Miércoles, 24 de diciembre.
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Larry Álvarez, durante la presentación de las nuevas dataciones |
El Cabildo de Gran Canaria sigue trabajando
para arrojar luz sobre la historia de la isla e incorpora nuevas fechas a su mapa de dataciones, que incluye información, certera y actualizada,
obtenida, con ayuda de las últimas tecnologías, en las excavaciones que la corporación ha venido financiando en numerosos yacimientos de su territorio.
Disponible a través de la web www.grancanariapatrimonio.com, esta herramienta interactiva llamada "Gran Canaria C-14, un viaje en el
tiempo", suma a los contenidos presentados hace ya unos meses otros relativos a
una decena de espacios: Caserones (La Aldea), la Necrópolis de Maspalomas (San
Bartolomé de Tirajana), Tufia (Telde), La Fortaleza (San Bartolomé de
Tirajana), Las Guayarminas y Bocabarranco (Gáldar), Temisas (Agüimes), Bentayga
(Tejeda), Risco Caído (Artenara), Maipés (Agaete) y Cenobio de Valerón (Santa
María de Guía), que, pese a ser uno de los yacimientos grancanarios más emblemáticos
no había sido datado con anterioridad.
Dichos contenidos alimentan también, y de
forma monográfica, el nuevo número del Boletín de Patrimonio Histórico del
Cabildo, disponible asimismo a través de la citada web, en dos formatos (pdf y
e-pub), y que también fue presentado por el Coordinador General de Cultura,
Patrimonio Histórico y Museos, Larry Álvarez, junto a un interesante
hallazgo realizado en Cueva Pintada: una moneda del Reinado de Jaime II de Aragón
que se convierte en el único ejemplo documentado hasta ahora de los distintos “bienes
de prestigio” europeos que, sin duda, circularon entre los
linajes aristocráticos indígenas durante la presencia mallorquina en la isla
(1342-1393), antes por tanto de la conquista de Gran Canaria por los
castellanos.
Aunque los mallorquines se establecieron de
manera preferente en Telde, núcleo más poblado que Gáldar, el del norte era ya
entonces la capital de la jefatura isleña, en manos del linaje de los
Guanartemes, que lógicamente querrían atesorar bienes de prestigio como la
citada moneda. Lo extraño es que, hasta ahora, no se hayan encontrado (o podido
identificar) otros bienes similares, lo que, sin duda, constituye otro
interesante desafío en el estudio de los materiales de importación recuperados
en el yacimiento de la Cueva Pintada.
“La ampliación de la serie de dataciones de
Carbono 14 disponibles en la aplicación que presentábamos a principios de año,
refleja la apuesta decidida de este Cabildo por el patrimonio arqueológico
insular”, según Larry Álvarez, quien indicó que “no solo hemos priorizado la
conservación y difusión de los yacimientos, sino la intervención directa en
estos espacios con el objetivo de profundizar en su conocimiento” a través de
una serie campañas en las que el Cabildo de Gran Canaria ha
invertido más de 154.000 euros.
A ello habría que sumar iniciativas como la
redacción del proyecto de musealización y activación pública del Ingenio
Azucarero de Agaete, la renovación de los recursos museográficos del Centro de
Interpretación del Barranco de Guayadeque o las obras de cerramiento y
apuntalamiento de las Cuevas de Risco Caído.
En cuanto a las dataciones, Risco Caído ha
proporcionado dos fechas radiocarbónicas (un hecho excepcional en contextos con
manifestaciones rupestres) a partir de un fragmento de madera integrado en la
argamasa que sellaba una grieta de la espectacular cúpula de la cavidad (siglos
XIII-XIV) y de materia orgánica presente en el sedimento empleado para fijar
una piedrecita de la cazoleta en la que termina la representación del mayor triángulo
púbico del panel, que ocupa, además, una posición central en la composición
rupestre (siglo XV). En este último caso, se trataría de una reparación puntual
del motivo grabado, cuya elaboración se remontaría, por tanto, a fechas
anteriores.
Las primeras tres dataciones del Cenobio de
Valerón, uno de los espacios de almacenamiento o granero colectivo más importantes
de Gran Canaria, revelan que estuvo en funcionamiento a lo largo de varias
generaciones, posiblemente durante los siglos XIII, XIV y XV, sin que pueda
descartarse una antigüedad incluso mayor. El Cenobio sería así coetáneo de
otros graneros insulares, como El Álamo, en Acusa, o Guayadeque, así como de
diversos asentamientos del norte de la isla, como Agáldar. La importancia del
descubrimiento radica en que la agricultura era la base de la dieta de los
antiguos canarios y su principal actividad económica y en que, según diversos
autores, la intensificación de la actividad agrícola en la isla tuvo lugar en
torno a los siglos XI-XIII.
Dadas las dudas que se cernían sobre las
dataciones con que contaba La Fortaleza de Santa Lucía de Tirajana, se
seleccionaron nuevas muestras muestra (semilla). Un procedimiento de análisis
muy preciso (espectrometría de masas con acelerador de partículas, AMS)
verifica que el enclave estuvo ocupado (y que allí se almacenaba grano) en el
siglo XIII, sin que ello permita, sin embargo, descartar que estuviera ocupado
en fechas anteriores.
En esta oleada, también se han datado una
vivienda localizada Las Guayarminas, a escasos metros del actual Museo y Parque
y Arqueológico Cueva Pintada, que habría formado parte del mismo conjunto
arqueológico; el yacimiento de Roque Bentayga, escenario de importantes
episodios de la Conquista de Gran Canaria y que, según información obtenida de
una cavidad situada en su cara sur, confirma la ocupación interior de la isla a
lo largo de un milenio (desde los siglos IV-V dC, en que ya fueron datadas las
Cuevas del Rey, hasta fines del siglo XIV-primera mitad del XV, en el propio
Bentayga) o las tumbas halladas a las afueras del Maipés de Agaete.
Las fechas obtenidas sitúan dos de esas
sepulturas entre los siglos VIII-IX, lo que indicaría que el muro que las
separaba del resto de la necrópolis se había construido con posterioridad. El
porqué se levantó dicha pared o qué razón hizo que varios túmulos quedaran
fuera de ese perímetro sigue siendo una incógnita, máxime teniendo en cuenta
que los enterramientos intervenidos no presentan rasgos distintos a los del
interior del Maipés.
En cuanto a la moneda de Cueva Pintada, se
recuperó en una campaña de 1991, cuando fue inventariada y pasó a formar parte
de los fondos del museo. En 1999, se llevó a cabo la restauración de los
dinerarios recuperados en el yacimiento y, en este caso, se apreció un desgaste
considerable que dificultaba su determinación.
En la restauración de esta pieza se observó
sin embargo que poseía una lámina de plata y, ya en el año 2012, en el
marco del proyecto "Arqueología de la Aculturación y de la Colonización",
dirigido por María del Cristo González en coordinación con José Ignacio Sáenz y
Jorge Onrubia, y con la colaboración del equipo del especialista en metales del
CSIC Ignacio Montero, se pudo iniciar un estudio más detallado que, en primera
instancia, concluyó que se trataba de una moneda aragonesa.
En concreto, la presencia en el reverso de una
cruz patriarcal parecía indicar que se estaba ante un dinero de vellón (aleación
de plata y cobre) de Fernando II de Aragón (Rey Católico), pero un análisis
metalográfico reveló, además, la existencia de un forro de plata poco habitual,
lo que hizo que fuera objeto de una nueva revisión. Con ayuda de una lupa
binocular, se detectó algún elemento iconográfico aislado que sugirió una
adscripción más antigua, de tiempos de Jaime II de Aragón (1267-1327), que reinó
desde 1291 hasta su muerte.