Escena de la obra "El enfermo imaginario", una comedia terapéutica, versión de una de las obras más brillantes del teatro clásido francés |
En "El enfermo imaginario", Argán, el protagonista de la obra, que se cree muy enfermo y cultiva con pasión sus males, siempre rodeado de medicinas y médicos, quiere casar a su hija con uno de ellos, pero ella está enamorada de Cleanto. Belina, la segunda esposa de Argán, finge amor y compasión para ser la única heredera.
Esta obra es la última y una de las más geniales creaciones de Molière. En ella brilla, quizá como en ninguna otra, la vis cómica del autor francés. La burla contra la petulancia de los médicos tiene aquí un tono demoledor, en la mejor tradición de la sátira; pero, al mismo tiempo, el retrato maníaco aprensivo de su protagonista, empeñado en estar enfermo a pesar de su vigorosa salud, va más allá de la caricatura para alcanzar el disparate, el absurdo, no exento de comprensión e incluso ternura, que enlaza con las formas más modernas de humor.
Dirigida por Severiano García e interpretada por Víctor Hubara, Soraya G. del Rosario, Diego Lupiáñez, Carlos Pedrós, Amanhuy Calayanes y el propio Severiano García, "El enfermo imaginario" divierte e instruye hoy como entonces por su imparable comicidad, por el ridículo en que sume a los blancos de su sátira, que no es sólo la medicina, sino la familia, la ley, el dinero, la hipocresía, el abuso de poder, la debilidad y la pusilanimidad. Es decir, la condición humana en general.