Martes, 12 de julio.
Antonio Morales*
El pasado sábado 2 de julio celebramos en Artenara un encuentro popular con motivo del tercer aniversario de la declaración de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montañas de Gran Canaria como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Era una asignatura pendiente el encontrarnos en la cumbre de Gran Canaria para celebrar una de las conquistas más importantes de su historia.
Sin duda es uno de los logros más relevantes de esta isla haber conseguido que la comunidad internacional reconociera los extraordinarios valores de estas montañas y que hoy estén en el mismo nivel que las pirámides de Egipto, la isla de Pascua, Altamira, Atapuerca, Machu Pichu, las mejores catedrales y los mejores conjuntos históricos del planeta.
Y ese extraordinario logro ha sido gracias a la gente que habita ese territorio y a sus antepasados, a quienes desde tiempo inmemorial horadaron la roca para vivir, construyeron graneros en lugares inaccesibles, enterraron a sus muertos para hacerlos inmortales en los lugares más escarpados de esta sierra, sacaron frutos en las laderas más empinadas. Y en los fondos de barrancos aprovecharon el agua con ingeniosos sistemas de captación, canalización y almacenamiento como esos impresionantes albercones que descubrimos en este paisaje, organizaron sus vueltas de ganado para tener un exquisito y sufrido recurso siglo a siglo, mantuvieron el viejo oficio de convertir el barro en útiles recipientes con la simple tecnología de sus manos.
Pero no solo hicieron estos espectaculares poblados, esas encaramadas veredas, sino que crearon entre esas montañas, el mundo de sus creencias. Y en muchas de ellas sentimos aún sus ritos, cantos y plegarias que como un eco corren por los barrancos hasta las tierras bajas y se elevan hasta el cielo, en almogarenes y santuarios: en el Bentayga, Acusa, Risco Chapí o Risco Caído, donde el preciso conocimiento del cielo y del movimiento de los astros organizaba su tiempo, el de la siembra, el de los partos y el de la oración. Pero lo más grande, lo más que asombró al mundo, es que siguen vivas aún muchas de esas cosas que formaron parte de la existencia diaria de sus antepasados.
No quedó el habla pero sí su lengua en muchos de los nombres de estos lugares, en plantas, costumbres, animales y creencias. Quedaron esas rutas que el ganado y los pastores han seguido hasta ahora, quedó el oficio de excavar cuevas para vivir y quedaron cientos de familias que viven o usan sus cuevas hoy, quedó la mano de Mari que ha de multiplicarse en otras manos, quedaron las señas del tiempo como nos contaba Juan Cubas…
Quedaron profundas y escondidas creencias hasta hace poco como las de Zaragocita, quedó el oficio de hacer un buen gofio, como el de Marquitos en La Culata. Y quedó el convencimiento de que todo esto vale la pena conservarlo y sobre todo que es necesario impulsar nuevos proyectos para empujar a la gente joven, como los que proponía, con un enorme ímpetu, Miguel Medina, tristemente fallecido y que forma parte ya de la memoria de estas Montañas Sagradas…
Quiero recordar a tanta gente que ha hecho posible este logro, como a Pedro Melián que se atrevió a traspasar esa joya de la cultura que era su pajero al Cabildo para cautivar al mundo, prolongarla e investigarla. A Juan Cubas por entregarnos como un tesoro la Cueva de la Paja, a Bonifacio, a Leonardo y a tanta gente que cortocircuitaron su herencia para entregársela a este pueblo.
La declaración de Patrimonio Mundial es fundamentalmente un compromiso adquirido. En primer lugar del Cabildo, como institución responsable de su gestión y de su buen andar, también de los ayuntamientos, que siempre han estado en primera línea apoyando la actuación, con una constante ayuda para sacar adelante actuaciones y promover la difusión de estos valores y, desde luego, de la sociedad en su conjunto...
Es de destacar el compromiso de emprendedores y emprendedoras, como la asociación EDARTE, por generar riqueza en estas cumbres, de movimientos vecinales, como los de Juncalillo, el Tablado y La Poza que han mancomunado sus esfuerzos o de colectivos y asociaciones culturales, ambientales, deportivas, religiosas y educativas que aportan su inestimable granito de arena de barranco a este proyecto.
Y en este sentido, quisiera detenerme en un hecho clave para garantizar el futuro de este paisaje cultural: sin las personas esta riqueza no tiene futuro. Podemos quedarnos con la postal del paisaje pero habremos perdido el alma, la fuerza de esta cultura. Si apenas quedan 11 niños y niñas en el colegio de Artenara, una tarea de primer orden ahora es hacer que crezca la población y que se pueblen estas tierras.
Y para ello estamos haciendo esfuerzos desde el Cabildo de Gran Canaria. En estos tres últimos años hemos invertido unos 12 millones de euros para el Patrimonio Mundial. Solo en Risco Caído, para sostener las cuevas principales, recuperarlas y restaurarlas -como la Cueva de la Paja-, investigarlas o monitorizarlas, se ha invertido 1.160.000 euros, a lo que habrá que sumar el proyecto en marcha de recuperación paisajística de todo el entorno de Risco Caído de aproximadamente 1.400.000 euros. La extraordinaria réplica que hay en el Centro de Artenara y que alivia la presión sobre el yacimiento original, tuvo una inversión de unos 350.000 euros, realizado por una de las mejoras empresas del planeta en este tipo de trabajos.
En Tejeda hemos invertido más de 425.000 euros en la mejora del barrio de Cuevas del Rey, unos 300.000 euros en la modernización y mejora del Centro del Bentayga y unos 480.000 euros en el acondicionamiento del Centro de Gestión de Tejeda, además de otros proyectos en marcha como la recuperación de Degollada Becerra para nuevo Centro de Interpretación y usos multifuncionales, previsto en unos 500.000 euros, o el proyecto de rehabilitación de la antigua escuela de Barranco Hondo en el municipio de Gáldar, por 236.000 euros.
Distintas acciones desarrolladas por otras áreas complementan este paquete de acciones directas en este Paisaje Cultural. La Cumbre Vive, dotado con más de 8.000.000 de euros, complementa estas actuaciones con propuestas ligadas al desarrollo comercial, sector primario, aguas, carreteras, turismo, ocio, infraestructuras y equipamientos básicos, depuradoras naturales…
Además, a partir del próximo año queremos que una parte del equipo del Instituto que hemos creado para la gestión integrada del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera esté de manera permanente en el territorio, en el Centro de Gestión de Tejeda y también en los distintos Centros de Interpretación. No queremos ni debemos gestionar este espacio desde lejos, sino estar cerca de las personas que lo habitan y poner a disposición de la cumbre los recursos materiales, técnicos y humanos necesarios.
Tal y como dije al inicio del artículo, era una asignatura pendiente compartir con los habitantes del territorio este logro de manera presencial, con los abrazos, con el reencuentro con la música y la alegría, con la juventud, tal y como finalmente hemos podido hacer. Este Cabildo y las personas que trabajan en este proyecto, que incluye a la Reserva de la Biosfera, están comprometidas con el paisaje cultural, con el proyecto y con la población y seguiremos trabajando como hasta ahora para seguir haciendo posible esto que un día fue un sueño y hoy es una realidad.