileo, escuchó  la conversación y  no le resultó nada rara, por eso pudo dar su opinión:
-Yo creo en lo que dicen los vecinos, afirmó.
-¿Cómo?, preguntó sorprendido el bibliotecario.
-La mascota, le contó lo que le sucedió en el laberinto de las cuevas del Barranco de Guayadeque, un lugar que está lleno de estanterías con libros de todos los tamaños y de todos los colores donde  hay una sección de libros soñadores. Allí se oyen todo tipos de ronquidos, de voces, de gritos y de sueños,  durante el día y la noche.
Contó que por ser  muy curioso, una mañana  cogió uno de los libros y lo abrió, y… ¿saben lo que pasó? ¡Se llevó un susto tremendo al ver que de las páginas del libro salía un par de ojos que lo miraban! Y como si eso fuera poco, apareció una boca que le dijo: ¡Hola...! Y bostezó.
La mascota  relató que se llevó un gran susto, dio un grito, revoleó  el libro por los aires y huyó corriendo, porque nunca había visto un libro con ojos y con boca.
Ese sí era un verdadero libro soñador, recalcó, pero aquí   la culpa la debe tener el Duende  Soñador,  que es diferente. Seguramente, aclaró, se  ha salido de uno de los cuentos, se siente solo y está haciendo de las suyas.
Buscaré   la solución para que todo vuelva a la normalidad, dijo el lagarto Agüileo. 
Y como Agüileo conocía de sueños y soñadores, todos siguieron sus indicaciones y entre los vecinos, los usuarios y el bibliotecario, buscaron todos los libros de cuentos donde habitaban los duendes soñadores y comenzaron a leerlos en voz alta. De esta manera, el duende sería atrapado por la historia donde él era protagonista. Y así fue que, despacito, muy despacito, se metió en su cuento preferido y se puso a dormir y a soñar.
Mónica Beatriz Priotti Carpi (Playa de Arinaga). 
tallerdecuentosparati.blogspot.com