No al petróleo, pero sí al gas. No a las
prospecciones petrolíferas cercanas a las costas, pero sí a la construcción de
plantas de gas en medio de la población. Sí a una consulta popular para palpar
la opinión de la ciudadanía sobre las perforaciones para la detección de crudo
en aguas cercanas al archipiélago, pero se niegan a recabar la opinión de los
canarios, de la misma manera, sobre la implantación del gas en esta tierra y la
necesidad de apostar por un modelo energético limpio y soberano. Las energías fósiles
son el pasado y las renovables el futuro, según Paulino Rivero, pero su
Gobierno apuesta decididamente por hacer soportar nuestro sistema energético en
el gas en un 37%.
Hace unos días en el Parlamento canario el PP,
el PSOE y CC votaron al unísono en contra de una propuesta de NC que defendía
un debate amplio sobre la oportunidad o no de introducir este combustible fósil
en Canarias. Y para defenderlo recurrían a los tópicos de siempre: que si es más
barato, que si es más limpio, que si es necesario para diversificar el mix
energético, que si facilita la penetrabilidad de las renovables. Falsedades
como puños. Milongas. La utilización del lenguaje político para que las
mentiras parezcan verdades, como señaló George Orwell. El gas produce CO2, óxidos
nitrosos inductores de la lluvia ácida, que provocan fundamentalmente
enfermedades pulmonares y cardiovasculares; genera metano en su extracción y
transporte, más dañino para el calentamiento que el CO2; proviene de lugares
conflictivos e inseguros; su explotación masiva a través del fracking está generando enormes y
peligrosos daños medioambientales; su tratamiento en plantas regasificadoras
pone en riesgo a la ciudadanía cercana; sus precios están cada vez más
homologados a los del crudo... Lo acaba de señalar el Panel Intergubernamental
sobre el Cambio Climático de la ONU: ante el imparable deterioro del planeta
tenemos que hacer urgentemente la transición desde una economía basada en el
carbón, el gas y el petróleo hasta otra nula o baja en carbono. Y eso, desde
luego, no se consigue cambiando petróleo por gas y construyendo para ello dos
grandes plantas regasificadoras, puertos, gaseoductos, etc.. La inversión,
costosísima y más en esta tierra por economía de escala, hipotecaría la
introducción de otras energías. Lo que hace unas décadas pudo ser una opción válida
se ha convertido en estos momentos en un modelo obsoleto. Y más cuando los
expertos plantean la alternativa de propiciar un modelo de generación
distribuida instalando grupos diesel cercanos a la demanda, apoyados en
aerogeneradores y en una central eólica reversible que a lo mejor no sería
imprescindible.
Y entonces, ¿por qué tanto interés por el gas?
La realidad es que en torno a su implantación se han movido, desde siempre,
intereses opacos. La creación de Gascan (empresa encargada de su introducción) insistía en profundizar inicialmente en el monopolio de Endesa en Canarias y en
favorecer, a dedo, la participación en el negocio a los diez más importantes
empresarios de Tenerife y Gran Canaria. Posteriormente se decidió que fuera
Enagás la compañía que se hiciera con el proyecto negociando con los
empresarios y Endesa su salida. La gasista transportadora española por excelencia
se encuentra en estos momentos, casualmente, controlada por el PP y el PSOE. De
los quince miembros de su consejo de administración nueve son y han sido
militantes y cargos públicos significados de estos partidos políticos. El
presidente, Antonio Llardén, fue subsecretario de Obras Públicas con el
ministro socialista Josep Borrell y Ramón Pérez Simarro, ha sido exdirector
general de Energía, exsecretario general de Energía y exsecretario general técnico
de Industria con el PSOE. Fue, paradójicamente, el encargado en su día de
negociar el suministro de gas a España para los ciclos combinados a instalar.
Los siete restantes pertenecen al PP: Marcelino Oreja (hijo), exdiputado
europeo, es el consejero delegado; Antonio Hernández Mancha, exsecretario general
del partido; Ana Palacio, exministra; Isabel tocino, exministra; Gonzalo
Solana, expresidente del Tribunal de Defensa de la Competencia; Luis Valero,
exsecretario general del ministerio de Industria, Energía y Turismo y Rosa Rodríguez,
exviceconsejera del Gobierno canario y exvicepresidenta del Cabildo grancanario…
Es, por cierto, más o menos parecido a lo que pasa en las otras eléctricas del
oligopolio energético de este país.
El trasfondo es oscuro. Muy oscuro. Roberto
Centeno habla claramente de la corrupción política del gas. En los últimos años
se han invertido en la construcción de instalaciones de regasificación y de
ciclos combinados más de 25.000 millones de euros. Se han beneficiado de primas
para incentivar las inversiones y para garantizar la continuidad del
suministro, con cargo a la factura de la luz, (mientras pagaban campañas mediáticas
para denunciar torticeramente las primas a las renovables), pero apenas están
funcionando en estos momentos en torno a un 10% ó un 15% de su capacidad. Hay plantas como la de El Musel (Gijón) que no se han
puesto en funcionamiento desde su inauguración y otras se están cerrando e
hibernando a la carta dado que la producción eólica en España es mayor y mucho
más barata. REE acaba de hacer público un informe en el que se asegura que ve
posible el cierre de más de 10 centrales de gas “sin riesgo” y que el grado de
utilización hoy día de las centrales de gas es de un 7%. Iberdrola anunció
recientemente, para más INRI, que piensa llevar al Gobierno a los tribunales
para reclamar “daños y perjuicios” tras prohibírsele cerrar la central de Arcos
de la Frontera que se encuentra parada.
La gran burbuja del gas se inicia en la época de
Felipe González y avanza a piñón fijo durante los mandatos de Aznar, Zapatero y
Rajoy. Las inversiones y las plantas e infraestructuras construidas o por
instalar en España es tres veces superior a la necesaria y solo este país tiene
en estos momentos una tercera parte de la capacidad de regasificación de toda
Europa. En 2001 los ciclos combinados aportaban al sistema 0 MW y diez años
después lo hacían con más de 22.000 MW. Los últimos datos apuntan a que, en el
primer semestre de 2014, se ha elevado en 3.656 millones el déficit eléctrico
español y el sector gasista registró un desajuste de 365 millones, el
46,4% sobre el mismo periodo del año
pasado, mientras que las renovables redujeron el precio del mercado eléctrico
en un 37%, según un estudio de la universidad del País Vasco. Demencial. Pero
siguen insistiendo en ello. Les conviene también a las grandes petroleras pues
les permite prolongar la vida y los usos de todas las infraestructuras
destinadas a las extracciones de crudo.
Y todavía aseguran que no se trata de un exceso
de inversión sino de una infrautilización de las plantas debido al auge de las
renovables. Y por eso han ido a por ellas hasta hacerlas desaparecer. Por eso
en lo que va de año el sector eólico solo ha instalado un molino en España según
la AEE. Por eso las grandes empresas españolas del sector se tienen que marchar
a realizar sus inversiones a Australia, Brasil, México, Chile, China o África.
Por eso distintos inversores han demandado a España ante el Banco Mundial y le
reclaman más de 1.000 millones por la reforma eléctrica y por los recortes
realizados a las inversiones y primas a las energías renovables. Es la misma cantidad que se ha visto
obligada la banca a asumir como impago por parte del sector, que se ha
convertido en la segunda actividad con más riesgo comercial del país, solo por
detrás de la construcción.
La generación eólica ha sido en el mes de julio
la más alta de la historia en ese mismo mes y el precio de la electricidad ha
sido el más bajo en ese mes desde 2010. Cuatro comunidades ya cubren más del
50% de su demanda eléctrica con el viento. La Unión de Bancos Suizos ha
elaborado un informe, hecho público por The Guardian, en el que asegura que la época
de las grandes centrales de generación ha llegado a su fin y anima a sus
clientes a “unirse a la revolución de las renovables”. Y habla de generar energía
en los hogares y en las pymes… Y nosotros por aquí en el mínimo (apenas
producimos un 5%) y apostando por
el gas.
EL PP y el PSOE a lo suyo y los nacionalistas de
CC hipotecando nuestra soberanía energética. ¿Entienden de qué va la cosa? Lo
que está claro es que el gas, limpio lo que se dice limpio, no es.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes. (www.antoniomorales-blog.com)