Domingo, 23 de julio.
Luis Ibarra
Suelo decir en 2023, en vísperas de mi despedida, que cuando llegué a la Presidencia de la Autoridad Portuaria de Las Palmas en 2011, durante mi primera etapa, encontré una comunidad portuaria melancólica, con añoranza de un pasado glorioso. El empresariado estaba dividido y enfrentado en mil pleitos cruzados, la SAGEP era motivo de tensión por el excesivo número de estibadores y la obra de La Esfinge (hoy, dique Nelson Mandela) era un claro motivo de preocupación.
El Puerto de Las Palmas estaba desorganizado, con actividades complementarias dispersas por los muelles y amplias zonas sin utilidad. Con todo, el Puerto de Las Palmas seguía siendo un gran puerto, uno de los grandes de España.
Para los que tengan tentación de dejar de leer, les adelanto el final de esta historia personal convertida en artículo (no quiero que se lleven una impresión equivocada): nuestra comunidad portuaria tiene una tenacidad inusual, un anclaje emocional tan potente con el Puerto de Las Palmas que imprime a su trabajo un carácter radical de supervivencia y superación que hoy llamaríamos resiliencia. Aquel puerto triste afrontó unido la pandemia de 2020 y tiene hoy los mejores resultados de su historia, siendo el tercer puerto español en rentabilidad (aunque el Marco Estratégico de Puertos del Estado -en una decisión unilateral que ni entiendo ni comparto- haya cortado la vía de ascenso de las autoridades portuarias al Grupo 1: ésa es nuestra categoría).
Retomo el relato. Como decía, en 2011 el Puerto de Las Palmas había abandonado su presente para regodearse en su pasado. Desde la Autoridad Portuaria planteamos entonces varios retos. El primero, que esta casa, la Autoridad Portuaria, recuperara su papel de garante del interés general y generadora de confianza para nuevas inversiones, lo mismo que para los concesionarios que ya prestaban sus servicios.
El segundo reto fue mejorar el aprovechamiento del espacio. Pero, ¿por qué era importante? El Puerto de Las Palmas es único en el sistema portuario de interés general en varios aspectos: tiene 18 kilómetros de línea de atraque (similar a Valencia), grandes muelles de aguas profundas, una posición geográfica privilegiada en las rutas marítimas Norte-Sur, una amplísima carta de servicios portuarios y, sobre todo, una ingente actividad económica dentro de sus instalaciones.
Estas dos últimas claves (una amplia variedad de servicios y una gran actividad económica dentro del puerto) explican la importancia de ordenar el espacio para ganar eficiencia, competitividad y armonía con nuestros vecinos, Las Palmas de Gran Canaria.
Empezamos por consensuar con el Ayuntamiento el área de Puerto-Ciudad y la ampliación del dique Reina Sofía. Estos dos movimientos dieron pie a decisiones estratégicas: el proyecto del gran parque (una iniciativa amable ideada para mejorar la relación entre la ciudadanía y la actividad portuaria; una gran área verde de 50.000 metros cuadrados que unirá y transformará, del lado ciudad, la rambla Juan Rodríguez Doreste y el parque Santa Catalina, y, del lado puerto, la explanada del muelle Santa Catalina, el acuario Poema del Mar, la pasarela Onda Atlántica y el muelle Pesquero); el traslado de las operaciones de carga y descarga de graneles sólidos al Puerto de Arinaga (puerto que ha pasado de estar ocioso a no disponer de espacio dentro del muelle); y la instalación de concesionarios de reparaciones navales en el Reina Sofía con divisiones Deepwater Quayside (Astican, Hidramar, Hamilton).
De estas decisiones estratégicas derivadas de la reordenación de espacios han surgido otras de menor impacto cuantitativo, que relevantes en lo cualitativo y emocional. Hemos recuperado la tradicional descarga de pesca fresca en el muelle Pesquero gracias a la instalación de una fábrica de hielo de Frisu y varios pantalanes aptos para la flota artesanal; el reagrupamiento de los servicios de la Guardia Civil en un edificio único (obra que promueve la Autoridad Portuaria de Las Palmas para mejorar la calidad de los servicios portuarios, con un presupuesto de casi tres millones de euros, donde operarán antes de final de año los servicios aduaneros, fiscales y de vigilancia dependientes de la Guardia Civil); y la construcción por parte de Grupo Rodritol de un Centro de Servicios Náuticos de Gran Porte homologado, en el Puerto de Las Palmas, operativo a final de este año, que garantice la asistencia a catamaranes y naves de recreo en la ruta trasatlántica (se estima que unas mil embarcaciones de recreo cruzan el Atlántico cada año hacia el Caribe, la mayoría por la ruta de Canarias aprovechando los vientos alisios).
Cabe destacar en esta apuesta por la ordenación del espacio portuario, la importancia que le dimos al transporte interinsular. Los dos operadores, Naviera Armas y Fred Olsen, entendieron el beneficio que tendría para sus operativas concentrarlas en un único espacio y, al mismo tiempo, la oportunidad que brindaban al puerto liberando varias parcelas en otros muelles.
Naviera Armas (y vuelvo a recordar aquí, con todo afecto y respeto empresarial y personal, la figura de Antonio Armas Fernández) concentró sus recursos en la dársena de África y construyó una espectacular terminal de pasajeros, además de hacer dos pantalanes, obra marítima privada inédita en el sistema portuario estatal. Fred Olsen ha hecho un ejercicio empresarial similar aunando sus operativas en el muelle Grande Poniente, más su ampliación prevista al colindante pantalán de Fransari para su conexión con Huelva.
La actividad portuaria pasó de mover 25,5 millones de toneladas en 2011 a los 28,9 millones de toneladas del pasado 2022, su máximo histórico (datos disponibles en el Cuadro de Mando de Puertos del Estado). Esta capacidad de resiliencia, de transformar problemas en oportunidades (en mitad de esta serie están los años de pandemia), va en el ADN de nuestra comunidad; hay que tener un carácter muy emprendedor para convertir un enclave remoto del océano en la punta de lanza del sistema portuario español en el Atlántico Medio.
Todo este esfuerzo empresarial debe ser reconocido con palabras, como estoy haciendo, y con hechos. Sobre los segundos, la Autoridad Portuaria de Las Palmas ha fomentado la competitividad de su comunidad portuaria con dos reducciones del precio del suelo (en 2014 y en 2023), el acuerdo con el Ayuntamiento para recalcular a la baja el IBI y la bajada de las tasas (desde 2021, bajada de los coeficientes correctores en las tasas al buque, del 1’15 al 1; al pasaje, del 1’3 al 1; y a la mercancía, del 1’3 al 1). Y está prevista para 2024 una nueva reducción de la tasa al buque al 0,90.
También destaco que en estos últimos años hemos desarrollado una intensa gestión para actualizar los servicios portuarios, aprobando nueve Pliegos de Prescripciones Particulares (Remolque de los puertos de Las Palmas, Puerto del Rosario y Arrecife; Marpol del Puerto de Las Palmas; Amarre y Desamarre de los puertos de Las Palmas, Puerto del Rosario y Arrecife; y Practicaje de los puertos de Las Palmas y Puerto del Rosario). El último pliego pendiente, el de Pasaje de las tres islas, está tramitándose a los prestadores del servicio.
Si miramos la situación financiera de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, en 2011 tenía una tesorería de 1,3 millones de euros y una deuda de 146 millones de euros (sí, 146 millones de deuda en 2011). En la actualidad, nuestra tesorería asciende a 107 millones de euros y la deuda se ha reducido hasta 16 millones. Por eso podemos financiar proyectos que mejoran el posicionamiento de nuestros cinco puertos (Arrecife, Puerto del Rosario, Arinaga, Salinetas y Las Palmas).
Finalmente, hablaré de los grandes concursos convocados y su suerte desigual, que llevará a la persona que me sustituya a nuevos retos. Global Ports, el mayor operador mundial de terminales de cruceros, obtuvo la construcción y gestión de cuatro terminales (con una inversión aproximada de 40 millones), incluida la de puerto base de Las Palmas. Su ejecución está en marcha y el plan de obras permite compaginar la construcción con los servicios a los pasajeros y a los buques en el muelle Santa Catalina. Esta terminal estará operativa en el primer trimestre del 2025.
El concurso para ampliar la Dársena de Embarcaciones Menores (el conocido Muelle Deportivo) quedó desierto, lo mismo que el destinado a desarrollar una gran plataforma para el offshore eólico. En ambos casos, el interés empresarial de la comunidad portuaria (y de otros sectores económicos complementarios ‘extramuros portuarios’), así como de la Autoridad Portuaria a nivel de desarrollo estratégico, es palpable. ¿Qué sucedió entonces? La intrahistoria se escribe mejor con la perspectiva del tiempo, pero fueron otros los factores que imposibilitaron el éxito al primer intento.
Será la nueva Presidencia quien deberá apoyarse en la profesionalidad de los trabajadores y trabajadoras de esta casa y en el ya referido carácter radical de supervivencia y superación de la comunidad portuaria para sacarlos adelante. ¿Y saben una cosa? Lo harán. El Puerto de Las Palmas lo merece.