María José González y Torres Baena, durante la sesión de ayer |
En los cientos de abusos sexuales denunciados en el caso kárate, varios testigos han declarado ayer que el principal acusado,
Fernando Torres Baena, utilizó a su hija como "cebo sexual" con sus
alumnos cuando tan sólo tenía 12 ó 13 años. Para tener relaciones con ella,
debían tenerlas primero con él.
El mayor proceso judicial por pederastia celebrado en España, en la
que
también están imputados otros tres monitores, sigue ofreciendo
estremecedores relatos sobre lo que sucedía de puertas para adentro en
el gimnasio del
famoso karateca, así como en su chalé. Una testigo ha afirmado ante la
Audiencia de Las Palmas
que Torres Baena la violó a los nueve años mientras su madre agonizaba
por una enfermedad terminal.
Identificada con el número 51, la testigo ha explicado al tribunal que
Torres Baena aprovechó la confianza "plena" que tenía su familia en él
para cuidar de ella y de su hermano en su chalet de Playa de Vargas. La joven fue violada en el chalet una semana antes de
morir su madre, a cuyo funeral y entierro acudió el acusado.
Según la testigo, Torres Baena utilizó a su hija, cuando ésta tenía
entre 12 y 13 años, para mostrarle con el testigo número 50, también
menor y primo suyo, cómo practicar una felación.
Asimismo, ha señalado que empezó a entrenar en gimnasio de Torres Baena a
los 8 años y que durante los tres años que estuvo en el centro asistió a pocas
clases de kárate, pues las horas de entrenamiento "las pasaba en
el baño practicando sexo", bien fueran roces, felaciones,
masturbaciones o besos, ha explicado.
El profesor la hizo sentir como su novia, con regalos en San Valentín o un
anillo. Durante estos 16 años ha guardado silencio por "vergüenza y
miedo" sobre los abusos sufridos, cuyas secuelas aún padece.
Su hermano, identificado con el número 52, ha indicado que sólo
estuvo en una ocasión en Vargas con su hermana y que vio por la mirilla de una
puerta a la hija de Torres Baena con su primo en la cama, y que
el principal acusado le riñó por su conducta y le comentó que era algo normal
que formaba parte del entrenamiento.
El testigo número 50 ha
indicado que Torres Baena utilizaba a su hija como "cebo
sexual", pues para estar con ella debía mantener
relaciones con el acusado, quien desde los 14 años que empezó a
asistir a las clases de kárate en gimnasio comenzó a darle charlas para que
"normalizara" las conductas sexuales que le enseñaba para "tener
éxito en todos los ámbitos".
El testigo número 49, hermano del 50, también ha narrado al tribunal los
abusos sexuales de los que fue objeto por parte de Torres Baena y la acusada
María José González, con los que llegó a formar un trío sexual, así como los castigos
que recibió del principal acusado por su oposición a ser penetrado analmente
por él.
Este testigo ha indicado también que, como tampoco le gustaba que le tocaran
los chicos, en una ocasión Torres Baena le vendó los ojos para que demostrarle
que daba igual que le tocara un varón o una mujer porque no
iba a sentir la diferencia.
La testigo número 53, la última en declarar en la sesión de ayer, ha
explicado que cuando tenía 12 años fue penetrada por vía vaginal por Torres
Baena, quien le advirtió que no contara lo sucedido porque de lo contrario le
podía ocurrir también a su hermana, que entonces tenía entre 5 ó 6 años. Poco
después, logró que su madre desapuntara a las dos del gimnasio.