Canarias 7
Los remates de Semana Santa en Agüimes, pujas económicas que se hacen para llevar los tronos en las procesiones, fueron introducidos en Agüimes por los Dominicos desde algún lugar de España.
El acto se celebra en dos partes. Una primera, el Jueves Santo, donde se rematan los tronos de La Dolorosa, La Verónica, El Crucificado (en la imagen) y San Juan. Cada uno de los tronos recibe seis pujas, cuatro por cargar cada brazo, y dos más por el incensario y la naveta. Esta procesión sale el viernes al mediodía.
El segundo remate tiene lugar, precisamente, el Viernes Santo, donde además de los cuatro tronos del día anterior, se subasta el Sepulcro, las varas del palio y la Cruz.
Acto seguido, los elegidos van a ponerse las túnicas para la procesión.
Las cifras que se pagan son altas y el dinero recaudado es destinado a la iglesia para pagar los gastos que genera la Semana Santa, tales como la reparación de túnicas.
Pedro Rodríguez es la voz de los remates desde hace más de 30 años, no dejando de asistir ni un solo año. "Es una experiencia única", confiesa el rematador.
Al principio, a los remates sólo podían asistir los hombres, pero desde hace unos quince años, ya se empezó a ver la participación de mújeres y jóvenes.
"En los remates se ve de todo, pero nunca peleas o discusiones entre los vecinos. Todos muestran un gran repeto". Desde las siete de la tarde del jueves, los vecinos se apilan en las puertas del Complejo Parroquial para coger su sitio en el patio, donde se celebran actualmente las pujas. "Hay personas que vienen cada año y tienen siempre su sitio elegido", comenta Pedro Rodríguez, refiriéndose a aquellos fieles que no dejan de asistir ningún año.
En concreto, Pedro hace alusión a Francisco, un señor que permanece durante toda la tarde "callado y tranquilito y cuando se están rematando las varas del palio, en la última siempre se lanza y puja 500 euros de golpe y los deja a todos en silencio". Incluso los más pequeños ahorran todo el año para poder pujar por los cirios, faroles o incesarios.
De todos los elementos que se subastan en el remate, hay uno que adquiere mayor protagonismo: la Santa Cruz.
Cuando llega el momento y Pedro menciona las palabras "sale a remate la Cruz", el patio enmudece. Nadie habla y sólo se escucha las voces de los pujadores. "Hubo una vez un caso de una señora que pagó un remate de 600 euros por la Santa Cruz, sabiendo que no la llevaría", recuerda Pedro Rodríguez.