María José González saluda a un familiar durante la sesión de ayer |
El testigo identificado con el número 60 amenazó con matar al
principal acusado del caso kárate si se repetían con su hija los
abusos sexuales de los que fue objeto desde los 12 años por parte de los
acusados, según afirmó ayer en la
Audiencia de Las Palmas.
Su hija fue fruto de una relación con una persona muy allegada al
principal acusado, según ha indicado este testigo en esta sesión, en la
que también han declarado otras cuatro personas contra los cuatro acusados del
caso, considerado el mayor proceso judicial por pederastia que se celebra en
España.
El testigo número 60 ha
dicho que aún tiene miedo de lo que le pueda pasar a su hija, la testigo número
90, a la
que tuvo a la edad de 20 años fruto de la relación que mantenía con la familiar
del acusado cuando tenía ella 16 años.
Esa relación no le hizo "mucha ilusión" a Torres Baena, según ha
señalado el testigo, que ha manifestado que su primera experiencia
sexual fue a los 12 años con su monitor de kárate, el acusado Juan
Luis Benítez, quien le aseguró que los "tres placeres máximos de la vida
eran masturbarse, que le masturbaran y hacer el amor".
El testigo número 60 ha
relatado que a los pocos meses de las tres relaciones sexuales que tuvo con el
acusado Juan Luis Benítez, mantuvo relaciones en el chalé de Playa de Vargas con Torres
Baena, a quien ha confesado que llegó a "querer con locura, más
que a sus propios padres", que son "espectaculares" y
nunca le han "fallado".
Asimismo, ha contado que mantuvo relaciones con la mayoría de las
chicas que iban al chalé, incluso con aquellas que no le gustaban,
como ocurrió en el caso de la acusada Ivonne González cuando ella tenía 16
años, según la defensa, cuestión que el testigo no ha podido corroborar porque
no recordaba la edad.
En la sesión de ayer, el testigo número 48, que empezó a ir a clases de
kárate en el gimnasio de Torres Baena a los 4 años, ha indicado que entre
los 11 y los 13 tuvo su primera relación con la acusada Ivonne González,
y que poco después se repitieron con la procesada María José González.
En total pudo mantener con ambas dos o tres encuentros sexuales, aunque
recuerda bien que en dos de las ocasiones que estuvo con María José se
incorporó el principal acusado, a quien penetró analmente.
Estos episodios con Torres Baena no fue capaz de revelarlos hasta la segunda
vez que declaró ante el juzgado de instrucción por la vergüenza que
sentía, según ha indicado el testigo 48, que ha señalado que los
acusados le decían que era "un privilegio tener ese tipo de actos siendo
un niño".
Las otras tres testigos que han declarado han manifestado que no fueron
penetradas por los acusados, si bien todas ellas fueron objeto de
tocamientos y de "continuos abusos" en el caso de la número
46, quien ha relatado que el gimnasio llegó a ser un "infierno" para
ella desde los 15 y los 19 años.
Según esta testigo, cuando tenía entre 12 o 13 años, quedó con varios amigos
en el gimnasio para ir al cine, pero se encontró solo a la acusada María José
González, quien se desnudó, se masturbó, le invitó a participar y
le explicó cómo debía proceder con los chicos, lo que la dejó
"bloqueada".
A partir de entonces, ha asegurado que comenzaron los acosos,
que tuvo que aguantar para proteger a su hermana pequeña, que
también acudía al gimnasio, y que cesaron cuando le diagnosticaron una anemia a
esta última y ambas dejaron de asistir al centro deportivo.
El juicio, que se inició el pasado mes de mayo, continuará el
próximo día 10 de septiembre con las declaraciones de nuevos testigos.