Domingo, 26 de octubre.
La Provincia
El propietario de una vivienda okupada en la Playa de Vargas logró recuperarla después de entrar en ella al aprovechar que las dos personas que residían de forma ilegal en el inmueble salieron a la calle, si bien una vez que regresaron, al comprobar que su dueño se encontraba en el interior, no cesaron de amenazarlo desde el exterior, lo que provocó que varios vecinos-as de la zona alertaran a los cuerpos policiales.
Los primeros en llegar fueron los agentes de una patrulla de la Policía Local de Agüimes, que procedieron a identificar a los okupas y al propietario de la casa, que mostró las escrituras de la vivienda, y que contó con el apoyo de los vecinos-as, que confirmaron que era el dueño.
Asimismo, aseguraron que la casa se okupó hace algo más de una semana y que algún vecino contactó con el propietario, que vino desde Francia, y tras entrar cuando no había nadie decidió no ceder y quedarse atrincherado a pesar de las amenazas.
Por su parte, los dos okupas, que presentaron una denuncia en la Guardia Civil por allanamiento de morada, amenazaron también a los vecinos-as de la zona, y cuando regresaron a la calle para continuar con sus reproches, llegaron también dos agentes de la Guardia Civil, aunque el propietario se negó a abrir la puerta por miedo y se comunicó a través de una ventana.
Tras entrar ilegalmente a la vivienda, estas dos personas contrataron los servicios de una empresa de seguridad, que instaló una alarma, y un técnico se quedó sin saber cómo proceder ante la situación que se encontró.
Los primeros en llegar fueron los agentes de una patrulla de la Policía Local de Agüimes, que procedieron a identificar a los okupas y al propietario de la casa, que mostró las escrituras de la vivienda, y que contó con el apoyo de los vecinos-as, que confirmaron que era el dueño.
Asimismo, aseguraron que la casa se okupó hace algo más de una semana y que algún vecino contactó con el propietario, que vino desde Francia, y tras entrar cuando no había nadie decidió no ceder y quedarse atrincherado a pesar de las amenazas.
Por su parte, los dos okupas, que presentaron una denuncia en la Guardia Civil por allanamiento de morada, amenazaron también a los vecinos-as de la zona, y cuando regresaron a la calle para continuar con sus reproches, llegaron también dos agentes de la Guardia Civil, aunque el propietario se negó a abrir la puerta por miedo y se comunicó a través de una ventana.
Tras entrar ilegalmente a la vivienda, estas dos personas contrataron los servicios de una empresa de seguridad, que instaló una alarma, y un técnico se quedó sin saber cómo proceder ante la situación que se encontró.
Durante estos días, los vecinos-as se han volcado en ayudar al hombre acercándole alimentos, estando pendientes de su situción y vigilando que todo se mantenga tranquilo en el barrio.