14 de febrero de 2017

Colaboración: 14 de febrero, Día de San Valentín

Martes, 14 de febrero.

José López Cazorla (Pepe el de Guayadeque)
Felicidades a todos y a todas los que llevan su nombre, aunque la gama del comercio este día lo ha dedicado a los enamorados.
¡El amor, eso que nada cuesta y que tanto vale!
¡El amor del Bueno!
Ese que no se demuestra ni con un abrazo ni con un beso sino con hechos.
Los que hace ya algunos años que nacimos, seguro que recordamos el amor que había en aquellas parejas de antaño. Eso tan valioso que se transmitía de uno a otro.
Recuerdo aquellos tiempos de mi niñez, cuando nos quedábamos con nuestros abuelos. Veíamos aquellas parejas de ancianos llenos de amor y ternura, desde que se levantaban hasta después de acostados, contándose su vida uno al otro, lo que habían hecho durante el día y lo que pensaban hacer el día siguiente.
Veíamos como se preguntaban el uno al otro; sin llamarse, se preguntan: “¿tú me llamaste?
Cuando uno de los dos estaba enfermo, la pregunta de cada momento ¿cómo andas oye? Y respondía el otro: “un poco mejor, aooo”.
Cuando se ponían a escuchar el programa de la ronda, con que alegría se miraban y se decían “ésta te la dedico yo a ti” y se ponían a bailarla cuando apenas podían caminar.
Y si recordamos a nuestros padres, aquellas amas de casa que tanto trabajaban para la labor de la casa, sin planchas eléctricas, sin lavadoras, sin secadoras…, aquellas mujeres que tenían la ropa de sus esposos e hijos planchada a plancha de carbón o con plancha de hierro calentadas en cocinillas de petróleo. ¡Qué trabajitos aquellos!
Cuando tenían que buscar leña para hacer la comida en esos fogales de piedra, que potajes aquellos.
Había diálogo, es decir, había mucho amor. Tanto era, que cuando se separaban uno del otros, bien fuese a temas de trabajo o faena de los campos, o quizás algún entierro o quehaceres familiares, apenas se demorase un poco más de lo debido, ya el otro no paraba de salir y entrar a la vivienda preguntándose: “¿Qué le habrá pasado a fulano o fulana, que ya me está pareciendo tarde, le habrá pasado algo en el camino?”
Lo más novedoso era que cuando llegaba el que estaba por fuera todo eran besos y abrazos, como si hubiese tiempo que no se hubiesen visto.
¡Qué bonitos recuerdos aquellos tiempos!
Cuando nacía alguna criatura era tanto el amor que se transmitía en esos hogares que no sabía que hacer uno para el otro y los dos para la criatura. Cierto es que todo era amor, y bien los mimitos de aquellos esposos que hacía a sus parejas y a su recién nacido buscando y haciendo los calditos de gallina y de pichón, que en aquella época eran recomendables, y de verdad que bien hacían.
Aquellos cantos que se dedicaban uno al otro en esos bailes que se realizaban en los campos.
Esas parejas que sin llamarse se contestaban, sin pedir nada recibían mucho a cambio, sin haber medios lo hacían todo, es decir había mucho diálogo y mucho amor.
Desgraciadamente, hoy con tanta tecnología y tantos medios, el amor desafortunadamente ha ido en muchísimos lugares a menos.
Si antes te levantabas y preguntabas a tu pareja como había pasado la noche e ibas a ver a cada uno del hogar, como se encontraba y a darle el beso de buenos días, hoy la mayoría, según encuestas, según despiertan manos al móvil. Sí, al móvil, ese aparato tan pequeño que tanto ha hecho acabar con el amor, no con el amor del catorce de febrero, sino con el amor de los 365 días del año. ¡Qué triste! Pero cierto.
Me pregunto yo: dicen que los virus son transmitidos a través de la atmósfera. A ver si hay algún sabio, o quizá, no tan sabio, y transmite a la atmósfera el amor del bueno y así haya la posibilidad que se transmita por todo el mundo y acabemos con las guerras, las violencias y el hambre.
Dios quiera que así sea. Mucho mejor para el mundo, mucho mejor para todos.
Con cariño y amor para ti.
Hasta siempre.