22 de octubre de 2021

Opinión: Prejubilados en Educación

 Viernes, 22 de octubre.                                                                                                     

Rosa Santa-Daría*

Pepe, Goyi, Rita, Isabel, Paco, Ángel, Vicente y muchos más son nombres de los docentes que se van prejubilando en cuanto cumplen los 60 años porque están cansados de trabajar para una Administración educativa que poco o nada se ha preocupado por ellos. La experiencia que todos han adquirido como extraordinarios profesionales no le sirve de nada a un país que prefiere que sus trabajadores se marchen decepcionados y cansados porque la enseñanza ya no es lo que era.
El profesorado se siente marioneta de las sucesivas leyes educativas que tienen como único objetivo la expedición de títulos. Quienes se jubilan ahora conocieron las aulas en las que el profesorado era la autoridad en su materia y, como tal, la evaluación que hacía del aprendizaje del alumnado era vinculante y solo se discutía y argumentaba en los equipos educativos formado por los profesionales de la educación en el aula.
Han pasado ya muchos años en los que, afortunadamente, hemos visto cómo la escolarización en España es un derecho real y cómo las aulas de los centros públicos son ejemplo de convivencia entre clases sociales y capacidades diferentes. Una vez que se consiguió es objetivo, que ya no deberíamos cuestionarnos, tocaba luchar por la calidad y no se está haciendo. No todos los jóvenes tienen aptitudes para el estudio y por ello seguiremos hablando de fracaso escolar porque somos personas y el éxito no viene en el ADN. Empeñarse la Administración en regalar  promociones y títulos es señal de que no tiene los pies en la tierra y que se olvidan de que jamás se conseguirá en un centro educativo, ni en una comunidad autónoma, ni en un país el 100% de éxito escolar porque la perfección no existe.
Propongamos mejoras reales sin tocar la calidad del aprendizaje. Por ejemplo, planteemos al profesorado que lleva más de 35 años acudiendo al centro educativo y que se plantea la prejubilación con 60 años, quedarse algún curso más en el centro para ser tutor real de los jóvenes aspirantes a desempeñar la docencia de su misma materia. Sería una bonita manera de homenajear al que ha dedicado su vida a plantar semillas de conocimiento y de fortalecer el ciclo de la vida laboral.
Sea lo que sea, deseamos lo mejor para la nueva etapa vital de quienes se jubilan o prejubilar después de una larga vida laboral de entrega. ¡A disfrutar toca!
*Rosa Santa-Daría es profesora del IES Joaquín Artiles de Agüimes.