Antonio Morales*
Siendo alcalde de Santa Lucía Carmelo Ramírez Marrero, de Ingenio
Juan José Espino del Toro y de Agüimes quien esto escribe, en una
reunión realizada el 15 de febrero de 1990 se tomó la decisión de crear
una mancomunidad de municipios con el objetivo de defender los intereses
de la comarca geográfica a la que pertenecíamos. En ese mismo año, el
22 de octubre, se celebró un pleno conjunto de los tres ayuntamientos y
se constituyó formalmente la Mancomunidad Intermunicipal del Sureste de
Gran Canaria.
El marco fundacional de este ente supramunicipal se sustentó, desde
un primer momento, en la búsqueda de alternativas al grave problema de
la escasez y la mala calidad del agua de esta zona de la isla. Para
ello elaboramos una estrategia encaminada a la consecución, entre otros
proyectos, de una desaladora, una depuradora, redes de distribución y
depósitos, energías renovables para abaratar los costes y la inclusión
de la comarca en el proyecto de dotación de infraestructuras para áreas
infradotadas.
Y se fueron consiguiendo cosas. Con mucho esfuerzo. Contra viento y
marea. Luchando muchas veces contra elementos que no eran solo
naturales. En el presupuesto inicial de la Mancomunidad se incluyó una
primera partida de casi 186 millones de pesetas para la ejecución de una
planta desaladora que hoy fabrica, apoyada en energía solar, más de
33.000 metros cúbicos diarios de agua potable. Y después vendría todo lo
demás: un conjunto de equipamientos devenido en una auténtica
revolución hidráulica.
La EDAR (Estación de aguas depuradas), diseñada inicialmente para
tratar 6.000 metros cúbicos diarios de aguas negras, se empezó a
construir en 1991 y comenzó a funcionar en 1994, cuando los tres
municipios contaban con una población de 74.547 habitantes. En el año
2001 se amplió su caudal a doce mil metros cúbicos al día y ahora, 18
años después de su puesta en marcha, se inauguró, el pasado martes, una
tercera fase que nos permite tratar dieciocho mil metros cúbicos cada
veinticuatro horas para servir a una población de 130.000 habitantes, al
mayor espacio industrial de Canarias y a la zona comercial más extensa,
además de, en un gesto solidario y de colaboración entre
administraciones, a varios núcleos de población de San Bartolomé de
Tirajana (Juan Grande, Castillo del Romeral, Aldea Blanca, Matorral y
Rodeo).
El presupuesto final de esta última fase asciende a casi cinco
millones y medio de euros, que si lo sumamos a los seis millones de las
anteriores etapas y a los otros seis millones gastados en redes de
distribución y depósitos, nos da una cifra final de 18 millones euros.
Más allá del empleo de los criterios técnicos tradicionales que
conllevan los pretratamientos, primarios, secundarios y terciarios que
permiten usar el agua para la agricultura y los jardines, el terciario
último de esta depuradora incorpora decantadores de alto rendimiento de
Veolia y un sistema de filtros de arena de lavado en continuo que ha
sido inventado y construido aquí, en el polígono industrial de Arinaga (
por Aquafactory) y que, por sus excelentes resultados, está siendo
utilizado en distintos países (una muestra de la capacidad que podríamos
tener para profundizar en la investigación y en la aplicación de nuevas
tecnologías a nuestra maltrecha economía). Es el primer terciario que
existe con esta solución y garantiza una extraordinaria calidad de un
agua cuyas características organolépticas son similares a las del agua
potable, sin que se detecten presencias de E. coli en los análisis
microbiológicos realizados. Es decir, se puede beber.
Para el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de
Naciones Unidas “el agua es un recurso natural limitado y un bien
público fundamental para la vida y la salud. El derecho humano al agua
es indispensable para vivir una vida con dignidad humana. Es un
requisito previo para la realización de otros derechos humanos”. Según
Willen Buiter, economista jefe de Citigroup, “el agua se convertirá en
la más importante clase de activos físicos basados en materias primas,
minimizando el petróleo, el cobre, las materias primas agrícolas y los
metales preciosos”.
Paul Kennedy, catedrático de Yale y especialista mundial en seguridad
internacional, sostiene que los problemas que obsesionan a los
analistas estratégicos en torno a los conflictos del planeta, palidecen al
lado de la crisis mundial del agua, con las reservas originales
agotándose. Ya se empiezan a librar disputas por el control de las
corrientes de agua dulce en un mundo donde ha aumentado la población,
desde los mil millones de 1825 a los siete mil de la actualidad, con el
consiguiente incremento del nivel de vida y del consumo del agua.
Está muy claro que el cambio climático, la escasez y el crecimiento
demográfico son condicionantes impredecibles. En unos pocos años, más de
3.000 millones de personas vivirán en zonas con estrés hídrico.
Nosotros en Canarias ya lo estamos haciendo. Hace años que lo estamos
padeciendo.
Los grandes retos de futuro son los de la energía, el agua y el
clima. En Canarias nos jugamos la supervivencia en ello. El binomio
agua-energía es el epicentro de nuestro desarrollo futuro. Es aquí donde
está la clave de nuestra subsistencia. Por eso nuestro empeño en
defender las energías renovables y en demandar que cesen todos los
obstáculos que las frenan en forma de eliminación de primas,
servidumbres aeronáuticas y burocratización administrativa; en pedir que
se agilicen los trámites para hacer efectiva la central hidráulica
Chira-Soria y nuestra apuesta por repetir el modelo en otras presas y
embalses para poder almacenar renovables; en demandar la incentivación
del ahorro, la economía y la eficiencia; en clamar por la potenciación
de la investigación pública y privada…Por eso nuestro empeño también en
insistir en que se tenga en cuenta que en esta isla dependemos en un
90% del agua desalada (un 100% en Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro).
Es por esta dependencia que, desde el año 1985, se nos subvenciona su
producción, aunque hemos pasado de recibir 17 millones de euros en el
año 2008 a 4,9 en este año, que aún no se han hecho efectivos. No puede
ser que no se tenga en cuenta esta realidad y que se retiren o
disminuyan las ayudas para cubrir los sobrecostes de producción en esta
tierra mientras se mantienen las de territorios como Ceuta o Melilla,
que reciben porcentajes muchos más altos.
Es necesario un esfuerzo institucional conjunto, más allá de la justa
reivindicación política, para recuperar estas subvenciones. En el
informe sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, de la
ONU, se plantea que conseguir salvar los problemas del agua “no es
complicado ni oneroso, pero requiere una reorientación política
considerable. Las ventajas son tan importantes que es absolutamente
indispensable encontrar la voluntad política adecuada para poner estas
medidas en prácticas”. Es un desafío y una responsabilidad histórica a
la que no nos podemos sustraer.
Modestamente, creo que lo que se ha hecho en el Sureste es el camino.
No hay otra vía que la de un desarrollo sostenible que gire alrededor
del agua y la energía para potenciar nuestro sector primario, la salud
de la población, un turismo modélico y una industria innovadora ligada a
la investigación y las nuevas tecnologías.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes.