Domingo, 21 de febrero.
Antonio Estupiñán*Panchito Hernández Herrera es el último eslabón, de una dinastía de más de 150 años, de profesionales barberos de la Villa de Agüimes, y quizás supere en longevidad a otros veteranos barberos, no sólo de Gran Canaria, sino del archipiélago.
El inicio de estas antiguas raíces barberas fueron echadas allá por 1.850, siendo el primer barbero Sebastián Hernández Artiles (Maestro Sebastián); les siguió las riendas dinásticas, en 1.885, su hijo Francisco Hernández Tarajano (Maestro Pancho) para, finalmente, culminar esta dinastía de barberos en Agüimes, Francisco Hernández Herrera (1.932), conocido popularmente por Panchito el barbero, que a sus 74 años acaba de colgar la antigua y clásica navaja de afeitar y la popular "maquinilla" de cortar el pelo en lo que fue, ha sido y es, su famosa barbería, ubicada frente al Parque de los Moros, dentro del casco antiguo de la villa.
Ahora, con sus 77 años, vive el recuerdo y la añoranza de varias épocas generacionales a través de estos más de 150 años, representando una parte de la gloriosa historia del ayer, enmarcado en los episodios vividos de su villa natal.
Agüimes, desde los primeros años de la conquista, y posterior reparto de tierras, donde se le otorgó el título de Señorío de Agüimes, se ha transformado, siglos más tarde, en la fecunda, moderna, industrial y señorial villa del que fuera el tercer y más importante asentamiento aborigen de Gran Canaria.
Desde sus inicios, a mediados del siglo XVIII hasta hoy, en los comienzos del siglo XXI, la barbería de Panchito, fue el centro de las tertulias. Antes de que existiera la radio y la televisión, esta barbería, y los escasos bares de la época, servían la llamada prensa diaria de información general. Incluso hoy, con todos los adelantos informáticos, esta barbería ha sido una tradición informativa de índole general.
Panchito Hernández, casado con doña Eugenia Suárez Artiles, y sus hijas María del Carmen y Juana María, es un buen padre de familia, excelente persona dentro del mundo social de su villa natal, persona dialogante y sensato, cuya honestidad ha quedado bien reflejada. Su valiosa virtud, su seriedad compartida con su peculiar estilo de buen consejero hacen, del Sr. Hernández, un don privilegiado, digno del mejor encomio. Con toda probabilidad, después de sobrepasar esa dinastía familiar de más de 150 años, la barbería de Panchito Hernández tendrá su ocaso en esta generación. La barbería, con sus sillones, maquinarias y atuendos, propio de un auténtico museo, posiblemente desaparecerá, según lo que acuerden sus herederos el día de mañana. Por lo tanto, dejamos atrás muchas historias que serían interminables de contar, porque aparte de ejercer como barberos, no hace muchos lustros, también ejercían de practicante, dentista, conocedores de remedios caseros e, incluso, hacían transfusiones de sangre. Son inéditas y verídicas historias del ayer y hoy de estas tres generaciones de familiares en esta barbería de Agüimes.
Un hecho significativo e histórico lo constituyó, en 1.941, cuando llegó a Agüimes la 1ª Compañía Tabor, del que fuera protectorado Español de IFNI, hasta 1.948, que se marcharon a África, teniendo su Pabellón Oficial frente a la barbería que, con la llegada de la Democracia (1.979), fue bautizado como Parque de los Moros.
Como es sabido, es bueno recordar los años de Guerra Civil Española (1.936-39) y, posteriormente, el conflicto mundial (1.939-45), en Canarias hubo muchas necesidades alimentarias. Afortunadamente, muchas familias de Agüimes se beneficiaron de parte de los ranchos con los que se alimentaban a las compañías militares establecidas en la Villa. Asimismo, al estar la barbería en esta calle del casco antiguo de Agüimes, fueron testigos directos de muchos aconteceres y desfiles de las fuerzas regulares del Tabor y donde Agüimes alcanzó, en ésa época, unas mejoras sociales y económicas muy superiores a otros municipios, más precarios por las causas alimentarias y políticas de esos difíciles años.
En la actualidad, el Parque de los Moros ha sido rehabilitado, siendo hoy un flamante edificio que alberga el Museo de Historia de Agüimes. Por esta causa, en los descendientes que han dado fama y engrandecimiento a esta histórica Villa, sugerimos al Alcalde de Agüimes, Antonio Morales, y a la Concejalía de Cultura del Ilustre Ayuntamiento de la Villa de Agüimes, un justo reconocimiento a la persona de Francisco Hernández Herrera (conocido popularmente por Maestro Pancho, con la colocación de una placa conmemorativa y una calle a su nombre, por su encomiable labor profesional, difícil de ser superada en los actuales tiempos en que vivimos y, donde hechos como el que le hemos relatado, es un privilegio y un prestigio para las hoy y futuras generaciones de esta Señorial Villa de Agüimes.
*Antonio Estupiñán fue decano de los corresponsales de la prensa escrita en Gran Canaria y colabora en periódicos digitales.