Antonio Estupiñán*
¿Quién no recuerda en la Comarca del Sureste las grandes plantaciones de tomates en el pasado siglo XX? Estas plantaciones tuvieron su esplendor entre 1947 y 1975, siendo los terrenos más favorecidos los ubicados en la zona costera y de medianías de Agüimes, Santa Lucía y también San Bartolomé de Tirajana y Mogán.
Daba gusto observar las miles de fanegadas (al aire libre) de aquellas grandes superficies de tomateros, que daban el clásico "vergel" en unas tierras secas y abruptas por su climatología, a pesar que entonces había mucho regadío gracias a los buenos inviernos y la extracción del líquido elemento de nuestros subsuelos por la maquinaria que abrieron cientos de pozos de agua.
Pero como todo tiene un límite, el abuso de extracción del agua de nuestros subsuelos les pasó
prontas facturas, al dejar "limpias las corrientes subterráneas", donde nuestros
barrancos y valles y sus fértiles tierras nos ofrecen hoy una triste y
lamentable visión panorámica, gracias a los inventos del hombre, en su afán por
enriquecerse así como sus tecnologías futuristas de cara al siglo XXI.
Esto,
unido a las nuevas ventajas agrícolas y económicas que nos "machaca" nuestro
vecino país de Marruecos, especialmente sus exportaciones de tomates y otros
productos a la Unión
Europea, están dejando en la ruina a nuestros maltrechos y
desprotegidos campos agrícolas del Sureste, y la eliminación de miles de puestos
de trabajo.
Atrás quedan aún, por todo el Sureste y Sur de la isla, las huellas
de los surcos y acequias de regadíos, y las ruinosas chozas viejas que fueron los dulces hogares de los sufridos
aparceros, que se ven hoy sustituidas por los materiales plastificados en su
nueva materia prima de nombre invernaderos, siendo posteriormente contrarrestado
por la deplorable imagen angustiosa de muchos de estos invernaderos que,
abandonados a su suerte, nos deleitan con las estampas vivas llenos de suciedad
y porquerías a los ojos de nuestros turistas que nos visitan, dando una fea
imagen de nuestros campos agrícolas que más bien "huele a muerte", uniendo este
epitafio a la otra y fea imagen de la muerte de millares de palmeras canarias
en el borde de nuestra principal arteria
turística, tanto del Sureste como del Sur de nuestra redonda isla.
¿Dónde están
escondidos los ecologistas que no se les ve el pelo? ¿Dónde están los alcaldes
de Agüimes, Santa Lucía y San Bartolomé de Tirajana, que apenas se les oyen en
estos candentes temas? ¿Dónde está el Cabildo de Gran Canaria y el Gobierno de Canarias, que
no se pronuncian?
El Presidente canario, Paulino Rivero, estuvo en visita
oficial hace poco en Marruecos. Se habló de todo, menos del daño que
hace Marruecos a nuestro tomate canario. ¿Por qué ese mutismo? ¿Por qué tantos temores?
En fin. Que nuestros turistas, como una de las pocas riquezas
que tenemos, sean los que nos juzguen, vean y observen como "mueren
nuestros campos agrícolas en forma de invernaderos abandonados" y en nuestra
autopista GC-1, donde también "huele a muerte" en nuestras protegidas palmeras
canarias por la desidia, negligencia y abandono de nuestras instituciones
políticas municipales y otras instituciones insulares y regionales a nivel
general.
*Antonio Estupiñán fue decano de los corresponsales informativos de la prensa escrita en Gran Canaria y, actualmente, es colaborador de diversos medios digitales.