Martes, 18 de octubre.
Antonio Morales*
El sábado 15 de octubre se conmemora el Día Internacional de las Mujeres Rurales. Las mujeres rurales han sido fundamentales en la historia de Gran Canaria y sin duda lo van a seguir siendo. Por ese motivo, desde el Cabildo de Gran Canaria lo celebramos el pasado jueves con un reconocimiento a veintiuna representantes de este colectivo, una por cada municipio.
El acto en sí tuvo como objeto destacar la participación de la mujer en el sector primario. Es una realidad que nadie discute, pero durante demasiado tiempo ha sido invisibilizada, relegando a un segundo plano -o a ninguno- su trabajo fundamental en el ámbito rural. De hecho, cada vez son más las mujeres que vemos recoger premios y distinciones por los mejores productos agropecuarios. Han sido merecedoras de tales diplomas o medallas desde tiempo inmemorial, pero no figuraban como titulares de las explotaciones agrarias o ganaderas.
Hoy, esta realidad nos muestra que se está produciendo un cambio generacional, con la participación de jóvenes que encuentran en el sector primario su proyección y vocación, con nuevas opciones que se implantan en el sector gracias a una mayor concienciación y apoyo a las producciones locales, a la extraordinaria despensa kilómetro cero que nuestro pequeño territorio puede ofrecer. También a una agricultura que se desarrolla en un entorno natural único, con un clima que permite disponer de varias cosechas al año y de productos muy variados.
Además del rejuvenecimiento de nuestros productores, hombres y mujeres, estamos comprobando que también se está consolidando la presencia de mujeres, que asumen el protagonismo que les corresponde desde hace mucho tiempo, pero que ahora se evidencia con la gestión y dirección de numerosas explotaciones de las que se obtienen productos que logran los más reconocimientos autonómicos, estatales e internacionales.
Las mujeres curtidas en nuestros campos son en su mayoría portadoras de una herencia de generaciones a quienes se les ha confiado la forma de cultivar, ordeñar, cuidar o vendimiar, con una experiencia acumulada a lo largo de muchos años. Pero hay otra singularidad en estas nuevas mujeres rurales y es que en muchos casos estamos ante profesionales con una formación extraordinaria que hasta hace unas pocas décadas tenían prácticamente vedado el acceso a los estudios y la titulación académica.
Desde 2019 celebramos este Día Internacional de la Mujer Rural con un homenaje a las protagonistas de esta fecha. En esta edición cada municipio ha designado a una mujer, personas reconocidas en sus pueblos y, en muchos casos, más allá de nuestro territorio. Quiero aprovechar este espacio para reiterar ese reconocimiento a todas ellas.
Eloísa Quintana Díaz, casi medio siglo como productora de los quesos Lomo del Palo en Gáldar; Lucía Torres Moreno, diplomada en empresariales y productora de los exitosos quesos de La Era del Cardón en Agüimes; Marta María Quintana Pérez, veterinaria y ganadera de Ingenio; Miriam Melián Suárez, diplomada en magisterio y tercera generación que regenta una funeraria en La Aldea; María del Pino 'Pimpina' Sánchez González, la costurera que promueve la industria textil y el folclore en San Mateo; Carmen Gloria Díaz Hernández, cuyo huerto ecológico llega a numerosas personas en Santa Brígida en la tienda 'Sabe a Gloria'; Alba Cruz Gutiérrez vende igualmente productos de su huerta y de artesanía de palma en una tienda de 'aceite y vinagre' creada por su abuela en Santa Lucía de Tirajana.
Dolores María Domínguez González, lleva el bazar Paquito en Firgas, para atender las necesidades de la población; Maite Medina Díaz, pone voz al folclore y las tradiciones de Artenara, junto a su actividad como auxiliar de enfermería; María Esther Trujillo Suárez es panadera, tendera, cocinera y cuidadora de su familia en Tejeda; María Dolores Santana Vega, elabora quesos con su cabaña ganadera en Valsequillo; Rita María Naranjo Pérez, quien amplió a la actividad agrícola la quesería familiar en Las Palmas de Gran Canaria tras lograr el título de veterinaria; Iberia Maricela Quintero Suárez, nacida en Venezuela para cambiar su mundo por la isla y su modo de vida y dedicarse a la agricultura en Telde; Pino Lorenzo Correa, trabajó la tierra desde niña, confeccionó ropa y empaquetó hortalizas e hizo de cocinera, peluquera y 'enfermera' durante la construcción de la presa de Soria en Mogán.
María Elena Cabrera Santana, de Arucas, tras estudiar Capacitación Agraria ha sido formadora y creadora de un comercio de jardinería y activista en el ecologismo y en la Asociación de Mujeres Maresía; Ana María Castellano Nuez, animadora de la sociedad civil y el voluntariado en Moya; Fabiola Vega Rodríguez, que retornó a sus raíces de San Bartolomé de Tirajana para cultivar frutales, un huerto y ganado para sentirse plenamente realizada; María 'Marusa' Dámaso Sosa, trabajó desde niña recogiendo pinocha y los productos de la huerta, pero su nombre se asocia al café de Agaete, su pueblo; Lidia Santiago Hernández, vinculada a la agricultura de Guía, pero sobre todo a las hierbas aromáticas que produce y distribuye a toda Canarias; Rosa Aguiar Pérez, de Valleseco a Veneguera donde trabajó todo tipo de hortalizas de exportación para volver a su pueblo para cuidar ganado y una extensa familia; y por último, María del Pino Ramírez Rodríguez, de Teror, donde toda su vida trabajó en la agricultura como autónoma, siempre buscando su independencia en una actividad que se consideraba de hombres.
Son profesionales, pero también son madres, cuidadoras de la familia, soporte para la comunidad, guardianas de nuestro medio natural y de las tradiciones. Son conscientes de que la agricultura tiene su eslabón más débil en la producción, donde los precios son tan bajos que apenas dan para recuperar lo gastado y sobrevivir, a veces a pérdidas. Por ello es importante, vital, el apoyo institucional al sector y, sobre todo, a las mujeres del mundo rural.
El Cabildo de Gran Canaria ha desarrollado en estos últimos años varias líneas estratégicas para potenciar la actividad agrícola, un sector transcendental que debe garantizar el alimento a la población, pero también la conservación del medio rural y natural, evitar la erosión, la desertificación y la despoblación y garantizar la mejora de las condiciones de vida de la sociedad grancanaria. Es el concepto de ecoísla, en el que todo está íntimamente ligado, por lo que no sólo apoyamos los productos y actividades agropecuarias, sino que también nos hacemos cargo de garantizar las infraestructuras necesarias para la supervivencia y competitividad del sector.
Nuestras políticas de agua, de gestión forestal, energética, de apoyo a la producción y comercialización agrícola y ganadera, bajo la denominación Gran Canaria Me Gusta, junto a otras muchas acciones, se complementan con otras actuaciones necesarias. Se concretan en la creación de mercados de producto km0, una red de asistencia sociosanitaria para mayores y para mujeres en tránsito en el ámbito rural, un Marco Estratégico por la Igualdad 'Gran Canaria Infinita', o el apoyo a la artesanía. Todas estas y muchas líneas más que tienen un denominador común: la soberanía o autosuficiencia y la capacidad de hacer frente a retos que nos pondrán a prueba debido a la crisis climática que se acelera y ante la que las mujeres rurales han sido, siempre, un ejemplo de coherencia, de adaptación y de lucha en nuestra comunidad isleña.