Martes, 29 de mayo.
Antonio Morales*
En apenas 12 días hemos vivido en Gran Canaria cuatro acontecimientos importantes en torno a la arquitectura rupestre de los antiguos canarios, la cosmología aborigen y la simbología sagrada en el contexto de las antiguas culturas insulares del planeta. Tiene todo que ver con la potenciación de nuestra isla como destino turístico Starlight, con la valorización y la recuperación de nuestro patrimonio cultural y arqueológico y con la Recomendación de Gran Canaria, un documento de la Unesco para la protección del patrimonio astronómico y los lugares sagrados del mundo. Y tiene todo que ver, directa e indirectamente, con el objetivo de conseguir la declaración de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria como Patrimonio Mundial, en la categoría de Paisaje Cultural.
El 10 de mayo pasado se celebraron en nuestra isla las II Jornadas Destino Turístico Starlight, las primeras después de que en el pasado mes de enero se nos concediera esta certificación avalada por la Unesco. Gran Canaria forma parte de este selecto grupo de destinos mundiales que cuentan con un celaje privilegiado y debemos sentirnos orgullosos, ya que este galardón no solo asegura que la contemplación de las estrellas forma parte de los atractivos turísticos de la Isla, sino que permite asociar a Gran Canaria con un lugar que apuesta de forma decidida por un modelo de turismo sostenible. El astroturismo es un fenómeno global que crece de forma constante, por lo que es necesaria la implicación de instituciones públicas, ayuntamientos, comunidad universitaria y empresas privadas para garantizar que Gran Canaria se consolide internacionalmente como un lugar que hay que descubrir para poder contemplar las estrellas como lo hacían nuestros antepasados.
La economía internacional se diversifica, eso es un hecho, y los sectores se van especializando, por este motivo Gran Canaria debe ir más allá del tradicional turismo de masas que busca sol y playa, la base de nuestra industria turística, y proponer alternativas basadas en un turismo ecológico, el turismo verde, el turismo cultural, el deportivo, el gastronómico, el agroturismo, el astroturismo y muchas otras variables sostenibles que deben ser un reclamo para un público potencial, cada vez más exigente con la preservación del medio. Sin renunciar, por supuesto, al atractivo de nuestras playas, de nuestro sol, de nuestro clima, de nuestra experiencia en el sector… En este contexto, estoy convencido de que el fomento del turismo de las estrellas o astroturismo, así como la promoción del patrimonio natural y cultural astronómico asociado a la visión del cielo, constituyen ya un nuevo aliciente para la consideración y la conservación de nuestros tesoros, diversificando nuestra oferta a los visitantes en clave de sostenibilidad. El cielo puede convertirse en un recurso turístico fundamental para Gran Canaria si sabemos apreciarlo, valorarlo en su justa medida y protegerlo entre todos para preservar su calidad, distinguirnos de otros competidores y destacar como un lugar singular y digno de ser visitado.
El 18 de mayo, dentro del plan de difusión trazado para el enclave de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria se presentó una exposición itinerante del conjunto de manifestaciones y obras de carácter arqueológico pertenecientes a una cultura insular desaparecida que evolucionó, en total aislamiento, a partir de la presencia, al principio de la Era, de los primeros bereberes, hasta la llegada, entre el siglo XIII y XIV, de los marinos del sur de Europa que iban en busca de las nuevas rutas de las especias y del comercio de esclavos. Se trata, por lo tanto, de un patrimonio excepcional que expresa un proceso cultural único e irrepetible en el universo insular. Como ya hemos repetido tantas veces: el Santuario y marcador astronómico de Risco Caído representa una obra única en su género, tanto por su concepción como por su significado y funcionalidad, por su diseño, por los elementos constructivos y simbólicos que alberga, así como por el excepcional fenómeno de luz, que se ha creado conscientemente en su interior, como soporte de un sofisticado calendario. Esta obra puede y debe entenderse como una extraordinaria singularidad en la evolución de la arquitectura rupestre de los antiguos canarios y como un ingenio de referencia, que aúna la cosmología aborigen y la simbología sagrada en el contexto de las antiguas culturas insulares del planeta.
Esta exposición sirvió de pórtico a las VI Jornadas sobre este paisaje cultural. Estamos en un momento especial porque mirando hacia atrás comprobamos el enorme trabajo que se ha realizado para identificar, localizar, proteger, reconocer la enorme riqueza que albergan unos espacios fundamentales para entender nuestro pasado. Y al mismo tiempo estamos en las vísperas de decisiones importantes que van a determinar el futuro inmediato, la candidatura a Patrimonio Mundial de la Humanidad. En esta encrucijada, estas Jornadas adquieren mayor valor. Quiero destacar la importancia que estos debates desde hace seis años han tenido para avanzar, sostener y difundir la importancia de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña. Han permitido ensanchar el apoyo ciudadano, ampliar las distintas visiones científicas y técnicas sobre estos espacios y han favorecido la confluencia de las distintas visiones. Tantas veces hemos lamentado la situación de nuestro patrimonio, que es tiempo de alegrarnos porque el trabajo continuado y la unión de técnicos y administraciones públicas nos haya permitido una acción eficaz de recuperación y revalorización de esta riqueza patrimonial. No ha sido, ni está siendo fácil. Nada importante lo es. Pero el conocimiento, la responsabilidad, el compromiso de los investigadores, de los inspectores y de los técnicos por un lado y la decisión política indiscutible están acercándonos al primer objetivo. La plena recuperación y consideración de este Patrimonio.
Las jornadas tienen una doble finalidad: conocer experiencias de distintos lugares del mundo y sensibilizar a la ciudadanía y visibilizar la importancia que para Gran Canaria tiene el cuidado y el reconocimiento de los valores culturales excepcionales que albergan estos Espacios Sagrados de Montaña. No en vano, en estas cumbres de la isla, territorio mítico y a la vez real, residen múltiples valores e importantes símbolos que conforman nuestra idiosincrasia; símbolos icónicos como el Roque Nublo y El Roque Betayga; arquitecturas rurales y cultura agrícola ancestral; yacimientos arqueológicos y complejos de viviendas trogloditas; pervivencias étnicas tradicionales, como el pastoreo y la trashumancia; y un cielo magnífico, limpio e inmenso. Precisamente, es esa bóveda celeste y su importancia mágico-religiosa uno de los ejes de estas Jornadas. El preciso conocimiento que tuvieron de los astros nuestros antepasados, la configuración de un mundo de creencias desarrollado en gran medida por ese conocimiento y el extraordinario alcance de un mundo abstracto y simbólico tan avanzado, reflejado también en múltiples expresiones materiales, nos presenta una realidad cultural que en buena medida no habíamos sido capaces de percibir y que a partir de ahora, junto a otros proyectos punteros en la isla, nos queda por explorar y profundizar.
Y, por último, y por ahora, el día 23, el Auditorio Alfredo Kraus acogió el Encuentro Internacional de Expertos sobre el Patrimonio Astronómico y Lugares Sagrados de la Unesco. En él se abordaron dos temáticas que para nosotros tienen un interés muy especial. Por un lado, la del patrimonio relacionado con la astronomía y su permanencia a través del tiempo: vivimos en unas islas que siempre han mirado al cielo, y en donde se produce la sorprendente conjunción de contar actualmente con algunos de los lugares de observación astronómica moderna más importantes del planeta, y al mismo tiempo albergar manifestaciones del legado arqueastronónomico y del conocimiento asociado al celaje que alumbraron los antiguos canarios, del que algunas de sus máximas expresiones se encuentran precisamente en esta isla de Gran Canaria. Por otro lado, este encuentro nos traslada a los lugares, paisajes y expresiones sagradas, que representan y expresan el espíritu, los valores y las creencias de muchas comunidades y culturas a lo largo del mundo. Hablamos, como ocurre también en nuestras islas, tanto de monumentos como de paisajes y acontecimientos de la naturaleza, que en muchos casos están indisolublemente relacionados con el cielo.
En la introducción de la propuesta de la Declaración de 2009 como Año Internacional de la Astronomía, en la 33ª Sesión de la Asamblea General de la UNESCO, se define precisamente al cielo como una herencia común y universal, y una parte integrante del ambiente percibido por la Humanidad. La Humanidad ha observado siempre el firmamento para interpretarlo y para tratar de entender las leyes que gobiernan el universo, y este interés ha tenido implicaciones profundas en las creencias, en las costumbres, en la ciencia, en las religiones, en la filosofía y en nuestra concepción general del mundo. Este encuentro de expertos aunó por primera vez dos importantes iniciativas de la UNESCO: la Iniciativa Temática del Patrimonio Mundial de la Astronomía y la Iniciativa del Patrimonio Religioso y Sagrado. La confluencia de estas dos temáticas no solo abre nuevas posibilidades para la salvaguarda y uso sostenible del patrimonio común asociado, tanto material como inmaterial, sino que también abre nuevas e insospechadas ventanas a su conocimiento, interconexión y a la apreciación de su extraordinaria diversidad.
Es importante que hayan elegido Gran Canaria para este Encuentro porque quiero recordar que los territorios insulares, espacios atrapados entre el cielo y el mar, han sido siempre, desde la más remota antigüedad, lugares de encuentro entre culturas, crisoles de diálogo y espacios de paz. Y de él surgen las Recomendaciones de Gran Canaria que nos llama a velar por el patrimonio astronómico y los lugares sagrados. Recomendaciones para el mundo desde una isla que avanza en esa dirección.