La Provincia
"Hoy los niños llegan
al colegio asilvestrados porque los padres quieren ser amigos de sus
hijos y eso convierte al maestro en domador, pero ni el papel del
maestro es el de domador, ni el del papá es el de amigo".
Así
definía ayer el filósofo vasco, Fernando Savater, el papel que debe jugar
la familia en la educación de los menores, en el marco de las X Jornadas
Municipales Familia y Comunidad organizadas por el Ayuntamiento de la
Villa de Agüimes bajo el lema "Educando la mirada".
Savater, que
impartió ayer la conferencia "Persona y Sociedad en la Familia", aseguró
que el rol que la familia debe tener en la educación debe distinguirse, y
a la vez complementarse, con el papel de la sociedad. "No pueden ser
papeles opuestos, ni enemigos unos de otros, sino complementarios,
porque tampoco la sociedad puede ceder la transmisión de valores a la
familia. La familia puede ser mejor o peor, pero en cualquier caso la
educación no es solo familiar sino social. No educamos para vivir en
familia, sino para vivir en sociedad".
El catedrático de
Filosofía y de Ética mencionó como ejemplo de conflicto entre padres y
escuela la "fricción artificial" que ha generado la asignatura Educación
para la Ciudadanía. "Es una asignatura de una sensatez absoluta, pero
que por presiones, sobre todo clericales, se ha convertido en una
especie de enemiga pública. Esta polémica revela hasta qué punto la
gente no sabe distinguir y hay intereses espurios que quieren enturbiar
esa relación entre lo que la familia debe hacer y lo que le corresponde a
la sociedad".
Fernando Savater atribuyó a la familia el poder de
la "identificación afectiva" para educar, un rol que, a su juicio, es
tan importante como aleatorio. "La sociedad no puede garantizar que todo
el mundo tenga una familia adecuada, quienes hemos tenido la suerte de
tenerla es una bendición, pero otros no la han tenido. En cualquier
caso, lo importante es que el niño tenga unos adultos con los cuales
establecer una vinculación afectiva positiva".
Por otra parte,
delegó en la sociedad el deber de garantizar que el niño sea educado
socialmente, "porque la familia puede transmitir valores familiares,
pero quizás no transmita los valores sociales que interesa a la
sociedad. Te puede tocar una familia estupenda o, como ocurre en mi
tierra, una familia que enseña a los niños que deben matar guardias
civiles. No se puede dejar esos valores sociales en manos de la
familia", subrayó.
Para Savater, la autoridad es fundamental en
la educación, y mientras la sociedad debe ejercer una autoridad
institucional, a la familia le corresponde la afectiva. "El niño se va a
identificar con la persona que quiere y con la que convive. Su
autoridad no va a ser tanto institucional como sentimental, es el caldo
de cultivo con el que el niño está creciendo, está obteniendo lo que le
gusta, alegrías, cariño? Eso tiene que aprovecharlo la familia para
transmitir conocimientos, valores y, sobre todo, la formación de un
carácter que luego capacite para otros estudios más regulares".
Esta
misión de la familia la calificó el filósofo como "socialización
primaria", cuya función consiste en que abordar las primeras etapas del
menor para que aprenda a dar los pasos hacia la socialización. "Que no
muerda, no pegue a los más pequeños, escuche a sus mayores... y así, los
niños no lleguen al colegio asilvestrados, y el maestro tenga que ser a
la vez maestro y domador, para evitarlo está la familia".
Finalmente,
Savater defendió la función socializadora de la escuela, no sólo como
centro de transmisión de conocimientos sino de pautas de convivencia.
"Las aulas son más importantes que cualquier cosa que se enseña dentro
de ellas, el estar en el aula con las demás. Es absurdo cuando alguien
dice que da lo mismo educar en casa; revela hasta qué punto no se
comprende la función socializadora de la educación. Si tenemos que vivir
con todos, hay que educarnos con todos", concluyó.