Sábado, 10 de febrero.
Rosa Santa-Daría
Decía Galdós en La república de las letras, en mayo de 1905: (…) Ya que no nos sea posible disminuir la cifra desconsoladora de analfabetos, aumentemos la de los que, poseyendo el don de lectura, no leen; la de los que leyendo no entienden, y la de los entendedores ociosos que no han adquirido la curiosidad y el gusto de las sensaciones inefables encerradas en el negro arcano de las letras de molde.(…) Buscamos lectores, los perseguimos y los sacaremos de donde quiera que estén metidos, para traerlos al conocimiento(…) todo lector tiene derecho al pan intelectual, sabroso para los que aman la belleza, nutritivo para los enamorados de la verdad.
Se acaba de publicar que el 42% de los canarios no ha tocado un libro en su vida (35% es la media del país), tampoco entra en una biblioteca ni en un museo. Argumentan falta de tiempo (es curioso que ya no aparece la cuestión de dinero como inconveniente). Las mujeres leen más que los hombres, los universitarios más que los de etapas obligatorias. Desciende el porcentaje de los que pagan por los libros en formato digital y sube hasta un 66% los que descargaron de forma gratuita. Así que leer no es cuestión de dinero, por lo tanto no solucionará el problema los millones que se anunciaron hace unos días para mejorar la enseñanza de la Lengua y de las Matemáticas. Debe cambiar la forma de enseñar, hay que volver a la lectura, la escritura y el cálculo matemático. Los centros están dotados de ordenadores y las aulas, de tecnología digital. Todo eso está muy bien, pero aparcaron lo esencial: los contenidos se adquieren con esfuerzo, con repeticiones continuas para afianzar conocimientos (como en la actividad deportiva). No se puede desterrar la memoria. Enseñar a un alumno es imposible si no entiende lo que lee porque en el aula se ha dejado de leer. Desde la infancia, la lectura se debe acompañar de actividades de comprensión lectora que exijan respuestas razonadas (escritas y orales) y no marcar una casilla o unir flechas.
No es un problema nuevo (lo acabamos de leer en las sabias palabras de Galdós), pero ahora la enseñanza es obligatoria y PISA nos saca los colores año tras año. Por eso se toman medidas que empiezan y terminan en el dinero.
Los docentes de Lengua española hace muchos años empezamos a notar el nivel deficiente del alumnado con el uso de su lengua materna. Se instalaron en los centros los Planes Lectores, que fueron criticados por docentes de otras materias hasta agotarlos. Como era de esperar se aburrían algunos alumnos, y la solución fue reducirlos. ¡Error! Las teorías pedagógicas defienden la actividad lúdica permanente (también en el aula).
Las lecturas adaptadas para Secundaria no han ayudado mucho porque si se pone el peso en la facilidad, el fracaso está garantizado. Hemos infantilizado al alumnado hasta creérselo, consideramos que no son capaces de alcanzar objetivos y bajamos cada año el nivel de exigencia. ¿Será que los adultos se han infantilizado también? Muchas familias no leen ni hablan con sus hijos cuando son pequeños (el móvil se regula en el aula, pero en la mesa mientras comen es más fácil que el diálogo). Cuando son adolescentes, esos padres siguen pensando que el colegio les educará y que ahí termina su responsabilidad.
No es una cuestión de tener más o menos libros en casa, ni de repetirles que deben leer, tampoco es obligatorio tener referentes lectores en el hogar (aunque ayuda bastante). Es imprescindible enseñar a leer y comprender en el aula, y en la casa seguir con ese hábito. Es necesario valorar el trabajo de los escritores accediendo a las lecturas por medios legales (librerías o bibliotecas). Es innegable que leer es establecer un diálogo con el pasado y con el presente, despertar el interés por la historia ayudaría a acercarse a la lectura también.
Tenemos miedo a fracasar si obligamos al alumnado a leer pero, si están en una enseñanza obligatoria, deben conocer los referentes clásicos y contemporáneos. Leer debe empezar por ser obligatorio, igual que la actividad física. No estaría mal incluir en la prescripción médica -que se está debatiendo ahora para obligar a hacer deporte a las personas sedentarias- la lectura de libros en casa y en el centro educativo de todos los niveles y materias. No en vano el Consejero de Educación lo es también de la Actividad Física y Deportes.
Ya está bien de lamentos y de pensar que todo es cuestión de dinero. Hemos educado a los jóvenes con el objetivo del aprobado casi regalado y no se van a movilizar pidiendo calidad en la formación mientras esto siga así. Echar solo capas de pintura para embellecer nos llevará al derrumbe del edificio.