Martes, 24 de abril.
Antonio Morales*
En esta serie de artículos, agrupados bajo el epígrafe común Repensar y regenerar Canarias, he defendido unas islas de la equidad y de las oportunidades, fundamentadas en el autogobierno, en la descentralización y en la implementación de políticas al servicio de la mayoría social. Y una de las grandes oportunidades de esta tierra, a menudo infravalorada, es la de ser un archipiélago estratégicamente situado y con una naturaleza incomparable. Una de las grandes fortalezas la constituye su medio natural. Afortunadamente, cada vez más población así lo entiende y la propuesta de ecoisla que defendemos va recibiendo más apoyo transversal.
El empresariado con más visión reconoce en la sostenibilidad un elemento de enorme atractivo para las poblaciones europeas sensibilizadas que nos visitan. Pero también se implican los investigadores e investigadoras que descubren en nuestros endemismos, en las reservas de la biosfera o en los parques naturales, una oportunidad de conocimiento y conservación. Y un movimiento ecologista cada vez más integrador, más amplio y con más arraigo en la ciudadanía, demanda el cuidado de nuestra flora, de la costa, de las especies protegidas…, de la biodiversidad en general.
Nuestra condición insular y nuestra posición geográfica comportan límites que hemos desdibujado o despreciado, y tenemos que asumirlos seria y profundamente. Nuestro territorio es limitado y ya soporta una enorme carga. Tenemos que impulsar un desarrollo auténticamente sostenible, alternativo, creador de bienestar y defensor de lo público, del patrimonio común.
Y la sostenibilidad nos lleva de la mano a la soberanía alimentaria, energética o medio ambiental. Nos obliga a ser muy cautos con el uso de nuestro territorio y de nuestros limitados recursos naturales. Nos fuerza a mejorar nuestros niveles de autonomía energética. Además, como sociedad no podemos estar ajenos a los compromisos con la sostenibilidad del planeta y a evitar el calentamiento global. Los cambios climáticos nos están afectando y debemos aplicar de forma contundente todas las directrices que marcan las cumbres del clima.
El calentamiento global ha venido para quedarse. El cambio climático no está esperando a que nos lo tomemos en serio. La inacción es una forma de destruir nuestro propio futuro. No podemos ya evitar el calentamiento, pero cada vez se nos está haciendo más tarde para reducir su dimensión y sus efectos. Somos islas y vivimos del turismo, ¿qué más necesitamos para implicarnos seria y decididamente en la lucha contra el cambio climático?
Las oportunidades que nos brindan los avances tecnológicos para la eficiencia energética, y el aprovechamiento de las energías renovables, tanto en nuestro suelo como en el mar, así como los sistemas inteligentes de gestión de redes energéticas, van a facilitar de manera considerable la disminución de nuestra dependencia energética exterior de fuentes fósiles. Lo repito alto y claro: la introducción del gas es situarse en el pasado y forjar una nueva dependencia. Y frenar la penetración de las renovables, que son el futuro y la base de nuestra soberanía energética. Y obstaculizar la democratización de la energía.
Nuestras políticas deben orientarse a acelerar el proceso de implementación de estas tecnologías energéticas y concentrar nuestros esfuerzos en resolver todos los problemas regulatorios que están impidiendo su avance.
La soberanía alimentaria tiene que dinamizar todo el sector rural. Tenemos que recuperar el mercado de 4 millones y medio de turistas en la isla o de 16 en el archipiélago para aumentar el consumo de nuestros productos agrícolas y ganaderos. Tenemos mercado, tenemos territorio, clima y tecnología suficiente. Y productos de gran calidad. Debemos reforzar el apoyo institucional para que la población encuentre aliciente en la regeneración de nuestro sector primario.
Tenemos que reequilibrar y dinamizar nuestra realidad canaria. Pero parte de lo que nos pasa tiene su origen en una desconsideración del Estado con Canarias. Si analizamos esta relación desde la etapa predemocrática, debemos recordar que incluso sin morir Franco se rechazó la propuesta del REF.
La relación de Canarias con el Estado fue singular desde el mismo momento de la conquista. Primero fue el privilegio de franqueza de 20 de enero de 1487, que otorgó a Gran Canaria una exención durante veinte años de la gran mayoría de los tributos que componían la Hacienda real. Esa franqueza pasó a perpetuidad en 1507. Con posterioridad se instaura el Régimen de Puertos Francos y a partir de 1972 el Régimen Económico y Fiscal. Quiero destacar que se reconoció nuestra singularidad desde el primer momento de la conquista y nunca fueron sistemas gratuitamente concedidos sino duramente batallados.
Y en esas volvemos a estar. La mejor demostración del desinterés, del desconocimiento que el Estado muestra por Canarias es que solo existimos cuando parlamentariamente somos imprescindibles. Al amparo de la crisis económica, el Estado ha incumplido convenios, mandatos legales como la financiación autonómica o las inversiones en Canarias que deben estar en la media del Estado. Las inversiones del Estado deben estar situadas al menos en la media del conjunto de las comunidades, además de las que se contemplan para compensar el hecho insular. En esas exigencias de NC al Estado, como en otras en el ámbito europeo, coincidimos con CC, pese a las grandes diferencias que mantenemos en la política canaria.
Debemos, asimismo, ser más exigentes con nosotros mismos. Debemos reivindicar un tratamiento justo y una distribución justa de los recursos, pero eso se tiene que traducir en saber dar respuestas a las demandas de nuestra sociedad y resolver los problemas que acucian a nuestra tierra.
Además, debemos consolidar nuestra consideración de Región Ultraperiférica de la UE. Estando atentos a que los fondos destinados a estas regiones se puedan ver afectados por el Brexit o por la incorporación de estados con renta inferior a la media europea… Pero se debe cumplir. Como señaló recientemente Corina Cretu, comisaria europea de Política Regional: “Canarias debe probar que los actuales fondos para las RUP son usados de manera efectiva en el terreno y que los proyectos financiados contribuyen de manera significativa al desarrollo socioeconómico de estas regiones. Es la mejor manera de demostrar que las políticas de cohesión en Canarias son necesarias, que es útil y que debería continuar. Es importante demostrar el valor añadido de la política de cohesión, que aporta resultados concretos a la gente.”
Concluyo. Esta es la Canarias que podemos y debemos repensar y regenerar con la implicación de toda la sociedad que comparte este deseo de esperanza y a la vez de urgencia. Hay camino, hay proyecto, hay equipos, hay personas. Queremos una Gran Canaria que contribuya decisivamente al desarrollo de Canarias desde el impulso económico, la solidaridad, la innovación, la creatividad, la sostenibilidad y la cooperación. Esta Isla no quiere renunciar a su papel histórico de motor económico, cultural y social de Canarias. Tenemos un modelo y un proyecto para defenderlo. Tenemos una concepción de País Canario a la que no renunciamos.
Renuevo continuamente la esperanza. No me siento, no nos sentimos solos. Resulta imprescindible para persistir en la construcción de un proyecto de transformación en el que creemos firmemente. Lo dije en mi discurso de investidura. Lo sigo reiterando. Es una tarea de todos y de todas. Asumiendo, cada uno en su ámbito, el compromiso de regeneración que Canarias nos demanda. Desde el autogobierno y la vertebración territorial y social. Desde una economía para superar las desigualdades. Desde una Canarias equilibrada y sostenible.