Reproducimos un artículo que nos remiten desde el Observatorio Astronómico de Temisas por Mario Villanueva:
Estrella de Belén:
“Es el mas antiguo de los misterios astronómicos, ya que parece que se debatía incluso en el siglo II de la Era Cristiana”.
El astrofísico Mark Kidger (presidente honorífico de la Asociación Astronómica de Gran Canaria), al que tuve la oportunidad de tratar y de compartir mesa y mantel cuando lo conocí en el IAC (Instituto de Astrofísica de Canarias), es un gran especialista en el estudio de cometas y meteoros. En la actualidad trabaja en el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC) cerca de Madrid. Mark Kidger publicó en el año 1999 un libro titulado “The Star of Bethlehem: an astronomer´s view” (Princenton University Press) y, en el número del presente mes de enero de la revista “Astronomía”, de la que es un colaborador habitual, escribe un interesante artículo sobre su tesis de lo que pudo ser la Estrella de Belén, de la que paso a transcribir y comentar algunas de sus ideas.
En principio, los Evangelios no se escribieron como historia, sino que son una mezcla de fe, historia, evangelismo y cuentos simbólicos, y además se escribieron mucho mas tarde de los hechos que en ellos se describen. La Natividad es mencionada únicamente por Mateo y Lucas. El Evangelio de Mateo menciona al rey Herodes, la Estrella y los Magos que la siguieron desde Oriente, mientras que en el de Lucas, este solo habla del empadronamiento que mandó realizar el emperador romano Cesar Augusto, de los pastores y de la posada.
Se sabe por otra parte, que los personajes históricos mencionados existieron realmente, y que uno de los censos globales decretados por el citado emperador fue en el año 8 a.C., aunque sin duda, en aquellas lejanas provincias romanas se ejecutaría algunos años mas tarde. En el calendario realizado por el monje Dionisio en el año 525 d.C. para fijar la celebración de la Pascua de Navidad, este contó las fechas de reinado de los emperadores romanos cometiendo dos errores de cálculo: se olvidó del incluir el “año cero” (los romanos no usaban el cero) y, también de los cuatro años que reinó Cesar Augusto con su propio nombre de Octavio. Luego si Jesús nació en el 5 a.C., de seguro que no fue en diciembre, ya que la fecha del solsticio de invierno, el día mas corto del año, se eligió para “cristianizar” la mas importante de las fiestas públicas romanas, que ya celebraban los celtas mil años antes. Varias pistas en el Evangelio de Lucas hacen creer que la Natividad fue en primavera (hacía mucho frío para que los pastores durmieran al raso en invierno), tal vez cerca de de la fecha de la Pascua Judía: ¿el 21 de Marzo en el año 5 a.C.?.
En las primeras representaciones de los “Reyes Magos”, el número de los mismos es variable y se representan vestidos con trajes persas, por lo que es posible que procedieran del norte del actual Irán (la antigua Persia), donde aún sobrevive el zoroastrismo, una religión parecida a la cristiana en algunos aspectos, siendo entonces los Magos sacerdotes astrólogos de esa religión que interpretaban los cielos y se pronunciaban sobre los significados de lo que veían, y para los que la Estrella de Belén tuvo que significar algo importante: el nacimiento de un Rey o de un Mesías. Curiosamente, cuando Marco Polo cruzó esa región camino de Cathay, encontró tradiciones que aseguraban que los Magos del Evangelio procedían de esa zona de la antigua Persia.
¿Y que fue entonces la Estrella de Belen? De seguro que no fue el cometa Halley (padre de las lluvias de meteoros Eta Acuáridas y Oriónidas), que aparece pintado en el famoso fresco “Adoración de los Magos” de Giotto y que este lo vería en su paso del año1301, ya que este es un cometa de periodo “regular” que pasa cada 76 años y, por aquella época lo hizo en el año 12 a.C. Se descartan las auroras, rayos en bola, meteoros y asteroides por la corta o brevísima duración de estos fenómenos, también las conjunciones planetarias ( alineamiento y proximidad aparente de los cuerpos del Sistema Solar ), ya que no podrían impresionar mucho a estos Magos conocedores de los planetas mas visibles y sus movimientos, aparte que la mas espectacular o llamativa que se produjo en aquella época, no coincidió con el año estudiado. El escritor británico Arthur C. Clarke ( autor del “Año 2001 una Odisea del Espacio”), propuso en los años 50 el que la Estrella de Belén fuera una supernova (explosión extraordinariamente violenta, muy luminosa y visible con la que algunas estrellas acaban sus vidas), pero los minuciosos registros astronómicos chinos llevados a lo largo de casi cuatro mil años, no muestran ninguna observación de una posible supernova en los siglos en torno a la Natividad y, tampoco vemos por ningún lado los restos de la explosión (permanecen largamente en el tiempo y son muy interesantes para su estudio, estando su observación al alcance de los aficionados). Sin embargo las crónicas chinas si mencionan unos objetos celestes en el 5 y 4 a.C., que en el lenguaje actual e interpretado por un astrofísico puede interpretarse como:
“Un “cometa” apareció en la constelación de Capricornio entre el 10 de Marzo y el 7 de Abril de 5 a.C. y pudo observarse durante mas de 70 días.
Por lo escueto de la reseña, y al no hacerse referencia a su movimiento y otros detalles (“estrellas escoba” por su cola), así como la posición descrita cerca de la Via Láctea, Mark Kidger está casi seguro que el objeto fue una nova (tipo de estrellas variables cataclísmicas que sufren explosiones impredecibles y cambios de magnitudes - luminosidad), y no un cometa. También cita una crónica coreana donde se menciona una observación de un objeto celeste aparecido por la misma época. Para terminar y resumiendo, después de sus análisis y cálculos, Mark Kidger llega a la conclusión que la nova tomada como Estrella de Belén, probablemente apareció a mediados del mes de marzo unos grados hacia el Norte de las estrellas Alfa Y Beta de la constelación de Capricornio, y esta posición y la fecha calculada la hizo aparecer en el cielo los suficientes días para que los Magos de Oriente la siguieran en su viaje a Jerusalén y allí la vieran al amanecer, en el Sur y a media altura sobre el pueblo de Belén.
El astrofísico Mark Kidger (presidente honorífico de la Asociación Astronómica de Gran Canaria), al que tuve la oportunidad de tratar y de compartir mesa y mantel cuando lo conocí en el IAC (Instituto de Astrofísica de Canarias), es un gran especialista en el estudio de cometas y meteoros. En la actualidad trabaja en el Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC) cerca de Madrid. Mark Kidger publicó en el año 1999 un libro titulado “The Star of Bethlehem: an astronomer´s view” (Princenton University Press) y, en el número del presente mes de enero de la revista “Astronomía”, de la que es un colaborador habitual, escribe un interesante artículo sobre su tesis de lo que pudo ser la Estrella de Belén, de la que paso a transcribir y comentar algunas de sus ideas.
En principio, los Evangelios no se escribieron como historia, sino que son una mezcla de fe, historia, evangelismo y cuentos simbólicos, y además se escribieron mucho mas tarde de los hechos que en ellos se describen. La Natividad es mencionada únicamente por Mateo y Lucas. El Evangelio de Mateo menciona al rey Herodes, la Estrella y los Magos que la siguieron desde Oriente, mientras que en el de Lucas, este solo habla del empadronamiento que mandó realizar el emperador romano Cesar Augusto, de los pastores y de la posada.
Se sabe por otra parte, que los personajes históricos mencionados existieron realmente, y que uno de los censos globales decretados por el citado emperador fue en el año 8 a.C., aunque sin duda, en aquellas lejanas provincias romanas se ejecutaría algunos años mas tarde. En el calendario realizado por el monje Dionisio en el año 525 d.C. para fijar la celebración de la Pascua de Navidad, este contó las fechas de reinado de los emperadores romanos cometiendo dos errores de cálculo: se olvidó del incluir el “año cero” (los romanos no usaban el cero) y, también de los cuatro años que reinó Cesar Augusto con su propio nombre de Octavio. Luego si Jesús nació en el 5 a.C., de seguro que no fue en diciembre, ya que la fecha del solsticio de invierno, el día mas corto del año, se eligió para “cristianizar” la mas importante de las fiestas públicas romanas, que ya celebraban los celtas mil años antes. Varias pistas en el Evangelio de Lucas hacen creer que la Natividad fue en primavera (hacía mucho frío para que los pastores durmieran al raso en invierno), tal vez cerca de de la fecha de la Pascua Judía: ¿el 21 de Marzo en el año 5 a.C.?.
En las primeras representaciones de los “Reyes Magos”, el número de los mismos es variable y se representan vestidos con trajes persas, por lo que es posible que procedieran del norte del actual Irán (la antigua Persia), donde aún sobrevive el zoroastrismo, una religión parecida a la cristiana en algunos aspectos, siendo entonces los Magos sacerdotes astrólogos de esa religión que interpretaban los cielos y se pronunciaban sobre los significados de lo que veían, y para los que la Estrella de Belén tuvo que significar algo importante: el nacimiento de un Rey o de un Mesías. Curiosamente, cuando Marco Polo cruzó esa región camino de Cathay, encontró tradiciones que aseguraban que los Magos del Evangelio procedían de esa zona de la antigua Persia.
¿Y que fue entonces la Estrella de Belen? De seguro que no fue el cometa Halley (padre de las lluvias de meteoros Eta Acuáridas y Oriónidas), que aparece pintado en el famoso fresco “Adoración de los Magos” de Giotto y que este lo vería en su paso del año1301, ya que este es un cometa de periodo “regular” que pasa cada 76 años y, por aquella época lo hizo en el año 12 a.C. Se descartan las auroras, rayos en bola, meteoros y asteroides por la corta o brevísima duración de estos fenómenos, también las conjunciones planetarias ( alineamiento y proximidad aparente de los cuerpos del Sistema Solar ), ya que no podrían impresionar mucho a estos Magos conocedores de los planetas mas visibles y sus movimientos, aparte que la mas espectacular o llamativa que se produjo en aquella época, no coincidió con el año estudiado. El escritor británico Arthur C. Clarke ( autor del “Año 2001 una Odisea del Espacio”), propuso en los años 50 el que la Estrella de Belén fuera una supernova (explosión extraordinariamente violenta, muy luminosa y visible con la que algunas estrellas acaban sus vidas), pero los minuciosos registros astronómicos chinos llevados a lo largo de casi cuatro mil años, no muestran ninguna observación de una posible supernova en los siglos en torno a la Natividad y, tampoco vemos por ningún lado los restos de la explosión (permanecen largamente en el tiempo y son muy interesantes para su estudio, estando su observación al alcance de los aficionados). Sin embargo las crónicas chinas si mencionan unos objetos celestes en el 5 y 4 a.C., que en el lenguaje actual e interpretado por un astrofísico puede interpretarse como:
“Un “cometa” apareció en la constelación de Capricornio entre el 10 de Marzo y el 7 de Abril de 5 a.C. y pudo observarse durante mas de 70 días.
Por lo escueto de la reseña, y al no hacerse referencia a su movimiento y otros detalles (“estrellas escoba” por su cola), así como la posición descrita cerca de la Via Láctea, Mark Kidger está casi seguro que el objeto fue una nova (tipo de estrellas variables cataclísmicas que sufren explosiones impredecibles y cambios de magnitudes - luminosidad), y no un cometa. También cita una crónica coreana donde se menciona una observación de un objeto celeste aparecido por la misma época. Para terminar y resumiendo, después de sus análisis y cálculos, Mark Kidger llega a la conclusión que la nova tomada como Estrella de Belén, probablemente apareció a mediados del mes de marzo unos grados hacia el Norte de las estrellas Alfa Y Beta de la constelación de Capricornio, y esta posición y la fecha calculada la hizo aparecer en el cielo los suficientes días para que los Magos de Oriente la siguieran en su viaje a Jerusalén y allí la vieran al amanecer, en el Sur y a media altura sobre el pueblo de Belén.