31 de agosto de 2023

Colaboración: El albergue de Playa de Cabrón

 Jueves, 31 de agosto.                                                                                                                 

Fernando T. Romero*

Ante la celebración de las fiestas en honor a Ntra. Sra. del Pino (Arinaga), me he propuesto divulgar la importancia arquitectónica de un edificio único y singular, ubicado en un lugar aislado e inhóspito.
Junto a la Playa de Cabrón, la Sección Femenina de Falange Española promovió la construcción de un albergue juvenil. El edificio se levantó en una zona de costa sobre un terreno abrupto y volcánico. Se trata de un edificio destinado a la formación de mujeres jóvenes de la isla y de la provincia. El presupuesto era de 13.000.000 ptas. y tenía una capacidad para 125 plazas.
Su objetivo era realizar actividades de fines de semana y campamentos de verano, según el canon de enseñanzas propio de la Sección Femenina Española, inmersa todavía en la dictadura franquista. Por ejemplo, se organizaban actividades al aire libre, deportes, bailes, teatro leído, canciones, charlas, etc., e incluía una misa diaria.
Como ha escrito Jesús Álvarez Pérez en una de las publicaciones del Consejo Municipal de Patrimonio Histórico de Agüimes, este albergue de la Sección Femenina de Las Palmas, denominado curiosamente, “29 de abril de 1483”, dispone de una superficie de 7.195 metros cuadrados. Linda al norte con el barranquillo denominado de la Gloria, al sur con terrenos privados, al este con la orilla del mar y al oeste con la pista de tierra que va a la Playa de Cabrón. Este edificio se encuentra justo en el balcón natural que da acceso a la Playa de Cabrón.
El arquitecto eligió un tramo de rellanos y acotó el solar a partir de una altura de ocho metros sobre el nivel del mar, rematándolo a la altura de la mencionada pista de tierra que da acceso a la playa. El edificio tiene forma de óvalo en torno a un patio cerrado hacia tierra y abierto hacia el mar, sacrificándose todo detalle superfluo.
El diseño fue obra del arquitecto madrileño Manuel de la Peña Suárez (1922-2008), jefe de la Sección de Vivienda de la provincia de Las Palmas en 1958. Este arquitecto solía buscar para sus obras la colaboración de artistas para la decoración de sus edificios: Martín Chirino, José Abad, César Manrique, Santiago Santana, Juan A. Giraldo, Miró Mainou o Pepe Dámaso. Estos artistas llevaron su arte a las fachadas, vestíbulos, comedores, jardines o iglesias edificadas por Manuel de la Peña.
Vista panorámica de la edificación
El edificio de la Playa de Cabrón fue concebido en forma de elipse, situada de tal manera que la construcción estuviera completamente resguardada de los vientos dominantes del NE. Consta de tres plantas y un semisótano. El edificio quedó definido por una crujía (=corredor o espacio abierto entre dos muros de carga) en la que se dispone en hileras las aulas, dormitorios y aseos que forman el grueso del proyecto. En la zona del semisótano se ensancha la estructura a dos crujías. Y aprovechando este ensanchamiento, se aumenta la superficie construida en el extremo Este de los pisos superiores, dando cabida a las zonas comunes como salón, comedor y biblioteca. En el extremo opuesto se construyó la capilla. Y, al encontrarse algunos socavones en el terreno, se construyó el gimnasio.
Como describe el mismo Sr. Álvarez Pérez en la mencionada publicación, la cara norte del edificio, que recibe el viento, está totalmente cerrada y sin huecos. Pero mientras la fachada va girando se va encontrando con pequeños huecos de pavés Estos huecos se van apropiando cada vez más de la fachada, con huecos más grandes y cristal más fino. En el momento en que el cristal absorbe toda la fachada, ésta desaparece. Esto se produce en la cara sur, que no recibe viento y mira al mar, lugar por donde se recibe los rayos del sol.
En el interior del edificio, orientado hacia el patio central, se encuentra el corredor que comunica las estancias. Este corredor es largo, ancho y curvo en todas las plantas, con comunicaciones verticales cara al mar y con madera que protege de las inclemencias del sol.
En cuanto a la valoración de esta construcción, destacamos que sobresale su adaptación al terreno, deslizándose por el acantilado en sus distintos niveles. Si bien, el edificio no forma parte del paisaje, sí es un símbolo en el paisaje. Su forma ovalada da totalmente la espalda al viento reinante en la zona, a la vez que vuelve su mirada al mar bravío del lugar y recoge los rayos del sol durante todo el día. Constituye un exponente de la arquitectura vanguardista que respondía a la modernidad que llegaba a Canarias y al sur de la isla. Puede ser considerado como un edificio pionero de la transformación o del cambio que pronto se consolidaría con la llegada del turismo y la nueva arquitectura dedicada al ocio y al descanso vacacional.
Su diseñador, el mencionado arquitecto Manuel de la Peña Suárez hizo encomiables aportaciones a la cultura canaria y, particularmente, al proceso modernizador de la arquitectura que se llevó a cabo en Gran Canaria desde los años 50 a los 70 del siglo XX. El albergue de Arinaga está dentro de este proceso creativo y modernizador. Se trata de un gran edificio en un territorio completamente vacío, donde el desierto se convierte en plano constructivo en relación directa del mar y la montaña.
En 1962 se cedió el suelo para la construcción del albergue y, en noviembre de 1964, la Corporación Municipal aprobaba el pliego de condiciones y la subasta para la construcción de un depósito de agua para cubrir sus necesidades en el sitio denominado La Laguna (Playa de Cabrón). Y, después, en diciembre de 1965 se aprueba certificación de obra de este depósito de agua. Finalmente, la inauguración oficial del albergue tuvo lugar el 15 de septiembre de 1968, siendo alcalde Lucas Bordón Suárez. Asistió al acto la Delegada Nacional de la Sección Femenina, doña Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera. Sin embargo, este edificio pronto se transformaría en residencia escolar.
Manuel de la Peña Suárez era el arquitecto de cabecera del Condado de la Vega Grande -Grupo Castillo-, artífice de la reconversión de sus propiedades en la primera industria turística de Gran Canaria y de Canarias. El Concurso Internacional de Ideas para la urbanización de la zona residencial y turística denominada “Maspalomas, Costa Canaria” (1961), fue ideado y coordinado por este arquitecto, que, incluso, fue presidente del jurado calificador.
Para que seamos conscientes de su importancia en el ámbito de la arquitectura de la isla, según ha escrito Pedro Franco en La Provincia, he aquí algunas de sus obras: fue autor del desaparecido Restaurante “La Rotonda” (San Agustín, 1964); del Templo Ecuménico de Playa del Inglés (1971); de los primitivos hoteles Folías, Costa Canaria y Tamarindos. También intervino en el proyecto del Hotel Maspalomas Oasis. Igualmente, fue el autor del Mesón de la Montaña de Arucas; de la iglesia de María Auxiliadora de Las Palmas de Gran Canaria y de la fábrica de tabacos La Favorita. Asimismo, fue el diseñador de varios chalets y viviendas unifamiliares en Ciudad Jardín (Las Palmas de Gran Canaria).
Vista del interior del albergue
En reconocimiento a su incansable entrega y trabajo, este prestigioso arquitecto se ha hecho merecedor de una calle a su nombre en el municipio de Las Palmas de Gran Canaria, así como otra, la “Avenida Arquitecto Manuel de la Peña Suárez”, en San Bartolomé de Tirajana (zona turística). 
Con todo esto, pretendemos destacar, no sólo la figura de Manuel de la Peña (que también), sino sobre todo el especial valor arquitectónico del edificio del albergue de Playa de Cabrón. Ya va siendo hora de que tomemos conciencia y pongamos en el lugar que le corresponde a esta particular construcción, una joya arquitectónica, que, probablemente debido a su aislamiento, al desconocimiento o por desinterés, gran parte de los propios vecinos del municipio de Agüimes no terminamos de valorar adecuadamente. Y es que “nadie valora (ama) lo que no conoce”. Si este edificio estuviera situado en un núcleo urbano, probablemente seríamos más conscientes de su importancia y de su valor arquitectónico.
No obstante, con el transcurrir de los años, esta edificación ha sufrido cierto abandono de las administraciones. Las reformas llevadas a cabo no han sido todo lo acertadas que merece un edificio tan peculiar como éste. La utilización de aluminio y azulejos donde no correspondía y otras reformas internas son ejemplos del descuido al que ha estado sometido.
Así y todo, debemos ser conscientes de que, entre otros, éste es también un edificio singular de nuestro municipio.
*Fernando T. Romero es Cronista Oficial de Agüimes.