Martes, 3 de mayo.
Antonio Morales*
En el último mes se ha abierto una polémica en nuestra Comunidad acerca de la enseñanza de la historia y la geografía de Canarias en los Institutos de Educación Secundaria de nuestra tierra. El debate surge por la propuesta de la consejería de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno canario de suprimir la asignatura que actualmente cursa todo el alumnado en cuarto de la ESO, por una materia optativa y por un tratamiento transversal de las competencias y contenidos que esas áreas exigen. Adelanto que mi posición nace desde la reflexión cultural, social y cívica y no desde tecnicismos administrativos o curriculares en los que no soy especialista. Considero que no son los únicos que se deben tener en cuenta a la hora de decidir un tema de tanta significación. La experiencia, la observación de la realidad que tenemos quienes ostentamos responsabilidades públicas y compartimos las necesidades formativas de nuestra población con todos los agentes sociales, nos obliga a pronunciarnos y a no reducir este debate a una cuestión de especialistas o expertos en la didáctica de las Ciencias Sociales o en legislación educativa.
Empiezo por una conclusión que me parece evidente: necesitamos conocer más Canarias y saber más sobre Canarias. Es una necesidad prioritaria. Las grandes aportaciones que nos llegan desde las Naciones Unidas, desde los informes de sostenibilidad, desde las previsiones de desarrollo económico mundial, defienden que no hay otra salida para la supervivencia de la humanidad que un desarrollo autocentrado que aproveche los recursos de cada territorio de manera sostenible e inteligente. Y esa constatación, que es aplicable a los grandes continentes, a los espacios continuos, es de mayor urgencia en el caso de las islas, de un archipiélago anclado en medio del Atlántico como el nuestro. Cada vez que el mundo se desestabiliza, el archipiélago aumenta su vulnerabilidad, precisamente por depender tanto del exterior en energía, alimentación, producción industrial o turismo.
Una sociedad autocentrada es la que aprovecha todas sus posibilidades para aumentar su bienestar y reduce la dependencia del exterior. Las situaciones que estamos viviendo en los últimos tres años desde la aparición de la pandemia y la continuidad de las crisis que provocan las guerras relacionadas con las energías y las materias primas es un aviso inaplazable de que tenemos que conocer y utilizar nuestros recursos para avanzar hacia la triple soberanía energética, hídrica y alimentaria.
Y este salto trascendental tiene que apoyarse en el conocimiento de toda la población de nuestros recursos y fortalezas a la vez que nuestras debilidades. Ese conocimiento tiene que complementarse con políticas activas a favor de esa triple soberanía y fundirse con un sentimiento de pertenencia e identificación de toda nuestra gente con la tierra que nos acoge. Tenemos que asumir la defensa de este patrimonio como señal de supervivencia y de compromiso con la permanencia del planeta. Actuando en lo local contribuimos a la conservación de lo global.
Y necesitamos conocer más Canarias porque somos especialmente singulares. Yo diría que afortunadamente singulares. Lo es nuestra biodiversidad, que acumula miles de especies endémicas que solo se conservan entre nosotros, como así lo reconoce la Unesco en las siete Reservas de la Biosfera declaradas en Canarias. Lo mismo habría que decir de los recursos hídricos que son diferentes y que han sido una amenaza y una oportunidad que los canarios y las canarias, a lo largo de la historia han sabido gestionar con ingenio y laboriosidad. O los recursos marinos que se multiplican por los mil quinientos kilómetros de costa de que disponemos. Y el clima que nos ofrece una serie de posibilidades que nos han hecho privilegiados para vivir y desarrollar nuestra industria turística y que ahora además nos convierte en una potencia para la generación de energías limpias vinculadas con el sol y el viento.
Tenemos que conocer desde nuestra más tierna infancia todas estas posibilidades o no iremos construyendo el edificio del saber y la investigación que Canarias necesita. No se puede reducir ni una hora de conocimiento generalizado y obligatorio para que al superar la Educación Obligatoria todo el alumnado canario conozca, se familiarice y ame la enorme riqueza natural, cultural y patrimonial de la que somos herederos.
No podemos repetir el efecto Galdós que fue apreciado en las islas cuando recibió el reconocimiento y la valoración del resto del mundo. No es aceptable que nos hayamos creído que somos punteros en desalación de agua cuando vienen los expertos internacionales a aprender y copiar nuestros adelantos. Las investigaciones en producciones marinas están siendo reconocidas a nivel mundial y muchos de nosotros no terminamos de creerlo y de divulgarlo. Lo mismo podríamos decir de los avances agrícolas o en la organización del turismo. Toda la población tiene que ser conocedora en profundidad de nuestras riquezas naturales, culturales, históricas, etnográficas o económicas para ser más prósperos y más iguales.
Y tenemos que conocer más Canarias para entendernos mejor. No es posible que nuestra juventud desconozca que hemos conquistado unos Fueros, un Régimen Económico y Fiscal que nos permite afrontar la insularidad en condiciones de mayor igualdad de oportunidades con el resto del Estado y con Europa.
Y debemos comprender igualmente que hay un tejido institucional, autonómico, insular y local que se ha forjado por la lucha de siglos de nuestros antecesores. Y que las desigualdades sociales y de género se han vivido, se han padecido, de manera diferenciada en las islas respecto a otros territorios. Y que también hay diferencias en la historia de cada isla. Lo mismo que hay que buscar las raíces de nuestra multiculturalidad y de nuestra apertura a América o África.
Es una simpleza afirmar que esta es una preocupación solo de nacionalistas. Aumentar el conocimiento y la identificación con Canarias es una necesidad, un deber, una exigencia que los nuevos tiempos aumenta. Nos jugamos el afrontar con garantías de éxito los retos que el futuro inmediato nos obliga a superar. Conocer nuestra enorme riqueza facilitará las elecciones profesionales de nuestros jóvenes, partir de conocimientos generales y básicos para afrontar una especialización más coherente, orientar líneas de investigación que aporten valor añadido y que contribuyan al avance de la tecnología, de la ciencia y de la cultura.
Tenemos tanto que aprender, divulgar y difundir que no compartimos que desaparezca ninguna asignatura ofertada a todo el alumnado en la etapa obligatoria y centrada en conocer mejor la geografía y la historia de Canarias. Conocer Canarias no puede ser optativo.
Pero no basta con conocer. Necesitamos identificarnos, apreciar, valorar, sentir como propios los valores patrimoniales que definen a Canarias y que nos configuran como un pueblo reconocido así por nosotros mismos y por toda la legislación que nos es aplicable. Estoy pensando en nuestra habla, en el patrimonio inmaterial de nuestras tradiciones, en el patrimonio mundial que tenemos reconocido, desde Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, hasta el Teide, Garajonay, La Laguna o el silbo gomero.
Por eso comparto el manifiesto por la continuidad de la asignatura firmado por docentes y una amplia representación de la ciudadanía y me identifico plenamente con la afirmación de que “el déficit histórico que venimos arrastrando en cuanto a la impartición de este tipo de contenidos, hace más urgente que nunca la presencia de una materia de carácter obligatorio que aborde de forma estructurada el estudio de nuestro patrimonio natural, arqueológico, cultural e histórico”.
Qué manía la de los tecnócratas de turno, al servicio del materialismo más ramplón, del pensamiento contable, la de eliminar de la educación reglada el Latín, el Griego, la Filosofía. Y ahora en Canarias la Geografía y la Historia. Lo predijo muy bien Martha C. Nussbaun en “Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades”, de Ed. Katz: “La educación para el crecimiento económico se opondrá a la presencia de las artes y las humanidades como ingredientes de la formación elemental mediante un ataque que, hoy en día, se puede observar en todo el planeta”.
Me felicito de que la movilización de tantos sectores sociales haya hecho recapacitar a la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, que desde los años noventa ha contribuido a impulsar los contenidos canarios en la escuela, para que no reste, no suprima, sino incremente y sume a partir de lo ya consolidado. Sería una buena celebración del Día de Canarias.
*Antonio Morales es Presidente del Cabildo de Gran Canaria. (www.antoniomoralesgc.com)