26 de junio de 2023

Un estudio realizado por Néstor Marrero apremia a reducir el impacto del ser humano para salvar el espacio, los ecosistemas y los endemismos

 Lunes, 26 de junio.

Néstor Marrero en las proximidades de la Montaña de Arinaga
La Provincia

Hace poco más de dos años, el Doctor en Geografía por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Néstor Marrero, se marcó el reto de analizar si sería posible la recuperación del antiguo sistema dunar de Arinaga, ubicado en el entorno de las playas de Cabrón y Tres Peos y el Monumento Natural de Arinaga, un espacio que durante los últimos sesenta años ha etano sometido a importantes impactos de la actividad humana.
A este respecto, Marrero, que el pasado jueves atendió la llamada del programa "La Mirilla" de Radio Agüimes, indica que "no quiero decir que el sistema no es recuperable porque creo que todo es posible, pero es muy complicado porque las condiciones que harían falta pare recuperar el espacio ya no existen".
Para empezar el rescato medioambiental, advierte, sería necesario, como mínimo, cerrar al tráfico la pista de tierra que atraviesa todo el espacio en dirección a la Playa de Vargas.
Marrero ha realizado un estudio de investigación titulado "El impacto de los usos históricos del suelo en la evolución ecolígoca del sistema eólicode Arinaga" con la ayuda de la Beca Simón Benítez Padilla, otorgada por el Cabildo de Gran Canaria, institución que ya tiene es sus manos el informe al completo.
En su estudio, el investigador ha analizado los últimos doscientos años con el objetivo de reconstruir cómo era el sistema eólico y cómo ha evolucionado después de haber sido sometido a la presión humana.
Así, la Montaña de Arinaga era antaño una zona mucho más vegetado que contribuía a la retención de arena, pero fue explotada durante años como un área para la extracción de laña.
"En el archivo de Agüimes he encontrado citas históricas que hablan de rematar el Barranco de Balos y la Montaña de Arinaga sacando leña para calentar las casas o cocinar", relata Marrero, que alude también al pastoreo, pues los archivos recogen la presencia de grandes matos en la zona que ya no existen.
Esa vegetación beneficiaba a un sistema mucho más importante que el actual, con una lámina de arena que entraba por los sectores de las playas de Cabrón y Tres Peos y se extendía, por una lado, montaña arriba y, por otro, viajaba hacia la playa de Arinaga y el sector ubicado por el Barranco de Balos, por donde la arena salía al mar.
Pero además, observa el geógrafo, también había una parte del sistema que era de entrada y salida de sedimentos, pues la arena se acumulaba en la Montaña de Arinaga, volvía a bajar hasta Cabrón y Tres Peos en época de lluvias, pero el viento la reintroducía en el monumento natural, constituyendo así un ciclo cerrado del sistema.
Uno de los impactos más importantes fue el proceso extractivo de áridos durante los años 60 con el boom de la construcción para el sector turístico.
"Se llevaron gran cantidad de la arena que había en el sistema, pero incluso la ciudadanía de la zona nos han contado que ellos mismos la recogían para construir sus viviendas", cuenta Marrero, "y cuando a un sistema le quitas la arena, no retiene la humedad que dará paso a futura vegetación y se transforma completamente".
A todo este proceso se suma, además, la construcción del pueblo de Arinaga, hoy en día asentado sobre lo que fue una gran lámina de arena.
Mientras que en 1962 existía en torno a la playa de Arinaga un 80,34% d espacio libre fuera del espacio protegido, pero sobre el antiguo sistema dunar, en 2020, año en que comienza el estudio, sólo quedaba libre un 17,60% del espacio, según explica Marrero.
A fecha de ese año, el 54,72% del suelo está ocupado por viviendas, el 10% lo está por otras infraestructuras y el 15,19% estaba parcelado para construir, un suelo que en la actualidad ya está en obras para levantar una urbanización de 820 viviendas en el llano colindante a la Montaña de Arinaga.
"Ahora, el sistema de Arinaga no es funcional y vivo, sino un sistema muerto en el que identificamos parches separados de arena que han perdido su relación con las otras parte", señala el investigador, que añade que "se ha convertido en un sistema fragmentado que sobrevive como puede; lo único que puede estar funcionado medianamente bien es la playa de Tres Peos y la duna rampante, la que sube por la ladera de la montaña".
Cabrón, por su parte, está completamente desconectado del sistema por la carretera que atraviesa la zona porque "en el proceso extractivo no somos conscientes de que eliminamos el sistema de dunas", agrega Marrero, "y tampoco tenemos consciencia de que la arena se nos está agotando en los fondos litorales de Canarias, pues ya no está entrando arena en Maspalomas, Corralejo (Fuerteventura), La Graciosa y El Médano (Tenerife); donde únicamente hay estudios que revelan que entra arena es en Las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria, y tampoco sabemos por cuanto tiempo".
Néstor Marrero apunta también que el sistema dunar de Arinaga nada tiene que ver con el de Maspalomas, pues es mucho más pequeño, pero no por ello menos relevante su conservación, ya que existe una gran variedad de especies y endemismos con la piña de mar, el chapano o el corazoncillo de Arinaga.
"Pensamos que lo más espectacular es lo más importante de observar, pero que no hubiese unas dunas tan impresionantes no quieta el valor medioambiental que tiene la zona", asegura el geógrafo tinerfeño.
Las dunas no serán recuperables salvo que se modifiquen todos los impactos actuales, por lo que se propone al Cabildo de Gran Canaria un conjunto de medidas de gestión del espacio que prioriza el cierre de la pista de tierra para limitar el tránsito de vehículos; la ampliación del deslinde público marítimo-terrestre para dar a la zona protección extraña prohibición de eventos deportivos; la eliminación de especies invasoras como los conejos, que afectan a la flora; y delimitar el desarrollo de la urbanización.
"Es, indica Marrero, una locura lo que ocurre en Arinaga, pues ya casi se está llegando a la falda del Monumento Natural de la Montaña de Arinaga", y manifiesta que la implementación de vigilancia y la delimitación de los parches de arena para intentar que vuelvan a conectarse entre sí.
No obstante, reconoce que "no todo son malas noticias porque hay ciertas zonas del sistema que están mostrando un comportamiento positivo donde hay menos presión humana como en Tres Peos, donde antaño hubo impactos humanos pero se le ha dado la oportunidad de recuperarse".
A favor de la conservación de los espacios naturales, recuerda, "juega la financiación europea, que permitirían crear en Gran Canaria nuevos empleos verdes".