22 de junio de 2016

Opinión: A escasos días del 26J, ¿esperanza o desencanto?

Miércoles, 22 de junio.

Fernando T. Romero*
En la recta final ya hacia el 26-J, se está evidenciando la existencia, por primera vez en décadas, de una alternativa política clara a las fuerzas tradicionales que, alternándose, han gobernado siempre en España. Este hecho ha provocado, inevitablemente, que buena parte de la campaña esté girando en torno a Unidos Podemos. Por eso, quienes han vivido de la alternancia, viven ahora bajo el posible fantasma de la victoria de la alternativa.
Y las propuestas sobre los pactos poselectorales lo confirman. Hay un claro intento de continuar con el bipartidismo PP-PSOE, al que se sumaría Ciudadanos como mero apéndice, cumpliendo así con la razón primera de su existencia: sostener a los partidos tradicionales de gobierno en este país.
Es evidente también que la falta de autocrítica en el PSOE constituye una de las causas de la enorme decepción que muchos jóvenes muestran hacia este partido. El PSOE se ha quedado sin discurso, sin saber cuál es su lugar en la política, más allá de los eslóganes vacíos contra Rajoy y contra Podemos.
A Sánchez ya no le vale el discurso de diciembre. La posibilidad de tener que apoyar a Iglesias como presidente horroriza a los sectores moderados socialistas, que ven cómo Podemos avanza en su espectro ideológico; pero sin pararse a pensar en que si Podemos planta su tienda de campaña en el solar socialdemócrata, es porque se lo encontró vacío, tras la mudanza al social-liberalismo de sus anteriores propietarios.
Así las cosas, los socialistas prefieren que se facilite gobernar al PP en una legislatura corta, que permita al PSOE recomponerse en la oposición, y volver a la carga cuando el efecto Podemos pudiera perder fuerza. En esta posición parece encontrarse Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, varios presidentes autonómicos (Extremadura, Aragón, Andalucía) y otros influyentes barones.
Sin embargo, como ha escrito Isaac Rosa en eldiario.es: “Si el PSOE está hoy en un callejón sin salida, y cualquier decisión que tome, puede ser su tumba, nadie lo empujó, se metió él solito ahí. Por eso, el debate no está en que Podemos empuje al PSOE para echarlo, sino en que el PSOE intenta recuperar un terreno donde ya viven otros. Buena parte de los votantes que han cambiado de papeleta no han sido engañados por Podemos, sino defraudados por el PSOE”. Además, ¿se acuerdan ustedes de aquel no tan lejano clamor: “¡Zapatero, no nos falles!”? Pues eso.
Por otra parte, el discurso de la derecha, que en este país se autodefine como de centro para atraer a incautos, intenta aterrorizar a la población definiendo el programa electoral de Unidos Podemos como extremista y homologando, además, la victoria de la coalición con la desunión de España.
Y uno, ante ese discurso, se hace las mismas preguntas que Roberto Barrios: ¿son los extremistas los que han desahuciado a mujeres, dejándolas en la calle con niños a su cargo o los que amenazan a muchos con quitarles la vivienda? ¿Son los anti-sistemas los que en la práctica han congelado desde hace cuatro años las pensiones de tantas personas? ¿Son los radicales los que han subido el IBI y el IVA de forma escandalosa? ¿Son los extremistas los que han subido las tasas universitarias que han impedido a muchos jóvenes acceder a la Universidad?
¿Son los radicales anti-sistemas los responsables de que 13,5 millones de ciudadanos se encuentren actualmente en riesgo de pobreza y de exclusión social? ¿Son los extremistas los responsables de los actuales altos niveles de desigualdad y pobreza los que han roto España socialmente en los últimos años?
Es evidente que el protagonista y responsable de todo lo anterior ha sido el gobierno extremista, radical y pro-sistema del PP, que ha gobernado para beneficiar a influyentes minorías y que, paradójicamente, se define a sí mismo como moderado, sensato, serio y equilibrado. ¿Alguien da más? Y eso que no hemos mencionado para nada los casos de corrupción de este partido. ¡Viva la moderación y la seriedad del PP!
Sin embargo, en origen, toda la responsabilidad recae sobre los partidos PP y PSOE que, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, y a espaldas de la ciudadanía, aceptaron y firmaron la reforma del artículo 135 de la Constitución. Como en su momento expresó Abrahán Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. ¡Qué párrafo tan actual después de más de 150 años!
En lo que respecta a Unidos Podemos como coalición electoral, siendo necesaria, no es suficiente, ya que la oposición al cambio será enorme. Por eso, esta coalición progresista tendrá que desarrollar una unidad de acción respetando la diversidad, pues no hay que confundir unidad con uniformidad.
Y también tendrá que generar una cultura de acción común. La vía parlamentaria es esencial, pero debe complementarse con la participación y la movilización de la ciudadanía, ya que para un movimiento progresista centrarse sólo en la vida parlamentaria tiene sus riesgos. No nos olvidemos que en las movilizaciones del 15M era un clamor aquello de: “¡Que no, que no, que no nos representan!”. Por tanto, que no se repitan los mismos errores del pasado.
Como ha escrito el profesor Vicenç Navarro: “… el punto común debe ser el programa a desarrollar. Es el programa, y no la ideología, lo que debe cohesionar a la coalición”. Está claro que sólo si la coalición progresista consiguiera un excelente resultado electoral, se dificultaría enormemente las diversas operaciones en curso para burlar, pacto mediante, el resultado de las elecciones.
Añadir, finalmente, que la lucha política no acabará el 26-J, sino que se ahondará entre dos propuestas de sociedad incompatibles: la de la justicia, la solidaridad y la democracia; y la de la corrupción, la explotación, la desigualdad y la pobreza. La ciudadanía tiene la palabra y decidirá con su voto.
*Fernando T. Romero es miembro de la Mesa de Roque Aguayro.