El técnico agrícola Luis Sánchez y el viticultor Manuel Sánchez en una visita a los viñedos antes de dar comienzo a la vendimia |
Redacción
Para que el vino Señorío de Agüimes llegue a nuestra mesa en cualquiera de sus variedades (tinto, blanco o dulce) hay todo un largo y duro proceso que comienza con la vendimia.
Estos días, en Agüimes, basta con dar un paseo por los alrededores, con aspirar el aire de alguna de las fincas que se encuentran dispersas por la zona, con ver el color de la tierra o con observar a alguno de los viticultores que afrontan el trabajo de recolección entre los viñedos para contagiarse de la magia de la vendimia.
Ahora, todo el esfuerzo estará dedicado a la recolección de la uva que más tarde dará paso a la elaboración de los caldos, a su maduración...
Pero todo empieza con la recolección, con la vendimia, un trabajo realizado normalmente a mano, racimo a racimo y vid por vid. Tras cada jornada, generalmente intensas y calurosas, los remolques cargados de uvas se dirigen hacia la Bodega Municipal Señorío de Agüimes. Allí son pesadas, pasadas por la prensa, trituradas y filtradas con la ayuda de máquinas hasta que el líquido llega a los depósitos, donde se guarda el vino hasta que fermenta.
Y esta es la historia, o más bien el comienzo de la historia, del largo viaje que durante estos días emprende cada racimo de uvas y cuyo destino se encontrará en un futuro, próximo o lejano, en una mesa con buena compañía y en una copa que guardará los gratos recuerdos de esa velada.