10 de febrero de 2023

Colaboración: Hay seres humanos que tienen el corazón más grande que el pecho. Más grande... Tan grande... Muy grande

Viernes, 10 de febrero.

Manuel Sánchez, en una imagen de archivo, como miembro de Los Sombreritos
José López (Pepe el de Guayadeque)

Caminando por los caminos de la vida, por las calles del viejo pueblo de Agüimes, realizando jornadas de trabajo o simplemente coincidencias del destino, se conocen a muchas personas, también a grandes amigos.
He conocido a un agüimense, a uno de tantos que a día de hoy conozco, y cuando lo traté descubrí que tenía algo en especial. Un hombre de valores. Lo vi tan cercano, tan transparente, que para mí es un ser diferente, siempre con buena conversación, muy alegre, eso sí, muy prudente.
Hablo del apreciable y distinguido amigo Don Manuel Sánchez García. Criollo de Agüimes, pueblo de cantería, de profesión carpintero de toda la vida, persona a la cual le tengo mucha admiración y respeto. Fue uno de los hijos del pueblo, de esos hombres que apostaron por la labranza, es decir, de esos que aprovecharon las vacaciones, los fines de semana y horas libres de faena profesional para construir su finca o cercado. Bueno, lo que tiene el amigo Manuel, más que un cercado, es un pedacito de cielo. Produciendo gloria en la tierra. Entre tantas cosas que produce el amigo, también es uno de los que colabora con el Ayuntamiento de la Villa con los productos de su tierra para luego hacer licores y manjares, de las cuales todos podemos saborear, disfrutar y sentirnos, al mismo tiempo, orgullosos por todos los reconocimientos que ha tenido durante estos años de trayectoria. En estas benditas tierras donde el amigo ha trabajado como el que más y que tantas horas ha dedicado y ha invertido sin dudar, al mismo tiempo, como no podía ser de otra manera, le ha servido para su lugar de ocio familiar, de distracción y bien estar. El amigo al que estoy narrando es un ser humano de esos que, cuando necesitas de ellos, ponen toda su voluntad y como todos sabemos, cuando la voluntad es grande todos los obstáculos son pequeños. Y tengo este dicho bien presente. Allá por los años dos mil y algo, cuando quien le narra personalmente quiso restaurar unas angarillas y unos cajones de carga de camello que iban con destino a ser demolidos al vertedero y dar fin a una gran trayectoria e historia de este municipio, acudí a diferentes personas para su restauración y, como siempre, unos un sí y otros un no con un volumen restrallón, pero nada, seguí buscando. No hay batalla perdida si no se intenta y gracias a Dios un buen día llegó a los oídos del compañero de trabajo, Manolo Sánchez, hijo del buen señor del que hablo, y me dijo: “Pepe yo se lo comento a mi padre y ya te digo algo”. Al parecer no hizo sino comentárselo y su propio padre, hombre de corazón flexible, le respondió: “dígale a ese Pepe que traiga esos aperos para el cercado a ver qué podemos hacer con ellos”. Cuando el amigo Manuel lo vio no fue una cosa que le hiciera mucha gracia, pero tampoco le quitó la dulce sonrisa que siempre le acompaña. Está claro que para realizar el trabajo no sólo tuvo que poner kilos y kilos de voluntad. En este caso fueron toneladas y toneladas, pero él no se resistió y puso manos a la obra, siempre acompañado y bien arropado de la compañía de su esposa Doña María de Candelaria Artiles Hernández. Está bastante claro que el trabajo que el amigo realizó no fue un puzle fácil de realizar, pero con la ayuda de su hijo Manolo de Gustavo Medina y de la de Abildo González, y sin olvidar la del buen aliento de su esposa, que se puso a recuperar lo que ya estaba casi para el olvido. Hoy la persona a la que elogio, demostró, una vez más, su caballerosidad y su profesionalidad. Ha demostrado que es un maestro para todos lo que queremos aprender.
Podría estar narrando hojas y hojas de dichos graciosos y ocurrencias del amigo, pero no quiero echarme fuera del contexto. Sólo decirle, buen amigo, que, aunque las angarillas y los cajones hibernen en una calurosa y humilde cueva del Barranco de Guayadeque, no olvidé nunca que el arte, el amor y el cariño que usted puso ahí, está junto a ellos, y también taladrado y grabado al rojo vivo en lo más profundo de mi corazón.
No sin antes despedirme, pedirle a Dios que siempre bendiga sus manos, que le mantengan vivo ese gran corazón lleno de flexibilidad, amor y paz para los demás y que nunca le falte el buen arropamiento de su esposa, hijo y nieto, nueras y yernos. Y como estamos en épocas de carnavales y usted fue uno de los fundadores y director de la murga más veterana del pueblo, desearle a usted la mayor suerte del planeta Tierra y darle las gracias por la labor prestada y pedir a Dios que nunca se separen los eslabones de la cadena que unen nuestra amistad. Bien dice el dicho: “a quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”; y yo digo: “según las personas de las que nos rodeamos, son los resultados que tenemos”. Las palabras se la lleva el viento y lo que valen son los hechos. Usted ha tenido un gran detalle con mi persona que no olvidaré jamás y como pienso y creo que es de bien nacido ser agradecido, mi más sincero agradecimiento. Gracias, gracias y gracias mil veces más.
*Manuel Sánchez fue director y uno de los fundadores de la Murga Los Sombreritos, la más veterana del municipio.
Don Manuel Sánchez García, / un hombre sin igual. / Fuiste murguero del pueblo, / nunca en la ciudad. / Tocando tus platillos / te divertías y hacías divertir a los demás, / no necesitaste salir de tu entorno / para cantar y bailar. / Te divertías con la gente del lugar  /  y con todos los que visitaban Agüimes en el Carnaval / porque sabías divertirte / sin que un jurado te viniese a puntear. / Y no te olvidaste nunca de los compañeros / que ayer estuvieron y hoy no están. / Siempre has colaborado como uno más. / Mientras que fuiste murguero en tu murga / te gustaba participar, / hiciese buen o mal tiempo / nunca tuviste inconvenientes para actuar. / Por lo tanto, ayer, hoy y mañana / digamos todos en voz alta ¡Viva el Carnaval! / ¡Ánimo, amigo Manuel! que todavía te quedan / muchos platillos por tocar.