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El sencillo recuerdo de los amigos del fallecido |
La Provincia
Oscar D. R., el colombiano de 45 años que fue asesinado de un golpe en la
cabeza a la salida de una discoteca en Agüimes la madrugada del sábado 22 de
septiembre, se peleó aquella noche con uno de sus amigos por una botella de
aguardiente que había sobrado durante el transcurso de la fiesta.
Sus amigos, que pasaron toda la tarde y la noche con él, recuerdan que Oscar
y su presunto asesino, un buen amigo suyo llamado Jorge, también de Colombia, se
pelearon al final de la noche, poco antes de que la discoteca cerrase, por
quien se quedaba con una de las botellas de aguardiente colombiano marca Tapa
Roja que había sobrado de las cuatro que pidieron. Ellos sospechan que, más
tarde, en el descampado donde Jorge tenía aparcada su furgoneta debieron volver
a pelearse por la botella porque "iban
muy bebidos", aseguró ayer una amiga de la víctima. La pelea terminó
con la muerte de Oscar de un fuerte golpe en la cabeza.
El único detenido por la
Guardia Civil el día de los hechos fue el propio Jorge. La
juez que instruye la causa, titular del Juzgado de Instrucción número 2 de
Telde, ordenó el ingresó en prisión preventiva de Jorge el martes 25 de
septiembre tras imputarle la comisión de un presunto delito de homicidio.
Los compañeros de Oscar y Jorge, un grupo de una quincena de colombianos que
se ve a diario en las calles de Vecindario, "nos
encontramos muy afectados por lo que pasó porque no lo esperábamos",
declaró una de ellas. "Dese cuenta
de que ellos eran muy amigos..., jugaban al fútbol juntos, habían trabajado
juntos y tenían fotografías juntos. Ha sido algo completamente inesperado
porque, incluso, aquella tarde estuvimos con ellos tomando algo".
Según explicaron sus amistades, la rutina de este grupo de amigos no
cambiaba. Los lunes, miércoles y viernes jugaban partidillos de fútbol de siete
contra siete en una cancha de fútbol cerca del supermercado Carrefour en
Vecindario y después se iban a cenar o a tomar algo al bar Rincón Latino, un
local ubicado en la Avenida
de Canarias donde se reúnen habitualmente para charlar.
"Aquella noche estuvimos tomando
unas cervezas allí", recordó esta amiga de Óscar. "Fíjese como son las cosas que el bar iba a cerrar y ellos querían
cenar. El dueño que es amigo nuestro había preparado ese día una lechona (una
receta típica del país sudamericano que se compone de cochinillo relleno de
carne y arroz) y ellos dos, víctima y
agresor, se lo comieron en un banco de la
calle".
Oscar D. R. acababa de conseguir los papeles para traer a su hija menor de
15 años de la ciudad de Medellín (Colombia) a Gran Canaria. En su cumpleaños,
en diciembre, iba a viajar hasta allí para traerla y reunirla con él y con su
madre, Patricia. "Él estaba muy
contento porque se la iba a traer", recuerda su amiga, "pero ahora todo eso ha quedado ahora
en el aire".
La esposa de Óscar, Patricia, que reside en el Sur de la isla porque ellos
estaban separados, fue la que reconoció el cadáver ante la Guardia Civil.
Ahora lo único que desea es recuperar el cuerpo del padre de sus hijas y
enviarlo a Medellín para que puedan enterrarlo allí, según comentan los amigos
de la pareja. Sin embargo, el cuerpo aún se encuentra en las neveras del
Instituto de Medicina Legal de Las Palmas (IML) mientras se cierra el caso.
El grupo de amigos de Oscar preparó el domingo pasado, 30 de septiembre, un
homenaje en el lugar donde un vecino encontró el cadáver. En el descampado
donde aparcan los usuarios de un supermercado de la zona de Balos, montaron un
pequeño altar que decoraron con frases cariñosas y fotografías de ellos con él.
Allí dejaron un pequeño cartel con una leyenda.
Este grupo de amigos, que jugaba al fútbol tres veces por semana, ha dejado
de hacerlo desde que conocieron la noticia del asesinato de su compañero. Desde
entonces, aseguró una de ellas, "no
han vuelto a jugar un partido".