11 de mayo de 2014

Faneque Hernández, a la búsqueda de Abenchara

El autor, Faneque Hernández, durante el acto de presentación de
su novela "Abenchara" en el Salón de Plenos del Ayto. de Agüimes
Domingo, 11 de mayo.

La Provincia
"Los hechos que se narran literariamente son verídicos; son trágicos, aunque desconocidos". Así lo asegura Faneque Hernández. "¿Quién sabe que la guayarmina y última reina de Canaria, Abenchara Chambeneder, estuvo presa más de un año en el Alcázar de los Reyes Cristianos? ¿Quién sabe que su marido Tenesor Semidán, a quien más tarde se llamaría Fernando Guanarteme, acepta capitular y colaborar con la conquista de Gran Canaria para poder recuperar a su esposa, que pasó a llamarse Juan Hernández?", se pregunta.
Esa es la trama que desarrolla Faneque Hernández. "Defiendo, como historiador literario, que hubo una distorsión: primero un rapto de la reina de Canaria y, posteriormente, una extorsión a su esposo Tenesor Semidán para que capitulase la conquista", afirma el novelista, que se apoya en el historiador Manuel Lobo y en su propia investigación.
Hernández indica que la idea de su novela partió de una visita que hizo en 2008 al patio morisco de el Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba, donde descubrió el relieve escultórico de Abenchara, obra de Facundo Fierro.
En 1482 nació una hija de Tenesor Semidán y Abenchara. Catalina Hernández. "Me pregunté quién era esa señora y que hacía allí una reina de Canaria. Empecé a investigar y descubrí que era Juana Hernández, que era Abenchara Chambeneder", apunta. Él, ya como Fernando Guanarteme, estuvo allí dos veces, en los veranos de 1482 y 1483, después de ganar la isla para la Corona de Castilla con su colaboración, a recoger a su hija y a su esposa.
Fue justo en ese verano cuando también fue paseado montado en caballo por las calles de Córdoba, detrás del Rey Fernando, junto con Boabdil, el rey de Granada, que "había sido capturado también como una muestra de sumisión y vasallaje de los dos. Esa escena también se cuenta y es muy desconocida para los canarios", subraya Faneque Hernández.
Respecto a la redacción del libro, el autor dice que "ha sido una novela muy laboriosa, pero por suerte, hay historiadores que me lo han hecho fácil. Han documentado los hechos de partida de la investigación de Manuel Lobo con la Conquista de Canarias y Miguel Ángel Landero Quesada, profesor de La Laguna, que fue quien descubrió las cuentas de la conquista, en los presupuestos de la Casa Real, donde se dice que Abenchara estuvo allí un año entero presa, cómo la atendieron, las vestimentas, etc.", apunta.
"Ha sido un placer desarrollar esta historia, que estaba bien documentada por historiadores de peso", manifiesta. Hernández aclara que para él, "más que una novela histórica es una historia novelada. Yo no me considero un literato, sino un profesor de Historia".
El autor se ha mostrado satisfecho también de la buena acogida que tiene su obra, ya que sus primeros 300 ejemplares están a punto de agotarse y, de echo, está a punto de salir la segunda edición.
Su novela ha sido promovida por el proyecto de micromecenazgo de CanariaseBook. Presentó la idea y tuvo 60 pequeños mecenas, y antes que terminara la novela, ya estaba vendida. "Es un fenómeno muy interesante desde el punto de vista comercial, que agradezco que me hayan ofrecido desde la editorial Cam-PDS Editores", expresa el autor.
Por otro lado, Faneque Hernández se ha comprometido al final del libro a dar continuidad a la historia de Abenchara y su esposo. "Tienen una larga vida tras los dos últimos años de la conquista de Gran Canaria. Abenchara sufrió, años más tarde, una nueva captura y esclavitud, siendo llevada otra vez presa a Jerez de la Frontera; y de Tenesor Semidán hay que revelar más cosas de una vida tan polémica".
Para situar la historia, Faneque Hernández recordó que, junto en 1482, se unificó la isla, siendo  el rey Tenesor Semidán y la guayarmina Abenchara, porque había fallecido Bentagao, el guanarteme de Telde, y su hermano Abymedeyacoán, que intentó sucederle en el trono, fue capturado y encerrado en la Sierra de Cádiz.
Catalina Hernández, hija de los últimos reyes de Canaria, Abenchara y Tenesor, murió en Agüimes, en casa de una tía, en 1526, cuando tenía 43 años.
El autor apunta que tal hecho lo descubrió hace unos años el historiador Manuel Lobo, prologuista de su novela, cuando encontró el testamento de Catalina Hernández, que dicta su marido después de muerta.
En tal documento se expresa que el motivo por el que Catalina fue a morir a Agüimes fue por estar enferma de la peste. "Allí estaba su sobrina Catalina Garro, hija de Ana Hernández, hija de Fernando Guanarteme, y su esposo vasco Pedro Durúspuro", comenta Faneque Hernández.